jueves, 4 de octubre de 2012

¿Qué es el éxito escolar? ¿Por qué es importante y necesario?

Mucho se habla del “éxito escolar”, pero ¿Sobre quién recae? ¿A quiénes involucra? ¿Qué significa socialmente? ¿Cuál es la importancia hoy en día?

Un acto educativo muy conocido y tradicionalmente instaurado en nuestra sociedad es el de la graduación o la entrega de títulos. Se trata de actos ceremoniales, cada vez más extendidos, donde se entregan diplomas a aquellos estudiantes que se han esforzado, que han estudiado y superado diferentes cursos y materias, obteniendo, en definitiva, buenas calificaciones o resultados.

Este acto está cargado de estados personales y emocionales como la alegría, la satisfacción, la motivación, etc. También posee diferentes connotaciones sociales como, por ejemplo, el reconocimiento del esfuerzo y la valía del estudiante por parte de su familia, la cual se engalana para este acto, lo festeja, lo recuerda etc.; también se aprecia en el reconocimiento administrativo que recibe el estudiante, por parte de la sociedad o de un gremio profesional, al recibir un título con un determinado valor o equivalencia. Sin duda, para muchos, este momento representa una forma de manifestación del éxito escolar obtenido por el estudiante. Se trata de un éxito y un reconocimiento centrado en el alumno o alumna, que es quien recibe el diploma como premio a su esfuerzo y dedicación, su sacrificio, su valía y buena preparación.

Sin embargo, para nosotros, el éxito escolar no es algo exclusivo del alumno que termina la escolaridad obligatoria, que progresa en el bachillerato o en Formación Profesional (FP) y que obtiene un título universitario, sino que es un éxito de todos que beneficia a todos. Es la sociedad en general y los distintos estamentos e instituciones que la componen (las familias, los ayuntamientos, los centros escolares,…) los que apuestan día a día por la educación. Son muchos los esfuerzos y sacrificios que realizan las escuelas y las familias con sus menores, para que sean mejores personas y mejores ciudadanos. Por ejemplo, muchas familias piensan, desean y luchan para que sus hijos tengan la oportunidad de estudiar más de lo que ellos estudiaron y optar a un puesto con unas condiciones sociales y económicas mejores de las que ellos tienen. La sociedad, a través de su sistema educativo, también persigue que todos los estudiantes desarrollen plenamente su personalidad y sus capacidades, que adquieran valores democráticos y diversos conocimientos y hábitos que les permita ser libres, autónomos y responsables para participar en la vida económica, social y cultural; además de que les capacite para ejercer una ciudadanía crítica y responsable en una sociedad cambiante. Tener éxito escolar no significa sólo ser un buen estudiante, sino ser también un buen hijo, un buen amigo, un buen trabajador, un buen compañero, un buen ciudadano,… y además, serlo en entornos cuyos marcos de referencia varían constantemente. De aquí la importancia de la educación para el crecimiento personal, para la integración en la comunidad y, en resumen, para la adaptación a la sociedad y la mejora de la misma. El éxito escolar aumenta las posibilidades de crecer como persona y de construir una sociedad mejor.

Por todo ello, y atendiendo a las raíces democráticas de nuestra sociedad, la legislación educativa, a sabiendas de que todos tenemos distintas condiciones y características de partida que pueden favorecer o limitar las posibilidades de obtener buenos resultados escolares, establece que la educación básica pública debe ser para todos y de calidad. La educación ha de ser flexible y ha de permanecer atenta a las necesidades que pueda presentar el alumnado, para garantizar así la igualdad de oportunidades. Para ello, la administración educativa establece medidas facilitadoras a aquellos estudiantes que puedan presentar necesidades específicas de apoyo educativo, tratando así de asegurar que el éxito escolar esté al alcance de todos.

El éxito escolar depende también de la capacidad del sistema educativo para ofrecer y garantizar una educación básica de calidad que permita que toda la ciudadanía aprenda a desenvolverse con éxito en los diferentes ámbitos de la vida (familiar, relacional, profesional, laboral y social). Por tanto, el alumno que no aprueba unas asignaturas, que no alcanza una titulación básica o que no aprende una profesión para insertarse laboralmente, es el reflejo de las debilidades de nuestro sistema educativo. La sociedad, en este caso, no alcanza el éxito escolar porque no ha conseguido los objetivos educativos que se había propuesto, es decir, no estamos educando a nuestras futuras generaciones tal y como habíamos pensado que era idóneo.

“(…) la responsabilidad del éxito escolar de todo el alumnado no sólo recae sobre el alumnado individualmente considerado ,sino también sobre las familias, el profesorado, los centros docentes, las administraciones educativas y, en última instancia, sobre la sociedad en su conjunto, responsable última de la calidad del sistema educativo”.

El éxito escolar es de todos, y la responsabilidad de conseguirlo también es de todos. Aunque el alumno es el beneficiario directo de las inversiones y acciones educativas que se realizan (es quien obtiene un título, quien aprende, quien adquiere unas competencias y dominios esenciales para su vida…), también las familias y el profesorado, tras no pocos esfuerzos, contribuyen al éxito escolar y se sienten recompensados y satisfechos cuando hijos y alumnos progresan. Este éxito se extiende también a la sociedad ya que habrá cumplido con sus pretensiones de educar adecuadamente a sus futuras generaciones buscando su propia consolidación, crecimiento y desarrollo social.

Resumiendo, el éxito escolar no sólo está relacionado con las buenas notas o los títulos obtenidos por un número determinado de alumnos, sino que también tiene que ver con la adquisición de habilidades y competencias que favorezcan el crecimiento personal y social de los individuos. Las familias, el barrio, la comunidad, y la sociedad en general se suman, pues, al carro del éxito escolar por los beneficios que supone para todos, una buena educación. Es el principal modo que tenemos de asegurarnos de que el mundo en que hoy vivimos sea mejor en el futuro, porque serán ciudadanos preparados y comprometidos para hallar soluciones a los problemas existentes. Además, según la previsiones que se manejan, dentro de unos años aquella persona que no esté cualificada, difícilmente podrá acceder al empleo y tendrá mucha posibilidades de estar excluido socialmente. Es decir, el éxito escolar es la clave preventiva que va a favorecer el desarrollo y crecimiento personal de cada individuo pero también la construcción de una sociedad más rica, justa y cohesionada socialmente.

La educación como salvavidas
En el actual océano de tempestades, el barco en que navegábamos está perdido, las cartas de navegación han quedado obsoletas, la tripulación está dividida, debilitada e indignada, las velas del compromiso están rasgadas, el viento laboral es huracanado, el mástil económico se resquebraja, la brújula moral está desorientada, y los capitanes de navío saben que la educación básica es la opción que nos permitirá comprometernos a trabajar en equipo y aprender a reparar los desperfectos, coser las velas, saber buscar vientos favorables y orientarnos entre las olas para dirigir la nave hacia buen puerto.


Extraído de
EL ÉXITO ESCOLAR
¿Cómo pueden contribuir las familias del alumnado?
Santiago Ramírez Fernández
Antonio García Guzmán
Christian Alexis Sánchez Núñez
Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos


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