lunes, 22 de febrero de 2010
Problemas de comunicación con tu hijo e hija
Pautas para mejorar la comunicación.
Escúchale. Es esencial para que la comunicación entre tu hijo/a y tú sea lo más fluida posible que encuentres tiempo para oírle, y oírle de una forma que expreses tu interés y disposición. Cuando nos detenemos y escuchamos a alguien, le estamos diciendo: "Eres importante. Lo que dices me interesa. Tú me interesas".
Cómo escuchar a tu hijo/a. Asegúrate de que estás preparado para oírle, presta toda tu atención a tu hijo/a, practica la escucha activa, invita a hablar a tu hijo/a.
Qué escuchar. Escucha el núcleo central de la historia, no pienses que tienes que solucionarle las cosas, atiende y responde a los sentimientos de tu hijo/a.
Acepta sus sentimientos. Ayúdale a que encuentre diferentes formas de expresarse sus verdaderos sentimientos, cuéntale una historia tuya en una situación similar, sintiendo cosas similares, sé un buen modelo para él/ella.
Utiliza un lenguaje respetuoso. El lenguaje que utilices con tu hijo/a es un lenguaje que comunica algo acerca de tí mismo, cuando estés muy enfadado por algo que ha hecho tu hijo/a, intenta en la medida que sea posible posponer la conversación diciéndole que estás demasiado enfadado para hablar de lo que ha hecho en ese momento.
Elogia a tu hijo/a. Sé generoso a la hora de elogiar a tu hijo/a. Ello facilitará que se sienta bien consigo mismo, y en consecuencia, vuestra comunicación será más fluida, pues sentirá que valoras sus esfuerzos y avances. Esto no significa que tengamos que elogiarlos continuamente, sin que haya un motivo que lo justifique, pues se conseguiría el efecto contrario. El elogio excesivo y poco sincero incomoda a los adolescentes.
Corrige a tu hijo/a tantas veces como creas necesario. Los chico/as adolescentes necesitan reglas y límites. En los casos en los que esto no ocurre aparecen sentimientos de abandono. Necesitan saber que sus padres están ahí, pendientes de lo que pueda ocurrir. Debemos de desterrar las ideas relacionadas con que la posible subordinación ocasiona futuros "traumas" en nuestros hijo/as, nada más lejos de la realidad.
En los casos en los que sea posible una negociación con tu hijo/a practícala. Intenta llegar a unas soluciones consensuadas siguiendo los siguientes pasos:
1. Deja que tu hijo/a exponga su punto de vista.
2. Expón a continuación tu punto de vista.
3. Invita a tu hijo/a a buscar soluciones consensuadas.
4. Anota todas las ideas sin enjuiciarlas y sin dar tu opinión acerca de las mismas.
5. Revisa la lista y decide cuáles son las más viables para intentar llegar a un acuerdo.
Fuente
www.cult.gva.es/
Comunidad Valenciana
domingo, 14 de febrero de 2010
Mejorar la relación con tus hijos e hijas.
1.- Estilos educativos: Consejos y recomendaciones.
La tarea de educar a nuestro hijo/a empieza desde que éste tiene pocos meses de vida. Los estudios realizados sobre la forma de educar de los padres muestran un continuo que va desde un extremo autoritario a un extremo permisivo.
En general, todos tenemos algo de cada estilo, sin embargo suele haber uno que caracteriza nuestro modo de comportarnos en mayor medida que los demás: estilo autori¬tario, democrático, permisivo y el sobreprotector.
A estos estilos cabría añadir la figura del negligente, pero éste más que un estilo, es un no-estilo. Cada estilo tiene sus consecuencias positivas y negativas, pero los profesiona¬les aconsejan siempre la moderación. Eso supone acercarse lo más posible al estilo demo¬crático. El mejor estilo educativo es el que ha sido precedido de una reflexión, actuar cohe¬rentemente, saber por qué actúas así y conocer las consecuencias de sus actos.
Para situarnos en uno u otro estilo nos fijamos en los siguientes indicadores: nivel de exigencia, de control, normas pautas restrictivas, mayor empleo de castigo que de refuerzo positivo, disciplina inteligente (inductiva), mayor empleo de refuerzo positivo que de castigo, metas educativas, fomentar la obediencia a las normas y la sociabilidad, fomentar la respon¬sabilidad y autoconfianza, fomentar la autodirección, autonomía e iniciativa...
En la página "Orientados" (www.cult.gva.es/orientados) podrás averiguar cuál es vuestro estilo educativo y sea cual sea este, las siguientes sugerencias te ayudarán a corregir posibles fallos y a reforzar acti¬tudes correctas.
El amor: Sabemos que quieres mucho a tus hijo/as, pero además es importante que sepas transmitírselo de manera clara y directa. Es necesario que te asegures que están reci¬biendo el mensaje. Demostrar cariño, celebración de los logros, compartir logros y momen¬tos especiales, contar con el amor de alguien, hace que nos sintamos capaces de empren¬der cosas y llevarlas a cabo, es decir, que nos sintamos seguros de actuar libremente.
