Todos queremos ayudar a nuestros hijos en sus estudios ¿Cuál es la manera más eficiente? ¿Qué significa “Ambiente de estudio en casa”? ¿Cómo animarlo en sus esfuerzos? ¿Qué relación sostener con la escuela?
La tarea educadora de los hijos es un derecho y deber
primario que tienen los padres. El resto de las instituciones que aparecen a lo
largo de la escolaridad de un niño tratan de educarlo por delegación implícita
que hacen los padres de ese derecho primero. Pero delegar una tarea, no quiere
decir olvidarse, es por ello, que los padres no pueden omitir el derecho y
deber primero a la educación de sus vástagos.
La interrogante que surge es ¿Cómo ayudar a nuestros hijos
en los estudios?, a esta pregunta vamos a tratar de darle respuestas:
1.- Creando un
ambiente de estudio en casa
El ambiente que nos rodea es la influencia que tiene en
nosotros el entorno que nos rodea. Watson uno de los iniciadores del
conductismo en psicología, ya decía: “Dadme un niño y podré hacer de él o un
criminal o un santo”. Con ello quería poner de manifiesto la influencia
decisiva que tiene el entorno que nos rodea en la personalidad o en la manera
de conducirnos. Somos lo que hemos aprendido a ser.
Crear un ambiente no es la actuación de unos días concretos,
sin continuidad de manera esporádica para tratar de conseguir unos objetivos
educativos. Crear un ambiente significa una actuación sistemática, perseverante
para conseguir los objetivos marcados.
¿Cómo se crea el ambiente de estudio?:
Incidiendo desde
todos los planos posibles para conseguir el objetivo, es decir, desde los
valores a fomentar, ser laboriosos, ser constante en las tareas, valorar el
esfuerzo, etc.
Cuidando los detalles
materiales que favorezcan el trabajo: que exista un sitio para estudiar, este
lugar deberá reunir algunas condiciones
mínimas del tipo de las siguientes: aislamiento de ruidos y cosas que
distraigan; iluminación suficiente; silla y mesa de trabajo funcionales para
las tareas que se realizan normalmente.
Respetando los padres
el tiempo de tareas sin interferir con otros encargos que puedan surgir, que la
televisión no esté puesta en el tiempo de trabajo, etc.
Creando hábitos de
estudio, es decir, repitiendo siempre el mismo horario de estudio, de trabajo..
en un ambiente de silencio.
Aprovechando los
padres el tiempo de estudio para realizar ellos, si es posible, diversos
trabajos que tengan pendientes para que sus hijos los puedan ver como modelos
que van por delante y son dignos de imitar.
Teniendo un material
base para el estudio: diccionarios, enciclopedias, libros de consulta.
Promoviendo para el
tiempo libre actividades que tengan que ver con la cultura, con la lectura, con
el afán de saber más.
2.- Los padres han de
ir por delante en su afán por la cultura
Si los padres tienen, por ejemplo, curiosidad intelectual,
afán de saber y afición por la lectura, serán un ejemplo estimulante para el
estudio de sus hijos.
Los padres tienen que preguntarse hasta qué punto fomentan,
sobre todo con el ejemplo, la cultura familiar. En este punto puede surgir la
pregunta de cómo van a hacerlo, si los padres posiblemente no tienen el nivel
de estudios idóneo, no son universitarios, y apenas pueden responder a las
preguntas que les plantean sobre las dudas en las tareas escolares. En este
punto hay que decir, que los hijos no piden un profesor particular en los
padres, sino la coherencia en su preocupación por los temas culturales, su
sensibilidad ante lo artístico, el afán de saber que han mostrado en su
trayectoria personal. Son manifestaciones de esa sensibilidad cultural, la
existencia de una biblioteca familiar, las revistas que entran, las
conversaciones que se tienen, etc.
