Especialmente estos efectos se dan en mayor grado entre los sectores de "menor nivel educativo, los niños y los jóvenes", dice su declaración.
Esta expresión de la Academia, es para reflexionar, también se refiere a "que en vez de ser el gran aliado de la educación, los medios son muchas veces su principal adversario".
Un miembro de dicha Academia, Julio Labaké, tocó un punto esencial. Apunta al corazón de la justificación mediática de por qué se pasa o no un programa, al decir que "hay confusión entre el interés público y el consumo de la gente .lo que se consume no necesariamente es de interés público" y "no se le da al público lo que el público pide, sino aquello que se le acostumbra a pedir".
Hubo consenso en la Academia en que los padres son "responsables y permisivos" frente a la vulgaridad y la pobreza e los contenidos televisivos y que muchas veces "renuncian al ejercicio de una autoridad sana".
¿Cuántos informes y pronunciamientos similares podríamos citar? . Muchos y de todas partes, incluso de nuestro país. Un informe elaborado por profesores de comunicación de la Universidad de Arizona señalaba años atrás que las escenas de contenido sexual son cada vez más frecuentes en las programaciones de las cadenas de televisión estadounidenses, en las que casi se ha duplicado su presencia en los últimos siete años.
El estudio se basa en un análisis de 1154 programas y fue realizado por encargo de Kaiser Family Foundation, de California.. La investigación mostraba algo que se ha ido extendiendo como un tsunami: en las horas de máxima audiencia es cuando se pone en pantalla la mayor cantidad de escenas con sexo, dado que un 92% de ellas muestran relaciones amorosas o algún tipo de referencia verbal al sexo.
Las seriales, tanto las humorísticas como las de estilo dramático, lo hacen en un 87%.El informe señala que hacia el año l998, las referencias y escenas de contenido sexual en la TV eran algo más de tres cada hora. Ahora están en el orden de las seis, antes en un 56% de las emisiones aparecían escenas o referencias sexuales, subiendo ahora al 70%.
Este informe, cuyas conclusiones no eran en realidad ni novedosas ni exclusivamente estadounidenses, no hacía sino mostrar la exacerbación y deformación del sexo en la cultura actual, produciendo un divorcio entre sexo y amor entre el acto físico y la esfera moral.
Por lo tanto, no nos puede extrañar el aumento de los embarazos en niñas y adolescentes, la baja en la edad del inicio sexual y el desborde permisivo que sobre esto hay muchas veces desde los propios hogares a los medios.
Ni que decir, que la violencia, el sexo, el éxito a cualquier precio y los modelos trastocados de conducta humana, hacen un cóctel "molotov" que explota día a día en las diferentes sociedades del mundo.
Es que estamos ante un verdadero asesinato del carácter de los niños y adolescentes, si por carácter entendemos destino. El carácter que se forje en la juventud determinará su futuro y condicionará el de los que vendrán después de ellos. Si ese carácter fue mal formado, el resultado será una vida con dificultad de personalidad y relacionamiento.
Lo fácil sería decir que la "TV es mala". O que tal o cual personaje o programa es culpable de transmitir valores perversos. Pero, en realidad el problema de la formación y educación de los niños y adolescentes es un deber prioritario que empieza en la familia y sigue en la escuela.
Es la crisis de la familia y la decadencia de la educación que empiezan por la pobreza de su contenido filosófico y valórico lo que le dio poder extralimitado a los medios como la televisión como formadores o deformadores del carácter.
En México como en otras partes del mundo, un niño en edad escolar, pasa más horas delante de una pantalla de televisión que en la escuela, incluso la mayoría hace sus tareas frente al aparato.
Una familia desunida y conflictiva y una paternidad de liderazgo espiritual, moral y afectivo débil o inexistente, una escuela que no transmite valores espirituales y éticos arrojan a los niños y adolescentes a un mundo confuso donde el mal se disfraza del bien, donde todo lo sagrado es ridiculizado y donde permanentemente estamos cruzando límites y cada nueva invasión es justificada por la anterior.
Estamos creando modernos Frankestein a los que nada detendrá. Hay un viejo y conocido refrán que dice que el que siembra vientos cosecha tempestades.
La responsabilidad del contenido de los medios es de nosotros los ciudadanos, por lo tanto a actuar.
© Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez para Informe Uruguay
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