domingo, 28 de noviembre de 2010

Familias con la Escuela

Renovación del pacto educativo entre la familia y la escuela
Introducción
Con este cuadernillo, el primero de una serie de tres que se irá entregando a las escuelas, se pone en marcha en la Provincia el Programa “Familias con la Escuela”. A todos nos parece evidente la importancia que tienen los adultos que conviven con los niños/as de nuestra escuela en sus hogares, barrios urbanos o comarcas rurales, para que los niños logren sus objetivos escolares y su maduración como personas. Lo que este Programa se propone es ayudar a que cada escuela mejore su vínculo con esos adultos. No estamos invitando a los docentes a invadir el terreno familiar.
No es una incumbencia de la escuela enseñar a los padres y/o adultos de referencia de nuestros alumnos a cumplir su rol de educadores. Si hay algo que podríamos poner como lema general de esta propuesta sería “no nos enjuiciemos”. Ojalá, más bien, nos comprendamos, nos comuniquemos y lleguemos a acuerdos concretos de cooperación entre las familias y la escuela. Para abordar esta temática reservamos el espacio de nuestros encuentros institucionales del año. Allí iremos recorriendo los diversos aspectos, temas y problemas de nuestra relación cotidiana con las familias. La producción de la institución tendrá dos momentos:
a) Un primer producto consistirá en que cada escuela haga un recorte para el análisis de sus prácticas habituales en la relación con las familias, decidirá dónde va a poner el foco de reflexión. Este cuadernillo ofrece recursos para hacerlo. La Dirección Provincial de Nivel solicitará alguna muestra de las diversas focalizaciones que hagan las escuelas para diseñar su estrategia de acompañamiento.

b) Un segundo producto esperado para la última etapa del año es el diseño de una experiencia de innovación controlada. Los cuadernillos darán elementos muy sencillos, casi artesanales, para diseñar estas experiencias. Al final de este año y en la primera parte del próximo se hará la aplicación y control de esta innovación verificando su valor para mejorar los acuerdos con las familias.

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Las escuelas cuentan con el apoyo de un Equipo de Referentes Provinciales, el cual está formado por representantes de todas las regiones geográficas. Ellos están a disposición de todas las escuelas para atender consultas, apoyar y acompañar. Todos los directores de las escuelas recibirán los nombres y el modo de comunicarse con estos referentes. Este material que hoy llega a sus manos pretende acompañar a las escuelas en este desafío de renovar el pacto educativo de base entre las escuelas y las familias.

La participación de las familias en el Programa
Todos sabemos que colocar al otro en la posición de destinatario pasivo que sólo recibe y acata no es la mejor manera de convocarlo a apropiarse de una propuesta. Por este motivo, los adultos referentes cotidianos a cargo de los/as alumnos/as no debieran ser sólo destinatarios, sino fundamentalmente protagonistas de este proceso. Cada escuela podrá optar por diferentes formas y grados de implicación de las familias; mencionamos sólo algunas:

a) Las familias son informadas y se consulta su parecer sobre los temas y propuestas en discusión, a través de un soporte escrito de consulta (muestra, encuesta, etc.). b) Las familias participan desde sus propios hogares enviando sus aportes a la escuela. c) Las familias son invitadas a uno de los encuentros institucionales con suspensión de actividades, en el que participarán junto al cuerpo docente. d) Las familias son invitadas a participar del comité organizador del Programa con los directivos y docentes de la escuela. e) Las familias son convocadas a jornadas de trabajo. f) Se prevé la realización de una asamblea entre familias, docentes y directivos de la escuela. Cada escuela tomará una o más entre estas opciones, o propondrá alguna forma de integración que no esté aquí prevista. Pero será decisivo que las familias tomen la palabra, que los escuchemos abiertamente y que sean consultados en los pasos que vamos a dar.

Concentrarse en la incumbencia profesional
Queremos repetir la idea: no se trata de juzgar, ni de dar consignas a las familias sobre cómo educar a sus hijos. Lo que cada familia hace en su hogar cotidianamente no es nuestro campo de incumbencia.

Tampoco lo es evaluar sus costumbres, sus creencias, sus valores o su modo de resolver los problemas cotidianos en casa. Nuestra zona de incumbencia es ocuparnos de nuestras propias prácticas institucionales y profesionales: de comunicación, de convocatoria, de construcción de acuerdos y de cooperación con las familias. Cada escuela ha construido un modo de abordar y resolver su relación con los adultos a cargo de los alumnos. Esta práctica tiene raíces en la tradición y la cultura de cada escuela. Allí somos potentes para actuar. Hay muchas cosas que nos preocupan pero debemos ser capaces de concentrar nuestra energía en las cosas que nos incumben.

El profesional reflexivo
Una estrategia que promueve cambios positivos es la confianza puesta en el cuerpo docente de las escuelas. Hay en marcha muchas experiencias válidas en relación con las familias, que será válido difundir y compartir. Pero toda mejora en la escuela supone un tránsito hacia una mayor profesionalización docente. Algo que caracteriza a los profesionales es el estar en constante modificación y aprendizaje. El profesional no encuentra trivial ningún aspecto de lo que hace. El profesional aborda su práctica cotidiana como un material que da para pensar, para experimentar innovaciones y aprender. Profesionalizar al docente es también reconocer que hay un saber que sólo él tiene. Es el saber del contexto real de trabajo. No se trata de bajar recetas estandarizadas ni de que las escuelas adapten sus prácticas a las teorías sino de que las teorías se pongan en función de los problemas de la práctica. Es necesario el saber académico, pero el docente está llamado a hacer un uso reflexivo de ese saber. Sólo cada docente puede dar respuesta a su situación única que no está prevista en ningún compendio teórico. Ésta es la propuesta: profesionalizar nuestra relación con las familias, observar nuestra actuación, reflexionar sobre sus supuestos tácitos, replantear nuestro rol con ellas, definir con claridad nuestros problemas y diseñar cursos de mejora. Es más difícil observarse a sí mismo que observar a los otros. Este es el desafío: convertir nuestra práctica profesional en objeto de nuestra propia reflexión.

Escuela y familia hoy
Las grandes transformaciones del Siglo XX
Deberíamos evitar que la concentración en nuestro ámbito de trabajo nos haga perder de vista el contexto general en el que estamos insertos. Sabemos que la historia humana es susceptible de múltiples interpretaciones según los diferentes marcos conceptuales o modelos mentales con que se la analice. Conscientes de esa relatividad, nos enfocamos en tres series de grandes fenómenos ocurridos muy particularmente a partir de la segunda posguerra, o sea desde mediados del siglo XX, y que consideramos directamente relacionados con el tema que nos ocupa, la educación de los niños por parte de las instituciones adultas. Estas tres transformaciones son: el fenómeno tecnológico, el fenómeno femenino, el fenómeno juvenil.

El fenómeno tecnológico
Cuántas cosas que hoy nos resultan habituales fueron absolutamente ignoradas por nuestros antepasados. Algunos de estos avances se han vuelto necesidades para amplios sectores de la población y, lamentablemente, permanecen como inalcanzables y ajenos para otra porción desfavorecida de nuestra sociedad; entre otras, ellas son: electricidad, antibióticos, radio, teléfono, avión, automóvil, agua corriente, calefacción, computadoras, televisión… Lo repetimos: estos bienes se distribuyen de manera muy desigual, pero su impacto es abarcativo ya que no son sólo bienes materiales sino también parte de un entramado, símbolos y significados colectivos, al que podríamos llamar cultura tecnológica. Dicha cultura atraviesa todas las capas sociales y, aún aquellas que no pueden disponer de estos avances tecnológicos incorporan su simbolismo al menos como aspiración y, también, como pauta de interacción.

