miércoles, 26 de diciembre de 2012

Escuela y familia, un enfoque de mejora continua

La Escuela y la Familia llevan una difícil relación, con límites poco claros. Si bien tienen finalidades coincidentes, sus roles no suelen ser claros ¿Es determinante para el éxito, que la familia sea biparental? ¿Es importante la cercanía al Centro Educativo? ¿Las agrupaciones de padres?  ¿Qué sentido pueden tener las “Escuelas para Padres?

En forma constante se habla sobre el rol de la familia en la educación de sus hijos, de hecho la constitución indica como ente educador primario y fundamental a ésta. No obstante debe haber una alianza entre ambos, puesto que muchas veces esta relación es poco sinérgica, saludable y oposicionista, por una parte los profesores indican que no pueden hacerse cargo de todo, entendido esto en ámbitos que van más allá de la educación formal y, por otro, de que es la familia la que debe velar por instalar en el estudiante habilidades iniciales, fundamentales, para el desarrollo de vida en sociedad.

Surge, en este espacio la opción fundada y no sólo teórica de que tanto familia como escuela son los encargados de trabajar en forma paralela, entendiendo que ambos tienen fortalezas y debilidades propios del actuar humano, pero que como tales son perfectibles en la medida que las voluntades se coordinan y pueden llegar a consenso, pues es a través del diálogo como se construye la educación. Por lo tanto, el trabajo con la familia debe ser continuo, generoso y comprometido, ya que el beneficiario directo es el estudiante sobre quien recaen las acciones diseñadas por ambas partes, consideramos a la familia como una agrupación humana, que en sus bases se ve cimentada por la solidaridad y la cooperación para poder satisfacer necesidades de un individuo que se forma en ella y a la escuela, como aquel ente formador, que en palabras de la ley general de educación, vela por la formalidad en los aprendizajes, en cuanto construcción integral de la persona.

Por lo que este informe pretende conjugar visiones de logro y mejora continua a través de los aprendizajes, considerando como pilar de este rompecabezas a la familia como un actor fundamental en el desarrollo de niños y niñas.

Importancia de la Familia en el desarrollo educacional de los(as) estudiantes
Influencia de la colaboración de la familia sobre el éxito educacional de los (as) alumnos(as)
La primera fuente de socialización para cualquier persona desde la niñez es la familia, la misma brinda los primeros estímulos a los bebés en lo relacionado al aprendizaje como el lenguaje y las habilidades blandas de interacción con sus pares o con los demás … y que existe un consenso entre todos los actores de la comunidad educativa cuando se plantea que la educación de los hijos se ve favorecida cuando los padres dedican mayor tiempo a la educación formal de los mismos…

Un estudio realizado en Venezuela, demostró que el apoyo familiar hacia el estudiante formando un ambiente agradable, estimulante, incentivador y que satisfaga las necesidades sicológicas de los mismos puede comprometerlos con sus rendimientos académicos, así, el fortalecimiento de los lazos escuela-familia también favorece el éxito estudiantil, independiente de pertenecer a NSE bajo y una familia estructurada de forma distinta a las de tipo nuclear.

El sistema escolar continúa bajo la expectativa de que los hogares biparentales fortalecen los resultados académicos. Lo cierto es que la evidencia demuestra que esto no es así, al parecer son las prácticas de los padres, sus actitudes y expectativas, más que la estructura misma del hogar. El Estudio Longitudinal de la Primera Infancia (ECLS por sus estudios en inglés) demostró que la existencia o no de ambos padres no es determinante en el resultado académico de los estudiantes. Es más, no existe correlación entre el hecho de contar o no con uno o ambos padres a tiempo completo en el hogar, es decir, un hogar monoparental donde la madre además trabaje, no necesariamente significará un bajo resultado, cómo si lo es el hecho de que la madre no trabaje y ese hogar viva en la pobreza.

