Concepto de voluntad
La palabra
voluntad procede del latín voluntas-atis, que significa querer. Por tanto, la
voluntad es una facultad superior en la persona que nos lleva a querer algo, es
decir, es un acto intencional, de inclinarse o dirigirse hacia algo.
La voluntad es la
capacidad suprema pues es la que tiene la última palabra sobre nuestras acciones,
ya que la inteligencia informa de posibilidades pero la voluntad decide qué es
lo que va a hacer la persona.
Decimos que un
acto es voluntario en la medida que está realizado con conocimiento de lo que
hacemos y con libertad. La mayor parte de las acciones humanas son voluntarias,
en cuanto que sé lo que estoy haciendo y además soy libre para hacerlo. Al
contrario, cuando faltan esas dos características, se habla entonces de los
actos del hombre, como pueden ser la circulación sanguínea, la dormición, etc.
En el proceso del
acto voluntario se dan las fases siguientes:
a) Plantearse un
fin a alcanzar
La conducta se
mueve por metas, por fines que me propongo y que trato de conseguir mediante
acciones más o menos fáciles o difíciles. Los fines es lo primero que se da en
la intención aunque sea lo último en conseguirlo.
La facultad que
actúa en esta fase de proponerme fines, es la inteligencia que indica las metas
a alcanzar. Esta meta puede ser más o menos clara, sin que tenga interferencias
mi inteligencia para decidir. Ahora bien, en cuanto que la persona es un todo
unitario de inteligencia, sentimientos, pasiones, etc, sucede que lo afectivo
"obligue" a la inteligencia a proponerse objetivos claramente
pasionales. Son las "razones del corazón" que la inteligencia no
llega a comprender.
b) Deliberación de
los medios para conseguir el fin
En esta fase la
voluntad trata de encontrar qué medios o estrategias pongo en marcha entre los
que dispongo o conozco para tratar de conseguir el fin que me he marcado.
Cuanta más
información, datos, cultura tenga la inteligencia, más medios encontraré para
conseguir la meta que me he propuesto. Es una fase de acopio de medios para un
fin, por tanto, cuanto más medios se me ocurran, más posibilidades tengo para
elegir los más idóneos para la meta que me he propuesto, y en consecuencia más
libre seré en las decisiones que tome.
c) Decisión
Es el acto propio
de la voluntad, es cuando elijo y quiero unos medios concretos para conseguir
la meta que me he marcado. Elegir unos medios conlleva que hay otros que he
tenido que dejar de lado, por no ser idóneos para la meta que me he marcado.
La inteligencia,
las tendencias humanas descubren metas a realizar, a conseguir, la decisión las
concreta, y mediante la ejecución, aquello se hace operativo. Por eso, la
voluntad consiste en preferir, en escoger una posibilidad entre otras y
llevarla a término.
d) Ejecución
Una vez que he
decidido, el último paso en el acto voluntario es la realización de lo
decidido, a pesar de las dificultades que se me puedan presentar. Este momento
es el que requiere de la persona recursos de acción mayores para llevar a la
práctica, lo que entiende que debe de hacer. Es también en este momento cuando
puedo notar las dificultades, obstáculos que se me interponen y que me
dificultan enormemente la consecución de la meta.
La falta o carencia
de voluntad se llama abulia o nolición que significa no querer. La abulia se
presenta en cada una de las fases anteriores o en varias de ellas, así se puede
hablar de abulia de metas o fines, abulia de deliberación, cuando no termina el
proceso deliberativo. Abulia de decisión, cuando no decide, por estar dándole
vueltas a las cosas, que si sí, que si no. Abulia de ejecución, cuando no
realiza lo decidido.
Hay que aclarar la
distinción entre desear y querer, el deseo se manifiesta en el plano emocional,
afectivo, sentimental, que con relativa facilidad aparece y desaparece. El
querer se manifiesta en el plano de la voluntad y ha mediado el proceso
enunciado anteriormente, tiene estabilidad y determinación.
El deseo se da con más frecuencia en el adolescente y no se
traduce, ni conduce a casi nada. El querer es propio de la madurez y tiene
capacidad de conducir a la meta mediante los ejercicios específicos que se
proyectan en la dirección marcada.