El fenómeno femenino
Siguiendo el mismo esquema del apartado anterior, podemos pensar cuántas cosas que parece habitual que las mujeres hagan en la actualidad, no sólo eran imposibles, sino absolutamente impensables en otras épocas: sufragar, gobernar, ejercer todo tipo de oficios y profesiones, etc. Nunca tantas mujeres, en tantos aspectos, pudieron hacer tantas cosas. Este reconocimiento mayor a la igualdad de derechos entre los géneros es uno de los avances más significativos de la historia reciente, aunque, como en todo proceso humano, siempre hay camino por recorrer y pueden existir efectos paradójicos (ej.: sobrecarga de roles y de trabajo en la mujer). En general, podemos afirmar que el desarrollo emancipatorio de la mujer supone un refuerzo de la autonomía humana.

El fenómeno juvenil
Los niños nacidos durante la última guerra mundial y su etapa de posguerra en el siglo XX son indicados como los protagonistas de un movimiento juvenil cultural relevante a nivel mundial. Esa generación protagonizó, como reacción a la inmensa catástrofe, una descomunal rebelión juvenil expresada de mil modos y claramente connotada como una gigantesca denuncia a la sociedad tradicional: desde el hippismo a la filosofía existencial, desde el rock hasta los movimientos de liberación, desde la “antipsiquiatría” a la “antiescuela”. Con todas sus derivaciones, ese movimiento, que de algún modo aún vive, parece haber marcado un antes y un después. Los jóvenes han pasado a constituirse en actores sociales importantes con su propio lenguaje, su dominio de la tecnología, sus pautas de interacción, su desenfado y una desconfianza bastante generalizada en el milenario principio de que haber vivido más, autoriza a prescribir cómo vivir mejor.
También aquí reconocemos una autonomía en expansión. Se da en estos tres fenómenos un ejemplo claro de los efectos paradójicos que se producen en los cambios históricos. Todos estos cambios apuntan a una mayor autonomía de las personas; sin embargo, su efecto educativo es, más bien, desconcierto e incertidumbre. Esta situación ha provocado y sigue provocando innumerables perturbaciones en las pautas establecidas durante siglos por generaciones que se sucedieron en el tiempo casi sin cambiar detalle de su forma de vida. De manera particular, nos interesa el efecto producido en los vínculos intergeneracionales. Estos vínculos han entrado en crisis: a los adultos les resulta muy difícil a veces explicar a los niños y jóvenes el “por qué” de muchas cosas, y más aún fundamentar una respuesta coherente a los implacables “¿por qué no?” con que los acosan a cada paso. Durante siglos hubo respuestas preparadas para esas preguntas, pero muchas parecen haber perdido vigencia incluso para los propios adultos y muchos de ellos, desconcertados, desertan de sus responsabilidades y –al clásico modo pendular– pueden confundir “educar personas libres” con dejar a los niños y jóvenes “librados a sí mismos”.

Crisis del pacto entre adultos
Ya bastante complejas serían las cosas según lo descripto hasta acá. Sin embargo, debemos agregar una cuestión más: por las mismas condiciones ha entrado en crisis también el pacto adulto acerca de cuáles son las mejores formas de criar y educar a los menores a su cargo. Nos referimos, básicamente, a padres y maestros. Hasta hace unas décadas, unos y otros compartían en gran medida cierto catálogo de pautas heredadas acerca de lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo inconveniente, lo prudente y lo riesgoso. Había un acuerdo tácito que ponía a todos los adultos de un mismo lado a la hora de establecer normas y hacerlas cumplir; hoy ya no existe. La crisis del principio de autoridad incluida en la crisis vincular antes mencionada, no sólo se refiere a la relación adulto-niño, sino que también afecta las relaciones adulto-adulto e institución-institución. A la inversa de otros tiempos, muchos padres no atribuyen a los maestros la suficiente “autoridad” para evaluar la conducta intelectual o social de sus hijos, y a menudo reaccionan aliándose con sus hijos “a toda costa”. Muchos docentes “acusan” a los padres de los problemas escolares de sus alumnos y no consideran que haya en ellos o en la escuela demasiada responsabilidad al respecto. Muchas familias esperan que la escuela los reemplace consolidando en sus hijos actitudes y comportamientos socialmente adecuados, a la vez que les enseñe lo pertinente, los contenga en sus problemas y los “prepare para la vida”. La escuela, sobreexigida, reclama a los padres que les envíen chicos suficientemente “socializados”, con normas básicas incorporadas respecto de cómo resolver diferencias, aceptar las responsabilidades y los límites, respetar a los otros, etc. Y esas expectativas recíprocas, a más de desmesuradas, suelen ser planteadas más en un clima hostil de ataque y defensa que en uno de comprensión mutua y propuesta de colaboración. Clima este último que muy bien podría comenzar a desarrollarse a partir del reconocimiento mutuo, en cuanto a lo difícil de la tarea de cada uno y la necesidad de complementarse y ayudarse, superando la también esperable competencia surgida de la evaluación de cada institución sobre la tarea de la otra.

Propuesta de trabajo
:: ¿Estamos de acuerdo en la relevancia del fenómeno tecnológico, femenino y juvenil en la relación educativa entre adultos, niños y jóvenes? ¿Añadiríamos otro aspecto sociocultural de fuerte influencia?
:: Si tuviéramos que expresar en una imagen la relación escuela-alumnos-familias, ¿qué imagen elegiríamos y por qué? (Por ejemplo: tres islas, dos veredas, un barco con tres tripulantes, un campo de batalla, una red, otros.)
:: Recordemos las dos últimas entrevistas que cada uno ha tenido con familias de nuestros alumnos. ¿Hace cuánto tiempo fue?, ¿cuál fue el motivo?, ¿qué sentimientos experimenté al terminar esas entrevistas?, ¿creo que hay un acuerdo educativo entre docentes y adultos a cargo de los alumnos?

El rol adulto en el crecimiento y desarrollo de los niños
Los adultos en la construcción de la subjetividad del niño
Los adultos juegan un rol decisivo en la construcción de la identidad del niño. La primera referencia es justamente una referencia de identificación. Los niños toman de los adultos cercanos que cuidan de ellos el material para construir el ideal de sí mismos. Hay una modelación de la propia identidad desde la representación del otro.

La primera manera de ser uno mismo es desear parecerse a otro. Puede asustarnos a los adultos ocupar este papel tan importante y sentirnos sin las cualidades requeridas para cumplirlo. Pero, en realidad, no sólo es inevitable sino también deseable que los modelos de referencia no sean perfectos. Esto es así porque la construcción de la identidad supone un segundo momento de desidentificación, de toma de distancia1, e inclusive de separación. Pensemos en el símbolo del parto: si no hubiera separación entre la madre y el hijo, éste nunca comenzaría su propia vida. Existe, entonces, un segundo movimiento de construcción de la propia identidad que consiste en diferenciarse del otro e independizarse. Llegará así a pensar por sí mismo, sentir diferente y valorar por sí mismo. Los adultos de referencia no sólo juegan un rol muy importante al dar un primer contenido a la identidad cuando son imitados por los niños, sino también cuando permiten, favorecen y sostienen su diferenciación. Como facilitador del proceso de diferenciación están las normas y límites que los adultos sostienen ante los niños. Sin la presencia de esos límites el niño no puede construir su sentido de realidad; hay un desajuste entre percepción y realidad. El límite permite diferenciar el mundo deseable del mundo real, invitando a descubrir que el impulso o la espontaneidad no pueden ser el único motivo válido para el comportamiento. La impulsividad y el deseo se recortan para darle un lugar al otro. En este sentido, los adultos, si cumplen su rol, contribuyen de manera básica a la socialización del niño.