Comprendemos que la estructura familiar se encuentra fuera los ámbitos modificables por la escuela, pero sí interactúa con ella. La evidencia demuestra que padres informados del proceso educativo de sus hijos, sí inciden en los resultados académicos. Para esto necesitamos canales de información continuos y flexibles, que ofrezcan información pertinente, fundamentada y veraz respecto a los logros o fracasos del pupilo, a la vez que facilitan el acceso a padres que no siempre disponen del tiempo para acercarse a una reunión mensual en el establecimiento. El inmenso avance las tecnologías de la información facilitaría este proceso y puede ser eficazmente aprovechado por las escuelas. De este modo se aliviaría la carga administrativa de los docentes, y lograríamos una real gestión pedagógica. La evidencia del ECLS demuestra que los estudiantes cuyos hijos pertenecen a las agrupaciones de padres obtienen, el promedio, mejores calificaciones. Una medida simple de obtener mejoras en el nivel académico podría ser generar los espacios necesarios de participación de los padres.

Finalmente, el hecho de que la madre trabaje tampoco es sinónimo de fracaso escolar, por lo menos en la primera infancia y nivel básico. La escuela, y los educadores, pueden ver a los padres como algo más que formadores morales y hacerles participe del proceso curricular de este modo se lograría una mejor comprensión por parte de las familias de fenómeno pedagógico y así, un apoyo real a la mejora escolar.

Por lo tanto existiendo familias “bien” constituidas o no, escuelas y grupos familiares estando conscientes que la colaboración aportaría eficazmente en la educación de los estudiantes aun se desconocen y no logran establecer vínculos que permitan potenciar sinérgicamente la gestión del aprendizaje de los mismos y al parecer los grupos de NSE bajo se enfrentan a mayores dificultades por deficiencias en el apoyo cognitivo, compromiso y recursos necesarios, lo que demanda ante la realidad chilena y oportunidades evidenciadas, la necesidad de fortalecer los vínculos entre la escuela y la familia, para incentivar y fortalecer el desarrollo social y los procesos de enseñanza- aprendizaje de los estudiantes, por lo que una manera, instancia y oportunidad favorable de hacerlo es a través de la Escuela para Padres, ya que, las actitudes de los(as) alumnos(as) serán positivas y elevarán sus rendimientos académicos ante incentivos de los padres y las familias lo cual puede ser enriquecido orientando a los padres de familia en la inteligencia emocional, hábitos de estudio y contribuyendo en su enriquecimiento cultural.

Familia y su relación con el aprendizaje de los alumnos geográficamente:
Por otro lado, existe un consenso entre los educadores, padres y el público en general que la calidad de la educación se beneficia cuando los padres se dedican más a la educación formal de sus hijos sin embargo no existe receta de cómo idear alguna táctica para que los padres realmente comprendan la importancia de su liderazgo en los aprendizajes de los estudiantes. Más aún, esta relación de deteriora en los estratos socioeconómicos más bajos, donde el nivel de escolaridad de los padres es bajo y no existe la confianza necesaria para acceder a la educación, como medida de generación de movilidad social de sus descendientes.

A ello, se le suma la cercanía o lejanía de los centros de estudio, principalmente en zonas del país, donde los estudiantes dedican gran parte de su tiempo al traslado, en desmedro del potencial trabajo que podría realizarse en familia, siempre y cuando ésta sea un aporte eficaz en las competencias que un alumno debe adquirir con el tiempo. En este sentido, la acción de la escuela como facilitadora de la participación de los padres en el proceso educativo es fundamental, pudiendo generar una alianza familia-escuela, que establezca un clima escolar, no sólo en el establecimiento sino también en los hogares de los estudiantes.

Estudios recientes indican que cuando la familia participa en las actividades escolares y se involucra con la tarea escolar de sus hijos e hijas, éstos tendrán más oportunidades de sobresalir académicamente.