Clases de voluntad
Podemos apuntar varias clases de voluntad:
Según la
determinación que muestra:
a) Voluntad inicial: Es la voluntad capaz de romper la
inercia y poner en marcha a la persona hacia el objetivo que aparece ante ella,
hay que decir que si no hay constancia vale de poco, pues cuando surjan las
dificultades abandonará de inmediato.
b) Voluntad perseverante: En ella intervienen elementos como
el tesón, el empeño y la firmeza, y se va robusteciendo a medida que esos
esfuerzos se repiten. Con una voluntad así se puede llegar a cualquier
propósito.
c) Voluntad capaz de superar las frustraciones: La
frustración es el obstáculo que aparece entre mi y las meta a conseguir, que
deja en mi una sensación de fracaso. La frustración es necesaria para la
maduración de la personalidad, el hombre fuerte se crece ante las dificultades,
que son superadas a base de volver a empezar.
d) Voluntad para terminar bien la tarea comenzada: No se
trata de empezar una tarea con buen ánimo, sino se trata de poner las últimas
piedras de lo que se comienza y hacerlo bien, ello exige un entrenamiento
diario.
Según el móvil que
tenga nuestra voluntad:
1.- Consecución de metas relacionadas con el aspecto físico.
Cuando es capaz de movilizar las energías por la consecución de cualquier meta
corporal, física, pensemos en las dietas modernas de adelgazamiento, que llevan
consigo un enorme sacrificio en la comida. El deporte en tantas facetas, la estética
corporal, etc.
2.- Consecución de metas de ámbito social. Por medio de este
móvil se pueden conseguir habilidades en la comunicación interpersonal, vencer
la timidez o la dificultad de expresarse en público, etc.
3.- Consecución de metas de ámbito académico y cultural. La
capacitación profesional eficiente, es uno de los móviles más fuertes en
nuestra sociedad competitiva. La cultura hace al hombre más libre y con más
criterio. Ser culto es ser rico por dentro, tener más claves para interpretar
de forma correcta la vida humana.
4.- Consecución de metas referentes al prestigio y ámbito
económico. En la sociedad de consumo necesitamos de dinero para tener cosas, es
el ídolo al que hoy se le rinde adoración. Plantea el dilema del ser o tener.
Por otra parte, el prestigio, la valía que tenemos ante los demás, es otro
móvil importante.
5.- Consecución de metas espirituales. Busca los valores
naturales y sobrenaturales. La necesidad de llenar el vacío interior, la
búsqueda de la trascendencia que va más allá de lo material.
Según la meta
requerida:
I.- Voluntad inmediata. Cuando la consecución del fin
propuesto, requiere un ejercicio de inmediato de la voluntad, para poder
alcanzar la meta a corto plazo.
II.- Voluntad a medio plazo. Cuando la consecución del fin
que se ha propuesto, requiere el ejercicio de la voluntad durante semanas o
meses para poder alcanzar la meta.
III.- Voluntad a largo plazo. Cuando la consecución del fin
que se ha propuesto, requiere el ejercicio de la voluntad durante bastante
tiempo –años- para alcanzar la
meta. Es quien ha aprendido a esperar, y a sembrar.
Criterios en la
educación de la voluntad
Aclaremos de
entrada lo que implica educar:
• Educar es
ayudar a alguien para que se desarrolle de la mejor manera posible en los diversos
aspectos que tiene la naturaleza humana.
• Educar es
instruir, formar, pulir y limar el interior de la persona para que se vuelva
más armónica y sea capaz de gobernarse a si misma.
• La mejor
educación pretende sacar de si mismo lo mejor que tiene. Sacar la obra de arte
escultórica del bloque de mármol bruto que somos cada uno al nacer.
Enrique Rojas en un
artículo publicado en un diario sobre la educación de la voluntad, propone los
siguientes criterios o reglas:
1º La voluntad necesita un aprendizaje gradual.
Este aprendizaje se consigue con la repetición de actos en
donde uno se vence, lucha y cae, y vuelve a empezar. La repetición de actos es
lo que se entiende por hábitos. La gran ventaja que tienen, es que reducen
considerablemente el coste de esfuerzo para la persona cuando realiza
actividades a las que está habituado, sin ellos realizar la misma tarea supone
más esfuerzo.
Por ello, uno de los objetivos que tiene la educación
especialmente en los primeros niveles es crear hábitos, por lo que implica de
cimentación para construcción posterior del edificio educativo. Hay que
adquirir hábitos positivos mediante la repetición de conductas de forma
deportiva y alegre.
En las primeras
etapas evolutivas es donde hay que prestar una especial importancia a la
adquisición de los hábitos en los diversos campos: aseo, orden, urbanidad...
Posiblemente costará esfuerzo, puesto que la voluntad está aún en estado
primario, sin dominar, pero el resultado lo notaremos de inmediato, ya que
estamos poniendo las bases del edificio educativo.
2º Para tener voluntad hay que empezar por negarse o
vencerse en los gustos, los estímulos y las inclinaciones inmediatas.