Los adultos en la construcción de la autopercepción y autoestima de los niños
De manera general, debemos decir que el aporte de los adultos a la construcción de la subjetividad de los niños y a su socialización no se hace sólo por vía verbal sino también, y de manera particular, por vía de la comunicación que se establece por el comportamiento, la presencia o ausencia, y los sentimientos. Que haya adultos que se ocupen, que cuiden y nutran a los niños, es el mensaje básico que favorece que éstos tengan una autopercepción positiva. Verse como merecedor de cuidado, preocupación, atención es una información básica para el desarrollo de la autoestima. Pero el exceso de cuidado puede ser también un mensaje subestimante. Cuando el niño es cuidado excesivamente, sobreprotectoramente se percibe como impotente, frágil, dependiente. Los adultos que ayudan pero que no reemplazan al niño en sus posibilidades de acción ayudan a consolidar su subjetividad

Los adultos y la selección de valores que hacen los niños
Un territorio de especial influencia de los adultos en la construcción de la subjetividad de los niños y su socialización es el campo de los valores3. Se llama así al conjunto de cualidades del mundo real que nos atraen, constituyen nuestros objetivos de vida y organizan nuestras prioridades. El horizonte de valores de un niño no puede desbordar el horizonte de su cultura, que es una cultura construida por los adultos. No sólo hablamos de las macroculturas sociales sino de las pequeñas culturas hogareñas y escolares. Allí el niño percibe los mensajes que le dicen qué es lo más importante, qué se puede alcanzar y qué se debe conservar en la vida humana. Mensajes que, tampoco aquí, son sobre todo verbales. Los comportamientos, las prioridades actuadas y hasta el brillo de los ojos que revela aquello que a los adultos les importa es la propuesta cotidiana de valores que los niños descubren.

Relevancia de la intervención de las familias en los aprendizajes escolares
Como lo podemos deducir del apartado anterior, los adultos más significativos para la vida de los niños y las niñas son aquellos que han convivido con ellos bajo el mismo techo desde la primera infancia. Aquellos que se han ocupado de alimentarlos y cuidarlos. El significado de esos adultos puede tener o no un sustento también de tipo genético-biológico, pero se acaba consolidando a través de una historia. Es fácil concluir que cualquier actividad que los niños emprendan será sustentable sólo con un apoyo básico de esos adultos de referencia. No nos compete a nosotros como escuela establecer juicios sobre la composición de las familias. Es muy importante aceptar y valorar a los adultos que de hecho son los referentes reales que tienen a su cargo el cuidado de los niños y establecer un acuerdo concreto de cooperación con ellos.

Propuesta de trabajo
:: ¿Cuáles podrían ser los motivos que en ocasiones dificultan a los padres o tutores aceptar que su niño/a tenga dificultades o no se comporte adecuadamente en la escuela? :: ¿En qué aspectos la familia tiene mejor información que la escuela sobre los alumnos? :: ¿Nos cuesta aceptar la realidad de las familias de nuestros alumnos: su composición, sus limitaciones, sus conflictos internos? Si tuviéramos dificultades, ¿podríamos explicarlas? ¿Esas familias son parecidas o muy diferentes a las de los docentes?

Familia y escuela, criterios para lograr una buena cooperación
Quisiéramos ofrecer aquí, para la consideración y discusión de los colectivos docentes, algunos criterios que darían marco a una buena cooperación entre las familias y las escuelas.
a) Una buena calidad de la comunicación Este tema merecerá un apartado propio en el próximo cuadernillo que recibirán las escuelas. Pero el contexto de la relación entre familia y escuela es un contexto comunicacional. Poder poner en acto los rasgos de una comunicación abierta y eficaz es el suelo básico de una buena interacción.
b) Una distribución de roles que respete los campos de incumbencia En el intercambio entre las familias y la escuela es importante la distribución de lugares, tener en claro cuál es rol que le cabe a cada uno. Todos nos ocupamos de los niños pero no se trata de que los docentes hagan de “madres” o “padres”, o que las familias quieran enseñar a los docentes cómo ejercer su profesión. Evitemos la confusión y las invasiones en el territorio del otro.
c) Un intercambio que accede a acuerdos operativos Un buen intercambio no es sólo un intercambio pacífico, grato, afectuoso. Lo decisivo es el resultado educativo que de ese intercambio surja, el aporte que le hace a un alumno/a el encuentro entre su familia y la escuela. Llegar a compromisos posibles de sostener, concretos y reconocibles que puedan ser evaluados en el tiempo sería un criterio decisivo sobre la calidad del vínculo que estamos queriendo construir.
Propuesta de trabajo

¿En cuál de los tres criterios señalados pensamos que está nuestro mayor desafío para construir un buen vínculo con las familias?

Una propuesta de análisis
Las prácticas de recepción de las familias
Nada hay trivial o sin importancia en las prácticas de un profesional4, por este motivo valora y observa con cuidado todos los aspectos de su práctica profesional. Las escuelas realizan múltiples prácticas de vinculación con las familias de sus alumnos. Cada escuela tiene un modo de hacer y de pensar esta relación. Hacer un “microanálisis” es poner el foco en una porción de esa práctica profesional para valorarla, entenderla y resolver los problemas que presenta. Entre las muchas prácticas de relación con las familias, proponemos en este cuadernillo poner atención sobre las prácticas de recepción. Mirando más analíticamente, sugerimos subdividir esa práctica en tres modalidades: 1) la recepción a la familia que llega por primera vez a la escuela, 2) la recepción a las familias (las nuevas y las ya conocidas) el primer día del año, y 3) la recepción a los niños y sus acompañantes al llegar cada día a la escuela. Se pueden hacer otros recortes que se consideren interesantes en estas prácticas de recepción.
Para analizarlas podemos utilizar algunas categorías muy sencillas que nos permitan entender mejor lo que sucede en esas prácticas. Aquí se proponen tres analizadores que se ubican en las tres columnas del cuadro: la distribución de roles, los objetivos, el dispositivo. Debajo de cada uno de ellos se podrán leer algunas preguntas para guiar el análisis de lo que habitualmente hace la escuela. Las mismas preguntas se repiten para las tres prácticas analizadas.

Práctica Microanalizada
Recepción de una familia que llega por primera vez a la escuela
Distribución de roles ¿Quién/es lo hacen? ¿Quién lo designa? ¿Cómo llamaríamos la función que ellos cumplen?
Objetivos
¿Qué debería lograr la escuela como institución en su modo de recibir a los adultos a cargo de los/as alumnos/as? ¿Qué opinan de nuestra recepción las mismas familias? Idem Dispositivo práctico habitual ¿Dónde se realiza la recepción? ¿Cuánto tiempo se dedica? ¿Se hace de manera individual o conjunta? ¿En qué consiste la práctica de recepción?

jueves, 25 de noviembre de 2010

¿Hay que poner normas?

"Si mis padres no me ponen hora de llegada a casa por las noches, yo supongo que es porque no les importo". Con estas palabras, que sorprenden a muchos padres, se expresaba un chico de unos catorce años; en ellas podemos entrever que los hijos necesitan pautas y normas para sentirse seguros.

    Muchos de los descubrimientos psicopedagógicos de los últimos años parecen que no terminan de imponerse en nuestras teorías educativas.