Las propuestas para disminuir los efectos geográficos, ligados a las distancias entre las escuelas, los alumnos y sus familias pasan por:
- Transmitir a las nuevas generaciones conocimientos que han sido adquiridos paulatinamente de generaciones anteriores.

- Buscar en la educación las aptitudes naturales y de origen para desarrollarlas y contribuir de ese modo a la formación de su personalidad.

- Desarrollar en el educando habilidades y destrezas, pero principalmente inculcarle valores humanos, que de alguna manera orientarán su vida, asociadas a su familia y entorno.

- Despertar, mantener y acrecentar en los integrantes de la comunidad el interés por elevar su nivel cultural y de sus familias.

Todo este proceso pasa por establecer medidas de gestión pedagógica y convivencia escolar que incluya de manera activa la relación alumno familia y establezca trabajos colaborativos entre profesores y familias, para alcanzar mejores resultados en los aprendizajes de los estudiantes, principalmente en zonas más alejadas y rurales del país, como un marco de mejora continua en la escuela.

La Escuela Para Padres como instancia de educación familiar orientada al apoyo estudiantil
Es necesario comenzar realizando una investigación y diagnóstico sobre la comunidad y las características familiares que forman a la misma, tomando el ejemplo de las experiencias personales según la institución a la que se pertenece, la estructura familiar podría presentar las siguientes características: nivel de escolaridad medio bajo, NSE medio bajo, alta cantidad de madres solteras y violencia intrafamiliar.

Se propone por lo tanto, la elaboración e implementación de un plan de mejoramiento continuo consecuente con la visión de la institución tomada como ejemplo la cual hace alusión a la “participación activa de la familia”, en donde se eduque e integre a la misma a través de las Escuelas para Padres. Primero, la planificación debe partir desde el líder educativo o líder-director ya que según lo trabajado en clases los efectos de los líderes son considerablemente mayores en escuelas que tienen circunstancias difíciles y/o se encuentran en entornos educativos más complejos, así también deberá preparar a su equipo docente para ser capaz de resolver problemas emergentes jamás abordados y de alta complejidad (Fullan, “Liderar en una Cultura de cambio”), el trabajo del plan de mejora será abordado en tres pasos:

a) Iniciación
Construcción de un plan de mejora según la planificación estratégica. Capacitación de los(as) Orientadores(as) en temas como violencia, drogadicción y sexualidad, encuestar a los padres y apoderados para cualificar su grado de involucramiento con la escuela utilizando instrumentos escritos como el propuesto por Raquel-Amaya Martínez en 1991 (Familia y Educación Formal), establecer tiempos bien definidos para/con los docentes la destinado a la preparación de las sesiones, fijar junto con ellos objetivos en común y reuniones de evaluación del plan.

b) Implementación
Motivación e influencia del líder-director sobre sus docentes para comprometer con el logro de objetivos, primera reunión entre Directivos y Padres y Apoderados, primera sesión entre Docentes y padres y apoderados para recoger las primeras necesidad familiares de cada curso que se involucren con los procesos de enseñanza-aprendizaje y abordables por el ámbito de influencia de la escuela, sesiones cada 3 meses reemplazable por la reunión de apoderados, enseñar y aconsejar a los padres en temas como manejo de situaciones de violencia, técnicas y hábitos de estudio, generación de ambientes propicios para el aprendizaje, motivación y generación de altas expectativas de sus pupilos y su influencia en su futuro.

Después de cada sesión realizar una evaluación de los resultados de las mismas a través de índices como rendimiento académico, comportamiento estudiantil en lo disciplinario, reaplicar encuestas a los padres, intercambio de prácticas docentes, etc.

c) Institucionalización
Establecer la estructura de las sesiones y desarrollo de la Escuela para Padres como parte de las políticas institucionales y anexo a la Planificación Estratégica a través del Plan de Mejora.

