¿A qué se llama “motivación para el aprendizaje”? ¿Cuántos tipos reconocemos? ¿Qué significa “estar motivado? ¿A qué causas podemos atribuir la desmotivación? ¿Cuáles son las fuentes de la motivación?
Entendemos por motivación
el conjunto de variables intermedias que activan la conducta y/o la orientan en
un sentido determinado para la consecución de un objetivo. Se trata de un
proceso complejo que condiciona en buena medida la capacidad para aprender de
los individuos.
Es lo que mueve a la persona en una dirección y con una
finalidad determinada; es la disposición al esfuerzo mantenido por conseguir
una meta. Constituye, por tanto, un factor que condiciona la capacidad para
aprender. Al igual que los intereses, depende en parte de la historia de éxitos
y fracasos anteriores de la persona pero también del hecho de que los
contenidos que se ofrezcan para el aprendizaje tengan significado lógico y sean
funcionales.
En la motivación que un alumno llegue a tener desempeña un
papel fundamental la atención y el refuerzo social que del adulto (profesor,
padres...) reciba. Por eso son importantes las expectativas que los adultos
manifiestan hacia el individuo y las oportunidades de éxito que se le ofrezcan.
Además hay que considerar la motivación como una amplia
capacidad que precisa enseñar valores superiores como la satisfacción por el
trabajo bien hecho, la superación personal, la autonomía y la libertad que da
el conocimiento,... También, la motivación es una cuestión de procedimientos
que implica un trabajo importante, utilizar autoinstrucciones, relacionar
contenidos, trabajar en equipo, etc. Y por último, exige conocimiento sobre el
riesgo que se corre en caso de fracasar en el intento o por el contrario, y más
importante, la satisfacción que supone la obtención del éxito.
Podemos distinguir dos
tipos de motivación: una intrínseca que hace referencia a que la meta que
persigue el sujeto es la experiencia del sentimiento de competencia y
autodeterminación que produce la realización misma de la tarea y no depende de
recompensas externas. Es el caso del niño que aprende la lista de jugadores de
un equipo de fútbol porque realmente le llama la atención, le motiva, significa
algo para él, y lo hace sin pretender ninguna recompensa, la aprende porque sí.
Y la motivación extrínseca que estaría relacionada con la realización de la
tarea para conseguir un premio o evitar un castigo. Como cuando un hijo ordena
su habitación con el único fin de salir antes con los amigos y no porque
realmente es necesario estar en un espacio ordenado porque resulta más cómodo.
O como cuando hacen un recado para acercarse al quiosco y comprarse alguna
golosina, etc.
Se ha comprobado además que las personas con motivación
intrínseca tienden a atribuir los éxitos a causas internas como la competencia
y el esfuerzo, mientras que los individuos con motivación extrínseca tienden a
hacerlo a causas externas, como el azar o las características de la tarea, con
lo que estos chicos no se consideran capaces de controlar la consecución de las
metas que persiguen.
Por todo lo anterior es importante destacar que la educación
no debe limitarse a transmitir conocimientos, sino que debe además ser capaz de
transmitir valores y actitudes positivas hacia la actividad escolar.
Además debemos apuntar que los sujetos con alta motivación
persisten más en la tarea y por tanto es más probable que alcancen sus metas,
hacen juicios independientes y se proponen retos sopesando cuidadosamente sus
posibilidades de éxito, y el propio éxito alcanzado refuerza su forma adecuada
de afrontar las tareas.
Los profesores saben que la motivación es consecuencia de la
historia de aprendizaje. Hay que promover la motivación intrínseca, el proceso
es interactivo,... Estos autores se preguntan ¿qué es estar motivado? Para motivar a un individuo en el estudio,
como en cualquier otra actividad, es necesario poner en juego un conjunto de
estrategias concretas. Un primer paso en el medio escolar es hacer las clases
atractivas a través, por ejemplo, de actividades lúdicas, novedosas,
sorprendentes,... pero dependiendo del nivel educativo en que nos encontremos,
sabemos que las situaciones escolares son con frecuencia arduas y requieren
disciplina y esfuerzo. Es sabido que el trabajo escolar requiere esfuerzo, y
debemos desterrar que el esfuerzo es sinónimo de aburrimiento; es necesario
llegar a la conclusión que vale la pena esforzarse en actividades que realmente
merezcan la pena.
Las causas de la
desmotivación en el individuo son muy variadas. Hay que buscar
fundamentalmente en la estimulación que recibe o ha recibido la persona y en su
historia de aprendizaje personal. Podemos encontrar explicación a esta pregunta
en factores como la familia como primer agente, pero también en el condicionamiento
de un medio social desfavorecido, los fracasos escolares que arrastre. La
desmotivación supone la existencia de limitaciones contra las que es muy
difícil luchar y vencer tales como las bajas expectativas y atribuciones
inadecuadas, falta de hábitos, prejuicios, falta de conocimiento y habilidades
y un largo etcétera frente a los es difícil obtener algún cambio. La
desmotivación está en la base del fracaso escolar y, con frecuencia también, en
los problemas de disciplina. Los problemas de motivación en el aula tienen
difícil solución.
Por otro lado, no es correcto pensar que la actuación del
adulto se base casi exclusivamente en invocar la disciplina o la voluntad como
una habilidad que debe ejercitar el alumno con el fin de obtener los objetivos
planteados.
¿Cuáles son las
fuentes principales de motivación? Los autores antes mencionados afirman en
el mismo artículo que la familia es la primera variable y la más constante. La
disposición para el aprendizaje se le inculca a la persona a través de las
preguntas que se le hacen, los comentarios, sirviendo de modelo y ejemplo de
conducta y actitud.
La familia es la primera variable y la más constante; la
disposición para aprender se la enseñamos a nuestros hijos con nuestras
preguntas y comentarios, o siendo modelo o ejemplo en nuestra vida cotidiana.
En el ámbito familiar podemos llegar a citar tres aspectos que tienen una
influencia destacada en la motivación escolar de los hijos:
·
su actitud ante el conocimiento y la escuela,
·
el tipo de relación afectiva que establece con
su hijo, y
·
las destrezas y habilidades que despliega para
motivarle y ayudarle en el trabajo escolar.
·
En el ámbito escolar sabemos que mientras que hay alumnos
que realmente animan y ayudan al proceso de enseñanza y aprendizaje, otros, por
el contrario, dificultan, entorpecen,... por lo que debemos reconocer que todo
lo que se realiza en la escuela tiene una influencia mutua, existe una
interdependencia entre la actuación del profesor y el comportamiento y
actitudes que manifiesta el alumnado en general.
Como conclusión de este apartado hay que decir que la
motivación la debemos entender como una capacidad más de la personalidad del
individuo que es educable y que se puede desarrollar, pero que a su vez, exige
una adaptación a muy distintos niveles. Para empezar a motivar a una persona
hacia los estudios hay que considerar su historia e ir poco a poco sin
pretender grandes avances de inmediato puesto que contamos con limitaciones ya
citadas anteriormente. Los cambios precisan tiempo, son lentos. Para
conseguirlos hace falta que las ayudas no desaparezcan, sean constantes.
Fuente
Escuela de Padres
MEC
Ministerio de Educación de España