    Hemos incorporado una necesaria y adecuada tolerancia frente a las restricciones excesivas y asfixiantes en las que se educaba antes; pero hay otros prejuicios, esta vez de sentido contrario, es decir, de laxitud e indulgencia, cercanos a la dejadez, que por miedo, ideas equivocadas y mala comprensión del desarrollo psicológico de los niños, nos paralizan a la hora de ejercer la función de padres.

¿Ha fallado la educación que conocemos?
    Se trataba de que los hijos no sufrieran los traumas que conlleva un exceso de represión. Se hace hincapié en la necesidad de mostrarse afectuoso, comunicativo e indulgente con las necesidades del niño y muy tolerante con su comportamiento.

    Este planteamiento es muy favorable para facilitar el desarrollo sin ansiedades pero, en exceso, implica jóvenes sin motivación, con dificultad para decidir su futuro. Tanto emocional como económicamente se mantienen en un estado de dependencia.

    El fallo puede estar en que no aprendan a enfrentarse con la realidad, con las inevitables frustraciones de la vida. Parece que "a fuerza de" no negarles nada, no llegan a desarrollar "la fuerza para" conseguir las cosas por sí mismos. Esa fuerza es necesaria para conseguir el éxito en cualquier campo y no sólo en el aspecto escolar.

    Los padres, actualmente, nos sentimos confusos y desorientados al tener que decidir entre seguir la propia intuición, los modelos en que fuimos educados y los ejemplos que se ven en otros padres y en los medios de comunicación. El resultado es un comportamiento contradictorio.

    Es difícil exigir a los hijos que cumplan la parte del trato implícito que supone la convivencia: "yo doy, tú das". Hay muchos motivos, veamos algunos:

     Nos asusta defraudarlos
     No sabemos o no queremos decir "no"
     No queremos frustrarlos,... "ya sufrirán cuando sean mayores"
     Nos preocupa ser considerados autoritarios
     No queremos que sufran lo que nosotros sufrimos
     Compensamos la falta de tiempo y dedicación con una actitud indulgente (y culpable)
     Tenemos miedo al conflicto y a sus malas caras
     Nos parece que actuamos con egoísmo si imponemos normas que nos faciliten la vida

Algunas ideas sobre el desarrollo: de la dependencia a la individuación

    Dicho muy brevemente, el estudio de lo que se llama ‘relaciones de objeto’ ha puesto de manifiesto la importancia que en la primera infancia tiene una relación estrecha y consistente con la madre (o con la persona que habitualmente haga dicha función). En esa época, cualquier separación, aunque sea breve, el niño la vive con ansiedad.

    Pero también se ha descubierto, en el campo de la ‘psicología del yo’, que tras esa primera etapa, el niño necesita separarse de su madre, para diferenciar sus propios deseos y necesidades de los de ella, para ir tomando conciencia de sí mismo y de su individualidad.

   La madre debe dejarlo no sólo separase tanto como sea posible, según su edad, sino que debería presentarse a sí misma como sujeto de necesidades "egoístas", con una vida propia, e ir alejándose de esa imagen que tiene el niño de su madre como una extensión de él que sólo existe para satisfacer sus necesidades.

   Lo que se ha llamado un ambiente familiar suficientemente bueno, es aquel que reacciona con cariño a la vez que permite que el niño experimente, de modo gradual y acorde con su maduración, una cantidad creciente de frustración.

   Es necesario proteger al niño pero también dejar que se exponga gradualmente a experiencias en las que no logre todo lo que desea. La capacidad del niño para enfrentarse a la realidad depende de esto.

   Este proceso de tolerancia a la frustración, que se desarrolla paulatinamente, permite que el niño aprenda a manejar su ansiedad y su agresividad. Cuando esto no se realiza bien, el niño puede volverse apático y pasivo o, por el contrario, irascible.

Algunas ideas que pueden servir de guía
   La educación perfecta no existe, sobre todo si la consideramos como un conjunto de normas utilizadas como una receta; no hay un niño igual a otro ni siquiera en la misma familia, así que más que fórmulas estándar, podemos disponer de guías para orientarnos en situaciones diversas.

     Es importante ser espontáneos, la intuición es necesaria porque son los propios padres quienes conocen mejor a sus hijos y el modo de ayudarles.

     Nuestra empatía, capacidad para ponernos en su lugar, nos permite entender los motivos que ellos tienen para actuar y reaccionar en una determinada situación y, desde ahí, podemos enseñarles modos de afrontarla. Y también les enseñamos eso tan importante para su vida que es saber ponerse en el lugar del otro.


    La coherencia es también muy importante porque uno tiene que creer aquello que quiere enseñar. La contradicción entre lo que se dice y lo que se hace invalida la norma que o bien no se cumple o lleva a la mentira.

Por eso es tan importante que los padres actúen con seguridad y sin contradicciones. Es sobre todo con un estilo de comportamiento con lo que los hijos se identifican y al que imitan. La norma concreta puede ser más o menos discutida si se le transmite una forma de ser responsable y honesta.

     No se trata de adiestrarlo, convertirlo en algo que deseamos, tendremos más éxito si le ayudamos a descubrir sus capacidades, personalidad..., y él también.

     Los castigos, en general, tienen pocos resultados, sobre todo las humillaciones. Un niño criado en un ambiente de discusiones, gritos, peleas, puede que reproduzca lo que ha vivido. Los castigos en forma de malos tratos físicos o verbales, convierten al niño en una persona agresiva o, en el otro extremo también insano, en alguien temeroso con serias dificultades para convivir.

A modo de resumen
   Los padres debemos poner las normas que consideramos justas, exigir que se cumplan, actuar con seguridad y firmeza, desde el conocimiento de nuestros hijos y el cariño que les tenemos, sabiendo que nosotros somos el modelo a imitar y que nuestra valoración y respeto, son una meta y una guía para ellos.

   Para la O.N.U., en su Declaración de los Derechos del Niño, éste deja de ser considerado objeto de acciones para ser sujeto de derechos y obligaciones.
Dejémonos de miedos y complejos: en un ambiente favorable de afecto y comunicación, ejerzamos de padres y exijamos que nuestros hijos cumplan también su parte.



 



 



Fuente


Escuela de Padres


MEC


Ministerio de Educación de España



 

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Cómo ayudar a nuestros hijos en los estudios

La tarea educadora de los hijos es un derecho y deber primario que tienen los padres. El resto de las instituciones que aparecen a lo largo de la escolaridad de un niño tratan de educarlo por delegación implícita que hacen los padres de ese derecho primero. Pero delegar una tarea, no quiere decir olvidarse, es por ello, que los padres no pueden omitir el derecho y deber primero a la educación de sus vástagos.

La interrogante que surge es.¿cómo ayudar a nuestros hijos en los estudios?, a esta pregunta vamos a tratar de darle respuestas:

1.- Creando un ambiente de estudio en casa
El ambiente que nos rodea es la influencia que tiene en nosotros el entorno que nos rodea. Watson uno de los iniciadores del conductismo en psicología, ya decía: “Dadme un niño y podré hacer de él o un criminal o un santo”. Con ello quería poner de manifiesto la influencia decisiva que tiene el entorno que nos rodea en la personalidad o en la manera de conducirnos. Somos lo que hemos aprendido a ser.

Crear un ambiente no es la actuación de unos días concretos, sin continuidad de manera esporádica para tratar de conseguir unos objetivos educativos. Crear un ambiente significa una actuación sistemática, perseverante para conseguir los objetivos marcados.