La autoestima de los(as) estudiantes se construye en base a su apariencia y apoyo familiar o círculos cercanos, así también el fracaso escolar puede estar asociado a la escolaridad de los padres, nivel socioeconómico y poder de adquisición de libros (Martínez y Álvarez, 2005), por lo tanto la Escuela para Padres será una importante e influyente instancia para amortiguar, cubrir de alguna manera constructiva y dirigir las expectativas del alumnado a través de la educación de los padres así ayudándolos a salir de su círculo social desfavorable en base a la construcción de posibles altas expectativas de vida.

CONCLUSIÓN
Las escuelas pertenecientes a NSE bajos corren peligros de presentar estudiantes con bajos rendimientos por sus orígenes familiares, los mismos, serán influenciados por falta de recursos de estudio en sus hogares, desmotivación por parte de familias mal constituidas y bajo capital cultural familiar, sin embargo, el ambiente familiar tranquilo, constructivo y altas expectativas de los padres y apoderados puede revertir situaciones de abandono y/o fracaso escolar siempre y cuando los padres y apoderados sepan manejar y dirigir dichas situaciones, por lo que se hace tremendamente necesario y enriquecedor elaborar un plan de mejora continua basa en la Escuela Para Padres para educarlos sobre cómo elevar las expectativas y autoestima de los estudiantes a través de la enseñanza de técnicas de estudio, visión de la vida y establecer metas personales.

Se hace evidente entonces que la influencia de la familia en las expectativas y rendimiento educativo de los(as) estudiantes es determinante.

Extraído de
Módulo:
Liderazgo pedagógico y gestión del aprendizaje
Profesor:
Pedro Montt L.
Integrantes: Eduardo Contreras Rodrigo Cruces Rodrigo Espinoza Fabián Rabi Guillermo Tapia

domingo, 16 de diciembre de 2012

¿Somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos?


Los siguientes párrafos, extraídos del libro "Educar sin gritar", nos ayudan a reflexionar sobre la importancia de tener la capacidad de perdonarnos a nosotros mismos, en el camino de ser mejores padres.



Si nuestro hijo tiene problemas, será porque algo habremos hecho mal nosotros”. Algunos padres se repiten esta idea una y otra vez, mientras sus dudas no paran de crecer. La aparición de conductas problemáticas en el hijo suele llevar a sus padres a preguntarse en qué han fallado:


• ¿Deberíamos haber pasado más tiempo juntas?

 • ¿No le demostramos suficientemente nuestro afecto?

 • ¿Teníamos que haber dialogado más?

 • ¿No supimos hacer valer nuestra autoridad?

 • ¿Deberíamos haber sido más severos?

 • ¿Puede ser consecuencia de los problemas en nuestra relación?

 • ¿No supimos entenderlo?

 • ¿En qué nos equivocamos?


Algunos padres no necesitan ni tan siquiera del reproche del hijo para sentirse culpables.

 Aunque a veces se pierdan los nervios y se llegue a hablar mal a los hijos, en la mente de éstos no sólo quedan hechos puntuales, sino también el sentir del día a día. Somos seres humanos, y no somos infalibles. Es natural perder la paciencia en ocasiones, pero esto no significa que uno se autocalifique como  «mal padre» o «mala madre». El hecho de darnos cuenta, tomar conciencia de que podemos avanzar en el autocontrol, y el deseo y la intención de hacerlo mejor, son elementos muy importantes, y a veces casi suficientes para que se produzcan los cambios deseados.


Los sentimientos de culpa difícilmente contribuyan a mejorar la situación, y ayudan poco a la hora de buscar soluciones. Habitualmente lo que hacen es empeorarla y terminan por enturbiar la relación. Sumergen al progenitor en la inseguridad y lo convierten en rehén de su propia culpabilidad. El hijo, aunque esté descontento también con la situación, puede incluso aprovecharse de ella.