3.- Manteniendo una
estrecha colaboración con el tutor y profesores de los hijos
Padres y profesores están metidos en una misma tarea: la
educación de los niños, por ello, se ha de tirar unos y otros en la misma
dirección y se precisa de una colaboración mutua.
En este punto como en tantos otros, hemos de estar en el
término medio, no pasarse por un extremo ni por el otro. Hemos de estar en
contacto con los profesores, pero no podemos estar un día si y otro no
requiriendo información del profesor sobre cómo va nuestro hijo, porque ello
puede resultar agotador para el profesorado. Tampoco hemos de pasarnos por el
otro extremo, el no aparecer por el centro, el que nos desconozcan, por mucho
que requieran nuestra presencia.
Término medio puede ser una entrevista en cada evaluación,
en otros casos que nuestro hijo requiere una tutorización mayor por el colegio
y los padres, la periodicidad de la reunión puede ser una vez al mes.
Los aspectos que se pueden tratar en esas entrevistas pueden
ser:
Intercambiar
información sobre la forma de ser: conducta del hijo estudiante: que capacidades
mentales tiene más y menos desarrolladas y cómo las usa.
Qué disposición tiene
hacia el estudio: ir tirando con el mínimo esfuerzo, muestra interés o no, es
perseverante en lo que se propone o enseguida abandona...
Cómo estudia: qué
dificultades principales encuentra en la realización de su trabajo, en qué
necesita mejorar en concreto.
Que valores son los
que se insiste en casa, y cuáles son los que se proponen en el centro.
Esta información del centro educativo se obtiene sobre todo
a través de entrevistas periódicas entre padres y profesores. Conviene que los
padres acudan a dichas entrevistas habiendo pensado que tipo de información
necesitan y qué tipo de información pueden, a su vez, facilitar al tutor o a
los profesores.
Convendrá fijarse conjuntamente algún objetivo común para la
actuación de los padres y del centro. Conviene que sea preciso y medible, para
que en la próxima entrevista que se tenga, empezar por la revisión del objetivo
marcado, cómo ha ido, qué dificultades han surgido, cómo adaptarlo para ahora,
etc.
En el intercambio de información bidireccional entre padres
y profesor, ocurrirá que el profesor o los padres no pueden proporcionar la
información sobre algún dato concreto que se le pide. Esto es perfectamente
comprensible. Pero los padres no deben por ello renunciar a conseguir lo que se
proponían. Pueden pedir al tutor que consiga esa información para la entrevista
siguiente, bien a través de su observación personal, bien a través de otras
personas de entre las que trabajan en el centro educativo (profesores de las
diferentes asignaturas, psicólogo, etc.).
4.- Orientando a los
hijos en el manejo de las técnicas de estudio
Los buenos resultados en el estudio depende de querer
estudiar, saber estudiar y hacerlo, es decir nos estamos refiriendo a la
motivación, a las técnicas de estudio y a la fuerza de voluntad para realizar
lo previsto.
Ahora nos vamos a referir a la importancia de tener la
suficiente competencia en el manejo de las técnicas de estudio. Éstas son el
instrumento del trabajo intelectual, y de igual modo que si quisiéramos tener
un jardín arreglado necesitamos de un instrumental: azada, rastrillo,
tijeras.... para realizar nuestro propósito, de igual modo nuestra inteligencia
necesita de un instrumental para ser eficaz en el estudio. Por otra parte,
nuestro método de estudio siempre es perfeccionable, siempre algo se puede
hacer mejor con el menor esfuerzo, mejor y en el menor tiempo posible.
Hay que decir que el primero y principal instrumento que se
necesita para el estudio es la lectura, de manera que nuestro hijo tenga las
suficientes habilidades en comprensión, velocidad y entonación correcta en la lectura. Si este
aspecto básico no se ha desarrollado en su momento con la suficiente
eficiencia, posteriormente será la causa originaria del fracaso escolar que
aparecerá.
Otras técnicas de estudio que nuestro hijo debe manejar
adecuadamente son:
·
Saber organizarse el tiempo.