¿Cómo se crea el ambiente de estudio?:
Incidiendo desde todos los planos posibles para conseguir el objetivo, es decir, desde los valores a fomentar, ser laboriosos, ser constante en las tareas, valorar el esfuerzo, etc.
Cuidando los detalles materiales que favorezcan el trabajo: que exista un sitio para estudiar, este lugar deberá reunir algunas condiciones mínimas del tipo de las siguientes: aislamiento de ruidos y cosas que distraigan; iluminación suficiente; silla y mesa de trabajo funcionales para las tareas que se realizan normalmente.
Respetando los padres el tiempo de tareas sin interferir con otros encargos que puedan surgir, que la televisión no esté puesta en el tiempo de trabajo, etc.
Creando hábitos de estudio, es decir, repitiendo siempre el mismo horario de estudio, de trabajo.. en un ambiente de silencio.
Aprovechando los padres el tiempo de estudio para realizar ellos, si es posible, diversos trabajos que tengan pendientes para que sus hijos los puedan ver como modelos que van por delante y son dignos de imitar.
Teniendo un material base para el estudio: diccionarios, enciclopedias, libros de consulta.
Promoviendo para el tiempo libre actividades que tengan que ver con la cultura, con la lectura, con el afán de saber más.

2.- Los padres han de ir por delante en su afán por la cultura
Si los padres tiene, por ejemplo, curiosidad intelectual, afán de saber y afición por la lectura, serán un ejemplo estimulante para el estudio de sus hijos.

Los padres tienen que preguntarse hasta qué punto fomentan, sobre todo con el ejemplo, la cultura familiar. En este punto puede surgir la pregunta de cómo van a hacerlo, si los padres posiblemente no tienen el nivel de estudios idóneo, no son universitarios, y apenas pueden responder a las preguntas que les plantean sobre las dudas en las tareas escolares. En este punto hay que decir, que los hijos no piden un profesor particular en los padres, sino la coherencia en su preocupación por los temas culturales, su sensibilidad ante lo artístico, el afán de saber que han mostrado en su trayectoria personal. Son manifestaciones de esa sensibilidad cultural, la existencia de una biblioteca familiar, las revistas que entran, las conversaciones que se tienen, etc.

3.- Manteniendo una estrecha colaboración con el tutor y profesores de los hijos
Padres y profesores están metidos en una misma tarea: la educación de los niños, por ello, se ha de tirar unos y otros en la misma dirección y se precisa de una colaboración mutua.

En este punto como en tantos otros, hemos de estar en el término medio, no pasarse por un extremo ni por el otro. Hemos de estar en contacto con los profesores, pero no podemos estar un día si y otro no requiriendo información del profesor sobre cómo va nuestro hijo, porque ello puede resultar agotador para el profesorado. Tampoco hemos de pasarnos por el otro extremo, el no aparecer por el centro, el que nos desconozcan, por mucho que requieran nuestra presencia.

Término medio puede ser una entrevista en cada evaluación, en otros casos que nuestro hijo requiere una tutorización mayor por el colegio y los padres, la periodicidad de la reunión puede ser una vez al mes.

Los aspectos que se pueden tratar en esas entrevistas pueden ser:
Intercambiar información sobre la forma de ser: conducta del hijo estudiante: que capacidades mentales tiene más y menos desarrolladas y cómo las usa.
Qué disposición tiene hacia el estudio: ir tirando con el mínimo esfuerzo, muestra interés o no, es perseverante en lo que se propone o enseguida abandona...
Cómo estudia: qué dificultades principales encuentra en la realización de su trabajo, en qué necesita mejorar en concreto.
Que valores son los que se insiste en casa, y cuáles son los que se proponen en el centro.
Esta información del centro educativo se obtiene sobre todo a través de entrevistas periódicas entre padres y profesores. Conviene que los padres acudan a dichas entrevistas habiendo pensado que tipo de información necesitan y qué tipo de información pueden, a su vez, facilitar al tutor o a los profesores.

Convendrá fijarse conjuntamente algún objetivo común para la actuación de los padres y del centro. Conviene que sea preciso y medible, para que en la próxima entrevista que se tenga, empezar por la revisión del objetivo marcado, cómo ha ido, qué dificultades han surgido, cómo adaptarlo para ahora, etc.

En el intercambio de información bidireccional entre padres y profesor, ocurrirá que el profesor o los padres no pueden proporcionar la información sobre algún dato concreto que se le pide. Esto es perfectamente comprensible. Pero los padres no deben por ello renunciar a conseguir lo que se proponían. Pueden pedir al tutor que consiga esa información para la entrevista siguiente, bien a través de su observación personal, bien a través de otras personas de entre las que trabajan en el centro educativo (profesores de las diferentes asignaturas, psicólogo, etc.).

4.- Orientando a los hijos en el manejo de las técnicas de estudio

Los buenos resultados en el estudio depende de querer estudiar, saber estudiar y hacerlo, es decir nos estamos refiriendo a la motivación, a las técnicas de estudio y a la fuerza de voluntad para realizar lo previsto.

Ahora nos vamos a referir a la importancia de tener la suficiente competencia en el manejo de las técnicas de estudio. Éstas son el instrumento del trabajo intelectual, y de igual modo que si quisiéramos tener un jardín arreglado necesitamos de un instrumental: azada, rastrillo, tijeras.... para realizar nuestro propósito, de igual modo nuestra inteligencia necesita de un instrumental para ser eficaz en el estudio. Por otra parte, nuestro método de estudio siempre es perfeccionable, siempre algo se puede hacer mejor con el menor esfuerzo, mejor y en el menor tiempo posible.

Hay que decir que el primero y principal instrumento que se necesita para el estudio es la lectura, de manera que nuestro hijo tenga las suficientes habilidades en comprensión, velocidad y entonación correcta en la lectura. Si este aspecto básico no se ha desarrollado en su momento con la suficiente eficiencia, posteriormente será la causa originaria del fracaso escolar que aparecerá.

Otras técnicas de estudio que nuestro hijo debe manejar adecuadamente son:
Saber organizarse el tiempo.
Saber hacer esquemas, resúmenes.
Saber subrayar un texto.
Pasos a seguir para estudiar un tema.
Es muy probable que en el centro educativo haya un plan de acción tutorial en el que figurarán la impartición a los alumnos de las técnicas de estudio, pero a veces no se practica lo suficiente, y los padres tienen que suplir en ello.

Así pues, la primera tarea es detectar en qué falla nuestro hijo, los defectos de estudio más comunes son: memorismo, estudiar sólo para el examen, dependencia excesiva del profesor y del libro de texto (falta de iniciativa), no saber distinguir lo importante de lo secundario, dificultad para expresar oralmente y por escrito, dificultad para relacionar y sintetizar conocimientos, mal uso del tiempo...

Una vez que entendemos en qué falla y en qué hay que actuar, habrá que hacer un plan para tratar de superar esos puntos débiles.

5.- Animando al estudio sin sermonear
Hay que empujar al estudio sin que se note, sin sermonear, ya que el insistir en un mensaje con oportunidad y sin ella en los adolescentes, puede ser contraproducente. Sermoneamos en la medida que insistimos demasiado en un punto sin que sea el momento oportuno para ello.

Hemos de valorar el esfuerzo y la dedicación de nuestro hijo al estudio más que sus resultados. No ha de centrarse toda la valoración de su hijo en sus notas. Hay que mirarle como persona y en un contexto más amplio que el mero rendimiento académico.

