domingo, 10 de octubre de 2010

Educar la tolerancia en un mundo de diversidad



¿Se han parado a pensar QUÉ ENTIENDEN POR TOLERANCIA? Se trata de un término que en la sociedad actual utilizamos a menudo pero cuyo concepto no está demostrado que se conozca con exactitud. Si consultamos el Diccionario de la Real Academia encontramos dos acepciones; en primer lugar se entiende por tolerancia el "respeto y consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque sean diferentes a las nuestras" Por otro lado, encontramos otra definición con un sentido más específico que afirma que tolerancia consiste en "permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente; o sea, no impedir –pudiendo hacerlo- que otro u otros realicen determinado mal" Si nos damos cuenta, la cuestión está en determinar el límite de lo no tolerable: la legítima diversidad siempre debe tolerarse (respetarse) y, sin embargo, la ilegítima puede tolerarse o no, depende las circunstancias. Estos planteamientos son los que como padres habrá que inculcar a los hijos de cara a su relación con sus iguales e integración en la sociedad compleja que les toca vivir.


    
De lo anterior debemos concluir que la tolerancia, entendida como respeto y consideración hacia la diferencia, como una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, o como una actitud de aceptación del legítimo pluralismo, es a todas luces un valor de enorme importancia.
Entendida así la tolerancia puede ayudar a resolver muchos conflictos y a erradicar muchas violencias. Por desgracia vivimos en un mundo en el que son frecuentes actos de violencia y maltrato al prójimo por lo que deducimos que una educación centrada en la tolerancia debe primar y promoverse de una forma necesaria y urgente.


    Tal es así que en los sistemas educativos europeos resurge de nuevo la preocupación por el tema de la educación intercultural y del respeto a las minorías. Ya sabemos que vivimos en sociedades multinacionales, complejas y plurales en distintos ámbitos como el religioso, moral y cultural. La tolerancia hacia lo diferente se ha convertido en el reto más serio de la sociedad presente y futura. De ahí que una de las características esenciales de la escuela pública sea conseguir un objetivo de carácter moral; es decir, educar ciudadanos libres, democráticos, críticos y tolerantes. Todo ello desde una perspectiva integral del ser humano.

    El propósito de la tolerancia es la coexistencia pacífica. FEDERICO MAYOR ZARAGOZA (que fue Director General de la UNESCO) afirma que una persona tolerante respeta la singularidad de cada persona. La tolerancia desarrolla la habilidad de adaptarse a los problemas de la vida diaria. Como adultos debemos saber también que la tolerancia es una fortaleza interna que le permite a la persona afrontar dificultades y disipar malentendidos.

    EN EL ÁMBITO FAMILIAR, los padres desean que sus hijos crezcan libres de estereotipos, sin prejuicios. En la sociedad actual nos movemos entre gran variedad de culturas, personas de distintas razas y los hijos comparten aulas, vecindad con niños cuyo aspecto físico, idioma o costumbres son muy diferentes a las suyas. La familia es la primera escuela en la que se aprende la tolerancia porque siempre hay que hacer reajustes para que todos los miembros tengan cabida en la misma. El colegio es la segunda entidad en importancia donde inculcar el espíritu de la tolerancia.

    Hasta los 3 años los niños creen que el mundo es como ellos y las familias como la suya. Tienen una perspectiva del mundo centrada en su persona. Hacia los 4 años se inicia una educación explícita en el campo de la diversidad. Los niños a partir de estas edades van clasificando las cosas por categorías y diferencian al resto por su color de pelo, su piel clara u oscura. En esta fase podemos escuchar preguntas como ¿por qué Irene no celebra la Navidad como nosotros? Entre los 5 y 7 años los niños ven el mundo desde su punto de vista (cosa que ya hacían) y desde el punto de vista de los demás. Tienen una nueva capacidad para comparar la percepción de sí mismos en comparación con otros. Este aspecto comparativo, en ocasiones provoca competición: "ojalá yo tuviera el pelo de María", o miedo a no ser aceptados: "nadie en mi clase lleva muletas".


    Los padres deben responder a los hijos a estos comentarios o preguntas de forma simple e informativa. Por ejemplo: "nuestra familia es católica y la de Irene es judía" Si los hijos no nacen teniendo en cuenta las diferencias ¿cómo aprenden a tener prejuicios?

   En ocasiones los padres se enfrentan al reto de hablar con los hijos de diversidad cuando ellos tienen aún dudas al respecto. Muchos padres se sienten inseguros cuando tienen que tratar a personas distintas a ellos en aspectos importantes debido a que sienten miedo a estar incómodos o a decir algo inconveniente ya que ellos no han tenido muchas oportunidades de encontrarse con gente diferente. Este reto para los padres de reconocer sus inclinaciones y sus limitaciones se ve reforzado por el hecho de haber crecido en una sociedad que tiene prejuicios de los cuales no es fácil librarse.