En no pocas ocasiones se pierde demasiado tiempo y energía poniéndose a la defensiva, buscando justificaciones o echando la culpa al cónyuge, al hijo o a la «juventud de hoy». A perdonar se enseña perdonando, comprendiendo las equivocaciones, disculpando los errores. Es difícil perdonar a los hijos cuando el nivel de exigencia e intransigencia es desproporcionado. E igualmente será difícil enseñarles a disculpar también a los  demás si los padres no son capaces de perdonarse a sí mismos por sus errores.


Los padres no son infalibles. Son seres humanos que pueden equivocarse. Pero en el propósito de la mayoría está el abordar la tarea educativa con la mejor intención posible. Es necesario reducir esa acusada tendencia a la culpabilidad con la que muchos padres pierden todo un caudal de energía que podrían aprovechar para poner remedios, cambiar y emprender nuevas prácticas educativas.



De
Educar sin gritar, de Guillermo Ballenato.
Editorial El Ateneo.

sábado, 8 de diciembre de 2012

La participación de los padres de familia en la educación


Existe unanimidad en considerar a la familia y la escuela como socios de un complicado emprendimiento, la formación de las nuevas generaciones. Hay ámbitos donde la familia es el actor principal, y la escuela colabora, pero en otros sucede lo contrario ¿Qué rol desempeña cada institución?



El siguiente texto es la ponencia que la doctora Marcela Chavarría Olarte de la Universidad Panamericana dictó en el Primer Coloquio: la Participación de Padres de Familia en la Educación, organizado por el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe). Es importante rescatar sus reflexiones sobre uno de los puntos imprescindibles en el ámbito educativo: la participación de los padres en la educación. En su conferencia titulada “La familia como agente educativo primario”, la ponente opina sobre la naturaleza educativa de la familia y su función y trascendencia como agente educativo primario.


Reflexionar sobre la naturaleza educativa de la familia y comprender su función y trascendencia como agente educativo primario es una tarea fundamental. En este sentido, es necesario centrarse sobre algunas de las relaciones interpersonales en la familia para darse cuenta que tienen, sin duda, un significado educativo. Ser padre, madre, hermano o esposo implica una intención educativa en la familia; se forma parte del ámbito natural para nacer, crecer y vivir con la dignidad de personas. Asimismo, la familia es la instancia educativa primaria, pues ahí se inicia el proceso de perfeccionamiento de todas las facultades específicamente humanas.


Recordemos que en la familia se distinguen características básicas que la hacen distinta de la relación animal. Hay tres diferencias clave. En primer lugar, la comunicación de afecto y valores entre los integrantes es la relación como individuos que nos identifica y nos personaliza; por lo tanto, la familia humana es un espacio en el que los progenitores le transmitan algo más que la vida biológica a sus hijos, les transmiten afectos, valores, costumbres. La paternidad es una función que se ejerce poniendo en juego la inteligencia y la voluntad, y consistirá, precisamente, en establecer una relación inteligente y libre con los hijos que les ayude a desarrollar sus capacidades.


La segunda diferencia es la convivencia entre padres e hijos, la cual se prolonga por años de manera directa en función de las necesidades racionales de desarrollo de los hijos, y de manera indirecta por toda la vida. La tercera diferencia es que en la familia humana se mantienen tres estratos de relaciones interpersonales, tres generaciones: abuelos, padres e hijos, lo cual entre los animales irracionales no sucede.


La familia es una relación compleja, humana, profunda, distinta, en donde la relación biológica y la procreación no son más que un punto de partida, pero no su esencia. La familia es una comunidad natural duradera, una unidad de vida humana, en la que converge el desarrollo biopsicosocial de varias generaciones en forma interdependiente.


En este sentido, la familia es una estructura social básica de naturaleza educativa, pues su finalidad esencial es perfectiva en estricto respeto de la naturaleza humana, y también porque allí nos educamos todos, es decir, perfeccionamos nuestras capacidades naturales. En el seno familiar recibimos los primeros elementos para nuestro proceso de perfeccionamiento humano, actualizamos nuestras potencialidades, aprendemos a ser mejor hoy de lo que éramos ayer.