Resaltar sus propios progresos, aunque no estén a la altura de lo que a nosotros como padres nos gustaría. Hay que dar tiempo, lo importante es que vaya subiendo cota, aunque en un momento parezca que está retrocediendo. Recuerden que los éxitos, aunque sean o nos parezcan pequeños, son una pieza clave para mantener el interés.

No poniendo, de entrada, las metas demasiado lejos, para que no cunda el desánimo. Por regla general, son más eficaces los pactos familiares sobre aspectos concretos y con refuerzos también concretos, que los grandes discursos de los que se suele abusar.

6.- Procurando las ayudas pedagógicas oportunas cuando sea necesario
Cada hijo tiene su propio ritmo de aprendizaje, los puntos fuertes en el conocimiento y materias en las que presenta lagunas o dificultades. A estos alumnos hay que dar la respuesta pedagógica adecuada, que puede ir desde nuestra ayuda personal hasta ponerle un profesor particular.

Vamos a analizar algunas de las posibles respuestas:

a) Encargarse los padres.
Teóricamente parece una de las más idóneas porque el conocimiento profundo que los padres tienen de sus hijos les lleva a saber exactamente qué es lo que tiene que superar su hijo, además los padres están revestidos de una autoridad que no tienen otros que pueden intervenir, como son los hermanos.

La dificultad que tiene esta opción es que los padres han de disponer de suficiente tiempo para poder dedicarlo a la ayuda escolar de los hijos. Asimismo han de tener los suficientes conocimientos para ayudar a sus hijos en esas materias.

b) Encargarse algún hermano mayor.
Tiene la ventaja de hacer partícipe a un hermano mayor de la responsabilidad de ayudar a un hermano. Esto crea más unidad familiar entre los miembros al tener un propósito común. Otra ventaja es que entre alumnos se explican de manera más didáctica y con el mismo lenguaje las cosas que tienen dificultades.

Puede tener la dificultad de la falta de autoridad que tiene un hermano de manera que no siga las indicaciones que se le hacen. Otra dificultad es la falta de perseverancia en el encargo que se ha asignado a ambos cuando surgen las dificultades. Suele pasar que el hermano a quien se le ha encargado la atención académica, se escude en que él tiene bastante que hacer y no puede perder el tiempo con su hermano, que además no responde a veces a sus indicaciones.

Para subsanar estas dificultades puede ser conveniente asignarle una paga al hermano con el fin de darle más seriedad y responsabilidad.

c) Tener un profesor particular.
Que puede reforzar aquellas materias en las que tiene más dificultades. Para que un profesor particular sea una ayuda para nuestro hijo, hemos de tener en cuenta los siguientes puntos:
Los contenidos que se vean en las clases particulares han de estar supeditados y ser complementarios a los que se desarrollan en el centro educativo por el profesor de esa materia.
Es conveniente que sea una situación provisional, durante un tiempo. Hemos de tener en cuenta que lo normal es que vaya avanzando por los distintos cursos sin que necesariamente precise de un profesor particular. Se requerirá para situaciones extraordinarias: unos suspensos que indican lagunas importantes, dificultades significativas con área determinada, promocionar a un curso superior sin tener afianzado el anterior, cuando el niño no pueda seguir el ritmo normal de la clase....Sin embargo, puede pasar que lo extraordinario se convierta en ordinario.
Los padres deberán contar con la opinión del tutor y otros profesores. De esta forma, en caso afirmativo puede establecerse, además, una colaboración entre el profesor particular y los profesores del centro.

7.- Siguiendo el quehacer diario sin agobiar
Hemos de seguir el día a día del quehacer diario. El criterio es que cuanto más pequeños más de cerca hemos de hacer el seguimiento de las tareas de nuestros hijos, cuando van siendo más mayores y han ganado en autonomía y responsabilidad, les podemos dar más distancia en el seguimiento.

Hay que saber qué exámenes tienen, qué resultados están obteniendo, con qué dificultades se encuentran, cuáles son sus actitudes, disposiciones....

Hay que guardar un equilibrio entre dos posturas extremas, una hacer un seguimiento pormenorizado, que puede resultar agobiante a nuestros hijos, y que en algún momento determinado hay que seguir esa estrategia porque requiere una tutorización especial, pero que si se aplica más tiempo puede ser contraproducente. Y la otra postura es no preocuparnos por sus cosas, seguirlo a mucha distancia, de manera que indique despreocupación por nuestra parte. El criterio como se ha dicho antes es ir de más seguimiento a menos según va teniendo más años, pero cada caso es único.

Un objetivo educativo que hemos de marcarnos los padres es que tengan la suficiente madurez y autonomía para organizarse nuestros hijos en el tema de los estudios, y también sería extensible a otros ámbitos. Pero centrándonos en el primero, lo deseable sería que cuando están en el primer ciclo de la enseñanza secundaria obligatoria, es decir, con 13-14 años, nuestros hijos se pudieran organizar por si mismos el horario de estudio, si se van a levantar por la mañana o se quedan por la noche porque tienen un examen....

Hemos de tener en cuenta, que los padres podemos mandar que estudien, que hagan esto o aquello otro, pero esto se puede hacer cuando tienen pocos años, porque aceptan nuestras indicaciones sin rechistar, pero cuando llegan a la adolescencia, si no va saliendo de ellos mismos el hacer las cosas, porque entienden que así lo tienen que hacer, poco podremos hacer con imposiciones si nuestros hijos no están dispuestos a estudiar.

Para ir consiguiendo esta meta educativa, los padres tenemos que empezar desde pequeños, poco a poco, que sean ellos los que hacen las cosas porque así lo van decidiendo, con autonomía, aunque a veces haya que mandarles, pero con la tendencia que sean los que llevan las riendas de los estudios.


Fuente
Escuela de Padres
MEC
Ministerio de Educación de España

martes, 9 de noviembre de 2010

Un decálogo de consejos para asegurar el éxito escolar desde casa

Unos pequeños reajustes en casa son claves para mejorar el rendimiento del niño ahora que todavía se adaptan al ritmo de las clases. Y para ello no hay que invertir dinero, pues es suficiente con “proporcionar un entorno propicio en un ambiente libre de distracciones para que todo lo aprendido durante el día pueda convalidarse en casa”, asegura Sebastián Trivière-Casanovas, director de la compañía de clases particulares a domicilio Educa-system, “y eso también es responsabilidad de los padres”.
Para ello, desde esta entidad han elaborado un decálogo de consejos mediante los cuales asegurar el éxito escolar desde los propios hogares:

1. Escoger un buen lugar de estudio, con luz y sin distracciones. Prohibido estudiar en la cocina o el comedor. Es preciso disponer de una mesa de trabajo o despacho específicamente organizado para el estudio.

2. Respetar el orden. La mesa de estudio no es un campo de juegos. Debe disponer de lo imprescindible para estudiar y prescindir de todo aquello que pueda desviar su atención como juguetes o pósters.

3. Promover el uso de la agenda para la organización del tiempo. Más completa o más básica, en función de la edad, el uso de la agenda es un reclamo muy ameno que les enseña a gestionar su tiempo de manera autónoma.

4. Cuidar el entorno. El resto de la familia también debe procurar que durante las horas de estudio el ambiente sea tranquilo y silencioso, lejos de la televisión u otros elementos que puedan captar su atención con facilidad, como ordenadores, música o reuniones informales.

5. Establecer una metodología. El tiempo disponible para un estudiante empieza cuando acaban las clases del colegio. Planificar desde el principio de curso cómo vamos a repartir ese tiempo en casa nos permite sentirnos más seguros y relajados y evitar la ansiedad que provoca la falta de tiempo para organizarlas.