   Los hijos con un poco de ayuda, acaban estando a gusto entre la diversidad. La semilla de la tolerancia, se planta con compasión y cuidado. Cuanto más afectuoso se vuelve uno y más comparte ese amor, mayor es la fuerza en ese amor. Cuando hay carencia de amor, hay falta de tolerancia. FEDERICO MAYOR ZARAGOZA nos llega a poner el caso de una madre: cuando el hijo experimenta un obstáculo, ella está preparada y es capaz de tolerar cualquier cosa. En ese momento no se preocupa por su propio bienestar, sino que, con amor, afronta todas las circunstancias. El amor hace que todo sea más fácil de tolerar.

   Entre el nacimiento y los 5 años aprenden muchos valores sociales. Aunque en ocasiones ellos se comporten de manera excluyente hacia otros niños, no quiere decir que hayan formado ya sus propios «prejuicios» Si no hay una intervención activa, este comportamiento que en principio es por imitación, acaba en prejuicios reales.

   Llegados a este punto nos preguntamos ¿CÓMO AYUDAR A LOS HIJOS A LUCHAR CONTRA LOS PREJUICIOS? La primera norma es educar y apoyar a los hijos cuando se enfrenten a situaciones en las que sean blanco de discriminación o testigo de ellas. Aquí tenemos algunos puntos que servirán de guía:


Escuche su dolor.
Ofrezca información. Dígale que lo ocurrido no es aceptable. Hágale saber que los insultos y burlas suelen proceder de la ignorancia.
Ofrezca ayuda o protección. A veces los niños no son capaces de responder por sí solos a los actos discriminatorios.
Hable con claridad cuando oiga calumnias.
Ofrezca una visión de cambio social.
Fomente la iniciativa de los niños.
La cooperación genera optimismo sobre el mundo.


   


Es bueno que los niños sepan que existe colaboración y ayuda y les dará confianza saber que tal vez ellos sean capaces de cambiar algo injusto. En nuestra sociedad actual existen educadores que han investigado y han trabajado para crear un programa capaz de contrarrestar prejuicios todavía existentes y han desarrollado un «planteamiento no discriminatorio» para la educación. En ella hay cuatro componentes:


1. Valorarse uno mismo como miembro de todos los grupos a los que pertenece.
2. Valorar a otros que pertenecen a grupos distintos.
3. Reconocer los prejuicios e injusticias sociales por pertenecer a determinados grupos.
4. Pensar en la forma de reaccionar ante la injusticia defendiéndose uno mismo y convirtiéndose en aliado de otros grupos.


    Llegados a este punto debemos saber que EL PRIMER PASO PARA VALORAR LA DIVERSIDAD ES HONRAR Y VALORAR NUESTRA PROCEDENCIA. Todos operamos desde un contexto cultural que desempeña un papel importante en las decisiones que tomamos como padres. Pero la cultura no es algo estático, es dinámico, adaptable a las nuevas influencias, a la economía, geografía, etc. También varía de una persona a otra. La cultura está formada de pequeños detalles: costumbres, recetas de cocina... Todos tenemos un legado cultural importante y mientras lo enseñamos a los hijos les ayudamos a respetar otros y a establecer las bases para apreciar la diversidad.

    Para terminar debemos apuntar varias FORMAS DE AYUDAR A SU HIJO A VALORARSE. En concreto y entre otras, deben hacer lo siguiente:


Enseñe a sus hijos datos sobre su cultura.
Utilice a la familia completa como ayuda.
Estudie y anote la historia de la familia.
Enseñe a sus hijos lo que es más especial de la familia.
Ofrezca modelos de rol positivos.
Ofrezca a su hijo juguetes y libros que reflejen positivamente los grupos a los que pertenecen.
Vigile los prejuicios que aparecen en los medios de comunicación.


 Por último también debemos saber algunas FORMAS DE AYUDAR A LOS HIJOS A VALORAR A LOS DEMÁS. Entre otras apuntamos las siguientes:


Favorezca el encuentro con personas de otras culturas.
Enseñe imágenes "no estereotipadas" sobre diversidad.
Hable con los hijos sobre las diferencias y similitud con otras personas.
Amplíe experiencias sobre arte, culturas diferentes.
Enseñe a su hijo que la diversidad se aplica a todos: también él es "distinto" para otras personas.
Trabaje sobre sus propias ideas y prejuicios.


 


 


Fuente


Escuela de Padres


MEC


Ministerio de Educación de España


 


 

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