La educación de la
voluntad tiene un trasfondo ascético, de lucha, de superación sobre todo cuando
se empieza. Hay que tener espíritu deportivo para un día y otro realizar lo
mismo, hasta habituarnos y por tanto, hacer las cosas con menor esfuerzo. Este
es el gran beneficio de la voluntad educada y liberadora. Liberación no es
hacer lo que uno quiere o seguir los dictados inmediatos de lo que deseamos,
sino vencerse en las cosas pequeñas diarias para alcanzar las mejores cimas de
propio desarrollo.
La supresión de
obligaciones y de constricciones exteriores, el dejarse llevar por los
estímulos del momento.... pueden proporcionar cierta tranquilidad de momento,
pero muy pronto deja al descubierto las carencias de esa personalidad. Lo
explica el texto de Nietzsche: "No te pregunto de qué eres libre, te
pregunto para qué eres libre".
La tarea de los
padres es hacer atractiva la responsabilidad, el deber y las exigencias
concretas, para que no sea algo tedioso.
3º Tener objetivos claros, precisos, bien delimitados y
estables.
Saber qué es lo que
quiero. Cuando esto es así, se ponen todas las fuerzas en ir adelante, los
resultados positivos están a la vuelta de la esquina. Por eso
produce sensación de plenitud aplicarse a las metas que me he propuesto, siendo
capaz de apartar todo lo que pueda distraernos o alejarnos de las metas. Querer
es pretender algo concreto y renunciar a todo lo que distraiga y desvíe de los
objetivos trazados.
Una meta cuanto más
clara está a alcanzar para mí, más capacidad tiene de remover todas las
energías y de superar todos los obstáculos hasta su consecución. Podemos decir
que la fuerza de voluntad está en razón directa de la claridad de metas que
tenga. Nos sucede como al automovilista que va por la carretera y de pronto
pasa por un banco de niebla, la respuesta inmediata es reducir la velocidad
porque no ve lo que tiene por delante. A nosotros nos sucede lo mismo,
reducimos nuestra fuerza de voluntad porque no vemos lo que tenemos por
delante.
4º La educación de la voluntad es un proceso de
entrenamiento, especialmente en sus comienzos.
El desarrollo de
cualesquiera de las capacidades implica siempre un entrenamiento. Recibimos al
nacer potencialidades pero éstas se desarrollan en la medida que nos
entrenamos, que practicamos, y así poco a poco somos más eficientes en aquello.
La voluntad no es
una excepción a esta regla general de las facultades o capacidades, por eso en
los comienzos es cuando exige esfuerzo la repetición de los actos para afianzar
la voluntad. Luego
también seguirá costando pero menos, porque empieza a generarse un hábito que
constituye un germen de la voluntad, ya va estando afianzada, ya va echando
raíces.
El entrenamiento se
ha de realizar tanto en el ambiente familiar como en el escolar. De ahí la
conveniencia que exista una colaboración entre la familia y centro educativo.
5º Los instrumentos de la voluntad son: el orden, la
tenacidad, la disciplina, la alegría y la mirada puesta en la meta.
La voluntad para su
desarrollo y crecimiento necesita de un hábitat que es el cortejo de valores
que la acompañan y posibilitan su afianzamiento. Uno primero, es el orden, en
los diversos planos, es decir, en la jerarquía de valores, orden en lo que
tengo que hacer, orden para ponerme a estudiar en el momento previsto...
Tenacidad como el
valor que me hace perseverar a pesar de las dificultades, de las caídas, de las
omisiones....Es el volver siempre a empezar, a no conformarse, a no quedarme en
la cuneta con lamentaciones estériles.
El valor de
disciplina para saber qué es lo que tengo que hacer y hacerlo, al margen de mis
estados de ánimo, de mis ganas.
La alegría porque
la autoexigencia puede resultar tediosa, dura. Necesito de la alegría como del
aceite lubricante para que los roces y asperezas que conlleva el entrenamiento
de la voluntad, sea asequible y atractivo a la persona.
6º Adecuación entre fines y medios, entre mis capacidades y
las metas que me he marcado
Ha de existir
proporcionalidad, adecuación entre los fines y medios para conseguirlos, entre
mis capacidades y las metas que me propongo. El desajuste entre ellos es una
fuente de frustración y fracaso, con el efecto paralizante que ello tiene.
Adecuar esos
binomios precisa que la persona tenga el suficiente autoconocimiento para que
mis metas no sean más altas que mis capacidades y por tanto, prácticamente
imposible de conseguir, o al revés, que teniendo más posibilidades mis metas
sean pobres para lo que puedo conseguir.
Fuente
Escuela de Padres
MEC
Ministerio de Educación de España