6. Respetar un horario y ser constante. La trampa en la que caen muchos alumnos –y muchos padres- es la de estudiar sólo cuando hay deberes o se acerca un examen. Los horarios deben cumplirse, aunque no hayan tareas y sólo haya que repasar lo aprendido aquel día en clase.

7. Dormir 8 horas y no estudiar por la noche. Las horas de sueño son imprescindibles para asimilar toda la información que han asumido durante el día y que sólo si descansan recordarán al día siguiente. Debemos evitar que los alumnos estudien hasta altas horas de la noche, puesto que afectará a su rendimiento el día después.

8. Estimular la automotivación. Saber más, sacar mejores notas, aprender algo que les gusta y dominar las materias que menos les gustan, son motivos suficientes para convertir el estudio en una tarea imprescindible para su desarrollo personal.

9. Descansar durante el estudio. Un tentempié de 20 minutos e incluso algún juego rápido en compañía con algún miembro de la familia, es un pausa necesaria que le ayudará a desbloquearse para seguir, con energía renovada, con el tiempo dedicado al estudio.

10. Estudiar sin premios. Debemos fomentar el esfuerzo personal sin caer en premios y recompensas materiales. El aprendizaje es el premio y la satisfacción personal de ser un buen estudiante, la mejor recompensa.

Fuente
http://www.aprendemas.com

lunes, 1 de noviembre de 2010

Así aprenden los hijos a escribir

Al igual que hicimos en el artículo titulado "Un programa de aprendizaje de la lectura", pretendemos en éste explicar básicamente las líneas maestras en que se basa un programa de aprendizaje de la escritura y además explicar algunos problemas con los que los aprendices se pueden encontrar. Partimos de que no se trata de un artículo exhaustivo sobre el tema sino más bien, introductorio. Esta información siempre vendrá bien en el ámbito familiar para afrontar, de la mejor manera posible, situaciones conflictivas con el fin de aportar la mejor ayuda a los hijos.

Sabemos de la importancia de la escritura como un instrumento para el registro y comunicación de las ideas. Básicamente se trata de una destreza de tipo motor que se desarrolla a medida que el niño progresa en su vida escolar. La escritura se enseña en conjunción con los restantes aspectos del lenguaje. Con la lectura, el niño aprende a reconocer palabras que luego reproduce y con la escritura se le faculta para hacer frente a sus necesidades gráficas escolares y extraescolares. El resultado final de la instrucción del aprendizaje escritor es la automatización del proceso, hasta un nivel tal que permita al sujeto concentrarse totalmente en las ideas que desea expresar.



Para conseguir la meta de automatización deseada se precisa de un buen PROGRAMA DE ENSEÑANZA DE LA ESCRITURA que se basa en los siguientes PRINCIPIOS:


1. El maestro aprovecha toda oportunidad para desarrollar en los alumnos el deseo de expresar ideas por escrito.

2. El aprendizaje de la escritura es un proceso gradual de desarrollo a través de ciertas etapas bien definidas. El niño cuando garabatea y hace sus primeros trazos ya les asigna un significado por arbitrario que sea.

3. La enseñanza puede comenzar por la escritura script (escritura no ligada) o cursiva (escritura ligada), según el método. Ya lo veremos más adelante.

4. Como no todos los escolares progresan a igual ritmo en el dominio y control de la escritura, la enseñanza debe ser individualizada.

5. Es necesario familiarizar a los niños con las causas más frecuentes de ilegibilidad y con los medios para identificarlos.

6. Las medidas para mejorar la calidad, velocidad y legibilidad de la escritura se apoyan en las necesidades individuales de cada niño.



Pero para aprender de forma correcta, un niño debe contar con la necesaria MADUREZ PARA LA ESCRITURA. Como todo aprendizaje, la enseñanza de la escritura requiere una maduración neurobiológica previa en el niño para lograr que dicho aprendizaje tenga éxito. La madurez para el aprendizaje de la escritura viene definida por las siguientes condiciones:



a) Adecuado nivel intelectual. Sólo un nivel intelectual normal garantiza la correcta adquisición de la escritura en sus niveles de tipo simbólico-conceptual.
b) Desarrollo del lenguaje satisfactorio. Existe una estrecha relación entre el lenguaje oral y el escrito. Muchas deficiencias previas al aprendizaje de la escritura son debidas a patologías en el lenguaje oral.
c) Normal desarrollo socioafectivo. Es necesaria una correcta estimulación ambiental y escolar que facilite el aprendizaje.


d) Desarrollo sensoriomotriz apropiado. Es el conjunto de requisitos que más directamente permitirán al niño aprender a escribir con éxito. Nos referimos a las condiciones neuromotrices como: correcta integración visual y auditiva, adecuada estructuración espacial y rítmica-temporal, establecimiento suficiente del predominio lateral, motricidad manual con control de movimientos de precisión sin alteraciones, etc.

Una vez que el niño cuenta con las condiciones suficientes que garantizan esa madurez necesaria podemos hacer le pasar por las distintas FASES EN EL APRENDIZAJE DE LA ESCRITURA que pasamos a detallar.

En el Período Preparatorio como su nombre indica, se va preparando al niño/a para adquirir el control grafomotor preciso para la estructura elemental. Además, es un período de prevención de alteraciones en el aprendizaje y que, generalmente se le hace coincidir con la etapa de Educación Infantil.

El Período Caligráfico trata del aprendizaje de la escritura propiamente dicha. No hay una fecha establecida para el aprendizaje de la escritura, pero lo que sí se recomienda es que ésta sea simultánea al aprendizaje de la lectura. Suele coincidir con el final de la Educación Infantil y el comienzo de la Primaria (5 ó 6 años).

En el Período de Perfeccionamiento se debe consolidar lo aprendido anteriormente así como perfeccionar y personalizar la escritura.

Una vez que el niño presenta la madurez necesaria y le hacemos pasar por un adecuado programa de aprendizaje escribano, se han preguntado alguna vez ¿CUÁL ES LA METODOLOGÍA MÁS APROPIADA? Veámosla. Básicamente y con el fin de definirla sencillamente, la enseñanza de la escritura debe ser individualizada, partiendo siempre del nivel de competencias del alumno/a. En un principio, el grafismo se realizará en tamaño grande y en soporte vertical guiando la dirección del trazo, pudiéndose realizar en grandes superficies e incluso en el aire.


En un principio, cuando el alumno/a realiza el trazo debemos potenciar más la flexibilidad del movimiento que la precisión del trazo en sí y debe dársele importancia a que realice la letra de un solo trazo y los puntos y barras de las letras i, j, ñ, z y t deben colocarse en último lugar. Igualmente procuraremos que escriba la palabra de una sola vez colocando acentos, barras, etc. al final. De la misma forma, es recomendable enseñar el enlace desde el principio incorporado a la letra.

Y para finalizar, recordar que debemos evitar cualquier situación que reste flexibilidad, espontaneidad o velocidad en la escritura.

Hay distintos TIPOS DE ESCRITURA que básicamente hemos comentado antes y son:

La escritura ligada o cursiva que es la que utiliza la mayoría de las personas. Permite una mayor velocidad escribana en los cursos superiores, pero ordinariamente es menos legible. Presenta las siguientes ventajas:



Mayor rapidez pues no se levanta el lapicero con tanta frecuencia como en los otros códigos de escritura.
Mayor unidad de significación: al escribirse las letras unidas, la captación del sentido es más sencilla que si fuera escritura no ligada.
Permite un sistema de escritura más individualizado: los niños adquieren más rápido un sistema de escritura más personalizado.