·
Saber hacer esquemas, resúmenes.
·
Saber subrayar un texto.
·
Pasos a seguir para estudiar un tema.
Es muy probable que en el centro educativo haya un plan de
acción tutorial en el que figurarán la impartición a los alumnos de las
técnicas de estudio, pero a veces no se practica lo suficiente, y los padres
tienen que suplir en ello.
Así pues, la primera tarea es detectar en qué falla nuestro
hijo, los defectos de estudio más comunes son: memorismo, estudiar sólo para el
examen, dependencia excesiva del profesor y del libro de texto (falta de
iniciativa), no saber distinguir lo importante de lo secundario, dificultad
para expresar oralmente y por escrito, dificultad para relacionar y sintetizar
conocimientos, mal uso del tiempo...
Una vez que entendemos en qué falla y en qué hay que actuar,
habrá que hacer un plan para tratar de superar esos puntos débiles.
5.- Animando al
estudio sin sermonear
Hay que empujar al estudio sin que se note, sin sermonear,
ya que el insistir en un mensaje con oportunidad y sin ella en los
adolescentes, puede ser contraproducente. Sermoneamos en la medida que insistimos
demasiado en un punto sin que sea el momento oportuno para ello.
Hemos de valorar el esfuerzo y la dedicación de nuestro hijo
al estudio más que sus resultados. No ha de centrarse toda la valoración de su
hijo en sus notas. Hay que mirarle como persona y en un contexto más amplio que
el mero rendimiento académico.
Resaltar sus propios progresos, aunque no estén a la altura
de lo que a nosotros como padres nos gustaría. Hay que dar tiempo, lo
importante es que vaya subiendo cota, aunque en un momento parezca que está
retrocediendo. Recuerden que los éxitos, aunque sean o nos parezcan pequeños,
son una pieza clave para mantener el interés.
No poniendo, de entrada, las metas demasiado lejos, para que
no cunda el desánimo. Por regla general, son más eficaces los pactos familiares
sobre aspectos concretos y con refuerzos también concretos, que los grandes
discursos de los que se suele abusar.
6.- Procurando las
ayudas pedagógicas oportunas cuando sea necesario
Cada hijo tiene su propio ritmo de aprendizaje, los puntos
fuertes en el conocimiento y materias en las que presenta lagunas o
dificultades. A estos alumnos hay que dar la respuesta pedagógica adecuada, que
puede ir desde nuestra ayuda personal hasta ponerle un profesor particular.
Vamos a analizar algunas de las posibles respuestas:
a) Encargarse los padres.
Teóricamente parece una de las más idóneas porque el
conocimiento profundo que los padres tienen de sus hijos les lleva a saber
exactamente qué es lo que tiene que superar su hijo, además los padres están
revestidos de una autoridad que no tienen otros que pueden intervenir, como son
los hermanos.
La dificultad que tiene esta opción es que los padres han de
disponer de suficiente tiempo para poder dedicarlo a la ayuda escolar de los
hijos. Asimismo han de tener los suficientes conocimientos para ayudar a sus
hijos en esas materias.
b) Encargarse algún hermano mayor.
Tiene la ventaja de hacer partícipe a un hermano mayor de la
responsabilidad de ayudar a un hermano. Esto crea más unidad familiar entre los
miembros al tener un propósito común. Otra ventaja es que entre alumnos se
explican de manera más didáctica y con el mismo lenguaje las cosas que tienen
dificultades.
Puede tener la dificultad de la falta de autoridad que tiene
un hermano de manera que no siga las indicaciones que se le hacen. Otra
dificultad es la falta de perseverancia en el encargo que se ha asignado a
ambos cuando surgen las dificultades. Suele pasar que el hermano a quien se le
ha encargado la atención académica, se escude en que él tiene bastante que
hacer y no puede perder el tiempo con su hermano, que además no responde a
veces a sus indicaciones.