La paternidad es una misión de vida que rebasa un proceso biológico, es una relación en la que se comunican costumbres, ideas, cualidades, defectos y valores. Esto lleva a definir, entonces, que el significado esencial de la paternidad es estrictamente educativo.


Por otro lado, la relación entre hermanos también es una relación educativa porque brinda la experiencia de compartir ropa y comida y, además, plantea la posibilidad de discusiones, reconciliaciones y el perdón, lo que prepara para resolver los conflictos derivados de la convivencia social.


La familia, ámbito de responsabilidad educativa Existen consejos de participación social en donde se propicia la participación de los padres. Sin embargo, aún no se comprende cabalmente, incluso en el ámbito legislativo e institucional, que el papel de los padres en la educación no es de colaboradores de la escuela. La labor de los padres en la educación es el de ser los principales educadores de sus hijos, por lo tanto, cuando se habla de educación de los padres en la escuela o de vinculación familia-escuela, más que hablar de los padres como colaboradores, se tendría que hablar de la escuela como colaboradora de los padres o, por lo menos, de un binomio real de colaboraciones escuela-familia.


La familia tiene áreas de responsabilidades específicas que forman parte de la educación integral y sin las cuales una persona no funciona adecuadamente en la sociedad; por ejemplo, la educación de los afectos. Un profesor de educación básica puede educar en el ámbito del respeto, pero si el niño no es respetado en su ambiente familiar, entonces nunca entenderá realmente dicho valor. Una profesora puede tratar de educar sobre la honestidad, y tal vez el niño manifestará conductas aparentemente honestas en el ámbito de la escuela, pues aprende que ahí las cosas funcionan así, pero si en su familia es un valor desconocido, entonces en realidad no se está apropiando genuinamente de él. Se adquiere una doble moral, donde las conductas escolares son para la escuela y las conductas familiares para la familia, mientras que en la vida real, en la sociedad, todo es relativo. Entonces la educación de los afectos, que aterriza en la formación moral y en la formación cívica, y que éstas a su vez incluyen la formación de hábitos y actitudes de conducta, es fundamentalmente un área de responsabilidad de los padres, y los profesores somos sus colaboradores.


La formación intelectual es una responsabilidad prioritaria de la escuela, y ahí los padres son nuestros colaboradores. Existen áreas de responsabilidad que se comparten de una manera más equilibrada, pero hay otras en las cuales cada ámbito tiene que hacer su parte. Entonces, culturalmente la familia tiene áreas de responsabilidad especiales, y al hablar de vinculación familia-escuela es necesario respetar el papel prioritario de los padres como primeros y principales educadores.


El reto de los educadores consistiría en ser agentes activos en favor de la familia para que ésta cumpla su función. Los maestros y las maestras deben realizar un esfuerzo cotidiano en sus propias familias e impulsar a su vez los esfuerzos en la familia de sus educandos por medio de la orientación.


La misión principal como profesional de la educación es orientar a los padres para que asuman con responsabilidad y eficiencia su función de principales educadores de sus hijos. Así, la vinculación familia-escuela y la participación de los padres en el ámbito escolar deben suceder más en términos de orientación educativa para padres de familia y no tanto que la familia limite su participación a asuntos administrativos, cívicos o de infraestructura.


Si reconocemos a la familia como el agente educativo primario, reconoceremos que trabajar y velar por la familia es hacerlo por nuestra plenitud como personas y como género humano.



Extraído de
La participación de los padres de familia en la educación
La familia como agente educativo primario
Marcela Chavarría Olarte
Alas para la equidad.
Órgano informativo del Consejo Nacional de Fomento Educativo,
Año 4, No. 38, marzo-abril, 2012


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