La escritura no ligada o script (tipo imprenta) con la que el niño aprende la escritura en caracteres aislados, aprendiendo de forma más individualizada los trazos gráficos que suelen tener mayor simplicidad. Puede ser inclinada o vertical y adopta normalmente la última posición. Sus defensores alegan como razones para justificarla su mayor legibilidad, su facilidad de aprendizaje y su contribución al aprendizaje de otras materias, especialmente lectura y ortografía. Se basa en la idea de que todas las letras, mayúsculas y minúsculas están formadas por rectas, círculos y semicírculos. En conclusión, sus defensores presentan como ventajas las siguientes:


Tiene mayor legibilidad que la cursiva.
Es de más fácil aprendizaje, ya que son necesarios pocos trazos básicos para su perfecto conocimiento.
Es de lectura más agradable.
Reduce el esfuerzo visual.
Produce menor fatigabilidad.
Satisface más el deseo de escribir de los niños pequeños.
Facilita el aprendizaje de la lectura y la ortografía ya que se encuentra más cerca del código de imprenta empleado en los textos de lectura.



Y ¿SABEN CUÁL ES LA MEJOR FORMA PARA HACER LOS MOVIMIENTOS GRÁFICOS? Resulta que el movimiento lateral de la mano, debido a la rotación del antebrazo, es el más fácil y rápido. En el caso de los diestros, el papel se inclina hacia la izquierda quedando la base inferior de la hoja perpendicular al antebrazo. Si el niño es zurdo, el papel se inclina hacia la derecha con el mismo fin.

Por otro lado, en cuanto a la forma de hacer el movimiento gráfico, hay mucho que hablar. Los niños tienden espontáneamente a usar los dedos para formar la letra y para adelantar el lápiz. Lo importante es que cada niño descubra una posición confortable de la mano que le permita un movimiento suave y fácil al deslizar el lápiz de letra a letra y de palabra a palabra.

En el caso de la escritura de los zurdos hay que decir que hoy día está superada la idea anticuada de que había que obligar a los niños zurdos a escribir con la mano derecha alegando que esta mano satisface más plenamente el sistema de escritura. Esto no es verdad porque entraña graves riesgos pues condena al niño a una grafía deficiente y provoca tensiones emocionales que pueden ser causa de perturbaciones de lenguaje y lectura.

Puede ocurrir que por desgracia el niño presente DIFICULTADES GRÁFICAS pese a que a nuestro juicio ha recibido las mejores pautas de enseñanza. Si es así, veamos las CAUSAS de las mismas por que su conocimiento nos ayudará a conocer cómo podemos solucionar esas dificultades:

1. Factores personales. Las características individuales de los niños en su relación con las deficiencias de escritura varían en las diferentes etapas del aprendizaje. Las más significativas son:



Falta de preparación discente.
Defectos visuales.
Inmadurez del desarrollo físico y motor.
Falta de agudeza perceptiva y otras anomalías asociadas a la percepción.
Ineptitud para el aprendizaje de destrezas motoras.
Inestabilidad emocional e inmadurez social.
Dificultad para la retención de imágenes visuales y motoras.
Condiciones vinculadas a la lateralidad dominante.
Indiferencia a las demandas sociales de legibilidad de la escritura.



2. Factores instructivos. También nos encontramos con casos en que existe una enseñanza inapropiada y contraproducente. He aquí algunos aspectos de este tipo de instrucción:



Instrucción rígida e inflexible, adherida a un sistema de enseñanza formal y ritualista aplicado uniformemente a toda la clase.
Inadaptación a las diferencias individuales.
Instrucción demasiado rápida y forzada en las primeras etapas del aprendizaje.
Inadecuada orientación en el proceso de adquisición de destrezas motoras.
Establecimiento de normas y objetivos demasiado ambiciosos e inadaptados alas posibilidades de los niños.
Excesiva acentuación de la rapidez o de la calidad.
Materiales inadecuados y deficiente distribución de los periodos de ejercitación gráfica.
Incapacidad para enseñar a los zurdos la correcta posición del papel y los movimientos más idóneos.



La PRINCIPAL DIFICULTAD EN LA ESCRITURA ES LA DISGRAFÍA que podríamos definir como un


trastorno de la escritura que afecta a la forma o al significado y es de tipo funcional. Se presenta en niños con normal capacidad intelectual, con adecuada estimulación ambiental y sin trastornos neurológicos, sensoriales, motrices o afectivos intensos.


Los errores más frecuentes en la escritura suelen estar en la proporcionalidad de las letras, ausencia o deterioro de los enlaces y falta de paralelismo entre grafemas o líneas. Otros trastornos comunes son las alteraciones en la ejecución del trazo como las abolladuras o temblores, modificaciones relacionadas con la direccionalidad o con la presión del útil de escritura.

Es muy curiosa, pero menos frecuente la conocida como "escritura en espejo" llamada así porque colocándolo frente a un espejo puede leerse correctamente.

Es necesario actuar correctamente en el caso de que el niño presente alguna dificultad de las descritas o alguna otra que no se refleja en este artículo. Ya sabemos que en casa no se van a poner a desarrollar un programa corrector pero sí es conveniente que sepan en qué premisas se basa. En primer lugar entendemos que el TRATAMIENTO requiere:


Iniciarse lo antes posible.
Desarrollarse en sesiones cortas, amenas y con variedad de materiales.
Implicar, responsabilizar y coordinar el mayor número de agentes educativos.
Fomentar la participación activa de quien lo recibe.
Permitir la reflexión sobre la práctica para mejorar la competencia.
Asegurar la progresión y continuidad de la intervención.
Partir de un buen diagnóstico.


Durante el tratamiento proponemos dos tipos de actividades al niño. Por un lado los ejercicios no gráficos para el entrenamiento de los procesos cognitivos implicados en el acto gráfico. Serán ejercicios de relajación, de psicomotricidad, de percepción visual, coordinación viso-motora, orientación espacio-temporal, atención, etc.

Por otro lado se encuentran los ejercicios gráficos que son aquellos en que se ejercita la escritura propiamente dicha como pueden ser: la realización de trazos rectos, curvos, líneas quebradas, onduladas, bucles grandes y pequeños, giros con desplazamiento hacia la derecha, realización de dibujos, etc.

No obstante, no queremos terminar sin dar algunas pautas sencillas que tratan de CÓMO AYUDAR A SUS HIJOS QUE ESTÁN APRENDIENDO A ESCRIBIR.


Enseñe con el ejemplo.
Muéstrele a su niño/a lo que usted está escribiendo cuando haga listas de quehaceres o compras, anote números de teléfono o redacte mensajes, cartas y tarjetas.
Busque oportunidades para que su niño/a escriba.
¿Podría agregar algo a la lista de compras, escribir invitaciones para un cumpleaños o redactar una carta para una tía, una abuela u otro pariente?
Elogie la escritura de su niño/a.
La escritura de su niño/a no va a ser perfecta, pero eso es lógico porque está comenzando a escribir. Durante el transcurso del año va a observar un gran avance en la escritura; de palabras sueltas pasará a frases y a oraciones completas, como cuando estaba aprendiendo a hablar.
Apoye a su niño/a.
Centre sus comentarios en las ideas, no en la ortografía o gramática. Los adultos identificamos rápidamente los errores de los niños pequeños, pero por ahora es mejor dejarlos pasar y conversar sobre las ideas expresadas en estos primeros intentos de escritura.



 



Fuente

Escuela de Padres

MEC

Ministerio de Educación de España



 

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