Cómo motivar y enseñar a los niños a estudiar en casa
Al inicio de un nuevo curso,
después de unas merecidas vacaciones, todos tenemos las mejores
intenciones para sacar buenas notas. Con voluntad podemos hacer todo lo que nos
propongamos, pero después llega lo difícil, mantener el horario y encontrar
tiempo para todo. Y para no toparnos con sorpresas desagradables a última hora,
hay que saber prepararse bien, desde un principio, para que el tiempo empleado
en el estudio luzca en las notas. La psicopedagoga María
Concepción Luengo del Pino nos enseña a poner remedio a
tiempo para evitar las malas notas a final de curso.
Consejos para evitar las malas notas de los niños
Es frecuente escuchar a los niños
decir: ¡Yo es que no valgo para estudiar! ¡No me da tiempo! ¡A mí nunca me
han gustado las matemáticas! Pero ellos se dan cuenta, al hacerles
reflexionar, que hay cosas que no van bien. Hay niños que se ponen, con toda su
voluntad, a las seis de la tarde a estudiar y cuando se dan cuenta son las nueve
de la noche, sólo han hecho una cosa y su madre les llama para cenar. Se han
pasado toda la tarde sin enterarse y aún están todos los deberes por hacer.
Otras frases comunes son también: ¡Me
he quedado en blanco en el examen! Llevo dos días intensivos de estudio y ahora
no me acuerdo de nada. O bien, ¡es que a mi hijo no le gusta estudiar,
no es capaz ni de sentarse a trabajar. Se pasa la tarde frente al televisor o
en el ordenador. ¡No se que hacer con él!
Todos conocemos o, al menos nos
suena, la teoría de las técnicas de estudio: cómo nos debemos sentar ante una
mesa para estudiar (rectos, cómodos), rodeados del ambiente adecuado (luz,
temperatura y silencio), el control del tiempo, cómo hacer resúmenes, esquemas,
etc.
Aprender a estudiar en casa, los deberes de los niños
Desde muy pequeños, debemos educar
a los niños en esta disciplina y en el estudio. En Primaria, los alumnos pueden
ir más o menos bien, pero luego en Secundaria, pinchan la mayoría. Y no me
refiero a que suspendan, sino que empiezan a sufrir y a luchar por intentar
sacar los estudios de cualquier forma, cuando esto se debe aprender y educar
desde el principio y, además, desde casa. Y digo desde casa,
porque ésta no es responsabilidad del colegio. El profesorado ya sabe de
memoria cómo hay que estudiar y lo explican en las clases todos los años, pero
luego hay que ponerlo en práctica con el apoyo y la guía de la familia.
Regularidad y disciplina en el estudio de los niños
Cuando se llega a casa por las
tardes, hay tiempo para merendar, para hablar de cómo ha ido el colegio, con
los amigos, con los profesores, para comentar las anécdotas nuevas... y a las
seis de la tarde nos ponemos a trabajar. Para esto no hay discusión. Todos
tenemos responsabilidades y debemos cumplir con ellas. Si al principio cuesta,
se puede poner un sistema de premios por acuerdos conseguidos. Se debe empezar
con los niños pequeños dedicando una hora todos los días para leer un cuento,
hacer un dibujo, aprender a hacer puzzles, a recortar o a hacer los nudos de los
zapatos.
Al principio, significará tener que
ponernos todos los días con ellos sin excepción. Con el tiempo, veremos cómo
podemos ir dejándolos a ellos solos porque habrán adoptado esa costumbre de
ponerse todos los días a trabajar. Si nos ha sobrado tiempo, podremos jugar,
ver un poco de televisión o jugar con el ordenador (siempre controlando el
tiempo) y en este orden: primero trabajo y luego distracción. Hay padres que se
quejan porque para merendar se ponen la televisión y luego no hay forma de que
la apaguen y se pongan a estudiar. En este entrenamiento, para conseguir el
hábito de estudio, hay que ponerse serios desde el principio y hacerlo bien
(para comer no necesitamos la televisión).
¿Cuanto tiempo deben dedicar los niños al estudio?
Cuando los niños tienen entre 7 y 8
años, podemos introducirles en el concepto del tiempo de estudio. Para evitar
el ejemplo anterior, el niño que se pasa la tarde delante de los libros y no ha
terminado los deberes, hay que practicar con el reloj y los horarios. Una idea
es empezar a hacer un crucigrama al día. El primer día controlamos lo que tarda
(pongamos diez minutos) y, a partir de ese día, le proponemos intentar ganarse
a sí mismo y superar su propio record (9-8-7 minutos).
El objetivo de este sistema no es
agobiarles con el tiempo, sino comprender que cuando nos ponemos un tiempo, las
cosas cunden de una manera más eficiente. Así, cuanto antes terminen, más
tiempo tendrán para jugar después. Esto les sirve de calentamiento para luego
pasar a otra actividad. Leer todos los días, al menos quince minutos, y también
con buen ritmo es otro buen ejercicio. Cuando ya van siendo mayores, el
crucigrama se puede sustituir por algún ejercicio sencillo o alguna asignatura
fácil y breve, para luego pasar a la asignatura que más les cueste o que tenga
más trabajo para el día siguiente. No podemos dejarlo para el final, ya que
siempre habrá alguna excusa para no hacerlo (ya estoy cansado, no me apetece,
mejor que me lo expliques mañana....).
Primero, se estudia y luego, se hacen los ejercicios
Los niños se acostumbren a hacer
los deberes (solo los ejercicios que les ponen en clase) todos los días y creen
que con eso ya han cumplido. Esto no vale. Primero, se debe estudiar la
pregunta y, luego, se hacen los ejercicios. Si un niño está atento en clase a
la explicación (1º), lo estudia en casa (2º), lo aprende (3º), hace ejercicios
(4º), los corrige en clase (5º), hace resumen o esquema (6º) y repasa las
preguntas cada cierto tiempo (7º) hasta el día del control. ¿Cómo no se va a
saber la lección para el día del examen después de, al menos, repasar 7 veces
la misma pregunta? Claro que si no está atento en clase, no hace los deberes ni
estudia el día antes del examen, ya sabemos lo que saldrá.
Todo se consigue con esfuerzo
Cuando empezamos a educar a los
hijos, debemos tener claro que buscamos lo mejor para ellos y, en esta vida,
las cosas se consiguen con esfuerzo. Esta es la disciplina que queremos
enseñarles y tenemos que razonar con ellos: todos estamos cansados, pero ellos
tienen su trabajo por la tarde, igual que nosotros con cenas, plancha, ayudar
con sus deberes... y lo hacemos con gusto. Al final del día, una vez hemos
realizado nuestras tareas, podremos descansar. Así, nos acostaremos con la
satisfacción del deber cumplido.
Autora
María Concepción Luengo de
Pino
Psicopedagoga
Orientadora escolar
Colaboradora de GuiaInfantil.com
Psicopedagoga
Orientadora escolar
Colaboradora de GuiaInfantil.com
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