Para subsanar estas dificultades puede ser conveniente
asignarle una paga al hermano con el fin de darle más seriedad y responsabilidad.
c) Tener un profesor particular.
Que puede reforzar aquellas materias en las que tiene más
dificultades. Para que un profesor particular sea una ayuda para nuestro hijo,
hemos de tener en cuenta los siguientes puntos:
Los contenidos que se
vean en las clases particulares han de estar supeditados y ser complementarios
a los que se desarrollan en el centro educativo por el profesor de esa materia.
Es conveniente que
sea una situación provisional, durante un tiempo. Hemos de tener en cuenta que
lo normal es que vaya avanzando por los distintos cursos sin que necesariamente
precise de un profesor particular. Se requerirá para situaciones
extraordinarias: unos suspensos que indican lagunas importantes, dificultades
significativas con área determinada, promocionar a un curso superior sin tener
afianzado el anterior, cuando el niño no pueda seguir el ritmo normal de la
clase....Sin embargo, puede pasar que lo extraordinario se convierta en
ordinario.
Los padres deberán
contar con la opinión del tutor y otros profesores. De esta forma, en caso
afirmativo puede establecerse, además, una colaboración entre el profesor
particular y los profesores del centro.
7.- Siguiendo el quehacer diario sin agobiar
Hemos de seguir el día a día del quehacer diario. El
criterio es que cuanto más pequeños más de cerca hemos de hacer el seguimiento
de las tareas de nuestros hijos, cuando van siendo más mayores y han ganado en
autonomía y responsabilidad, les podemos dar más distancia en el seguimiento.
Hay que saber qué exámenes tienen, qué resultados están
obteniendo, con qué dificultades se encuentran, cuáles son sus actitudes,
disposiciones....
Hay que guardar un equilibrio entre dos posturas extremas,
una hacer un seguimiento pormenorizado, que puede resultar agobiante a nuestros
hijos, y que en algún momento determinado hay que seguir esa estrategia porque
requiere una tutorización especial, pero que si se aplica más tiempo puede ser
contraproducente. Y la otra postura es no preocuparnos por sus cosas, seguirlo a
mucha distancia, de manera que indique despreocupación por nuestra parte. El
criterio como se ha dicho antes es ir de más seguimiento a menos según va
teniendo más años, pero cada caso es único.
Un objetivo educativo que hemos de marcarnos los padres es
que tengan la suficiente madurez y autonomía para organizarse nuestros hijos en
el tema de los estudios, y también sería extensible a otros ámbitos. Pero
centrándonos en el primero, lo deseable sería que cuando están en el primer
ciclo de la enseñanza secundaria obligatoria, es decir, con 13-14 años,
nuestros hijos se pudieran organizar por si mismos el horario de estudio, si se
van a levantar por la mañana o se quedan por la noche porque tienen un
examen....
Hemos de tener en cuenta, que los padres podemos mandar que
estudien, que hagan esto o aquello otro, pero esto se puede hacer cuando tienen
pocos años, porque aceptan nuestras indicaciones sin rechistar, pero cuando
llegan a la adolescencia, si no va saliendo de ellos mismos el hacer las cosas,
porque entienden que así lo tienen que hacer, poco podremos hacer con
imposiciones si nuestros hijos no están dispuestos a estudiar.
Para ir consiguiendo esta meta educativa, los padres tenemos
que empezar desde pequeños, poco a poco, que sean ellos los que hacen las cosas
porque así lo van decidiendo, con autonomía, aunque a veces haya que mandarles,
pero con la tendencia que sean los que llevan las riendas de los estudios.
Fuente
Escuela de Padres
MEC
Ministerio de Educación de España
1 comentario:
Que. Une artículo, aún no te go hijos pero menciona puntos que debemos tomar en cuenta como la participación de los padres en la educación y como hacer de esta participación algo pertinente no como algo que pesa o agobie
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