Los límites: ¿Cómo se fijan los límites? ¿Qué límites no son negociables? ¿Cómo lo decidimos? En principio, trata de mantener una actitud abierta al diálogo con tu hijo/a y deja que participe lo máximo posible en la creación y mantenimiento de normas de conducta familiares. Esto fomenta su implicación y su motivación por cumplirlas.
La autoridad: Y ser autoritario ¿no generará frustración o rencor en mis hijo/as? Si el castigo o la frustración que recibe tu hijo/a es esporádica, previsible y claramente delimita¬da, y predominan significativamente las satisfacciones que experimenta, lo más probable es que esto no sea así. A esto se le llama PATERNIDAD POSITIVA. Es un método para propor¬cionar una directriz esencial y una disciplina de manera positiva:
La disciplina: La disciplina inteligente o inductiva es la que ayuda a los hijo/as a dese¬ar hacer las cosas "bien". Se trata de un aprendizaje o aceptación de las normas por conven¬cimiento. A medida que los niño/as aprenden a aceptar las normas por miedo a una sanción o en espera de un premio, es necesario ir enriqueciendo el aprendizaje con razonamientos.
El razonamiento: Trata de razonar con tus hijo/as por qué aceptas una petición suya o rechazas una demanda o exiges una conducta determinada. Si después de razonar y escuchar a tu hijo/a, no hay acuerdo, recuerda que eres tú quien pone las normas. Si tu hijo/a no queda convencido por tus argumentos, tu decisión prevalece. Eso debe quedar claro. A medida que tu hijo/a crezca, será más importante utilizar la disciplina inductiva ade¬más de las gratificaciones y los castigos, con el objetivo de que sea él mismo quien sea capaz de controlar su propia conducta.
Las expectativas: Éstas, enfocadas de una manera global donde quede implícito la rela¬ción entre el esfuerzo empleado y el logro correspondiente, será beneficioso para la educación de tu hijo/a. Pero hay que tener cuidado en que esas expectativas no sean muy concretas (estudiar medicina, arquitectura, ser deportista de élite...) ya que podemos conseguir el efecto contrario, es decir, no alcanzar la expectativa marcada y no saber superar el fracaso.
2.- Cuando hay problemas.
Hay diferentes maneras de afrontar el estrés que supone una situación problemática. La respuesta concreta depende de cuánto y qué aspecto de tu vida amenaza esa situación, y qué recursos crees que tienes para afrontarla. Todos tenemos un poco de cada estilo, aun¬que suele haber una tendencia o una manera característica de reaccionar. Utilizamos:
-Estilo evitador cuando, ante algunos problemas y situaciones concretos, tendemos a hacer como si no existieran. La mayor parte de la gente hace esto en algunas ocasiones. Pero apartar de la mente los problemas frecuentemente puede ser inadecuado.
-Estilo postergador cuando tendemos a dejar la solución para el último momento, dejando que las situaciones nos vengan encima y nos atropellen. Podemos parecer preocu¬pados, pero en cierta forma estamos evitando el problema.
-Estilo positivo de afrontamiento es directo. Afrontamos directamente un problema cuando reconocemos las emociones que nos provoca y tratamos de expresarlas adecuada¬mente. Cuando pensamos que podemos resolverlo y lo vemos más como un desafío que como una amenaza. Cuando le dedicamos un tiempo de atención, cuando reflexionamos sobre diferentes soluciones antes de llevarlas a cabo, y cuando emprendemos una acción, sabiendo que no es perfecta y sin miedo a equivocarnos.
3.- Virtudes y puntos fuertes de nuestro/as hijo/as.
Seguro que en alguna ocasión has escuchado a algunos padres verbalizar quejas acerca de su hijo/a, o es posible que hayas sido tú en alguna ocasión quien las haya formu¬lado. Como padres nos preocupamos por lo que está sucediendo, e intentamos buscar solu¬ciones. Probablemente, estamos atendiendo más a la parte negativa de la conducta de nuestro hijo/a, dando por supuesto que las características positivas que posee las presenta cualquier chico/a de su edad, restándole valor a éstas.
Resulta muy aconsejable que utilices las virtudes o fortalezas de tu hijo/a para que mejore vuestra relación, y así hacer frente a la problemática específica que estéis atravesando.
Las fortalezas de tu hijo/a hacen referencia a cualidades de su carácter que le permi¬tirán adaptarse y sobrevivir en la sociedad, aprender a protegerse y desarrollar su bienestar personal. En múltiples ocasiones nos fijamos más en los defectos de nuestros hijo/as y no valoramos lo suficiente sus cualidades positivas (fortalezas). Como padres, podéis aprove¬char las virtudes para potenciárselas y así compensar sus carencias.
Estos puntos fuertes abarcan una amplia gama de factores y se expresan en térmi¬nos de capacidades o habilidades, actitudes o valores, emociones y conductas. Podemos destacar la sabiduría, coraje, justicia, moderación, humanidad y transcendencia.
Para averiguar más sobre las posibles fortalezas de tus hijo/as y de cómo puedes potenciarlas, entra en "Orientados".
Fuente
sábado, 6 de febrero de 2010
Nunca digas que no tienes tiempo
El juego no solo es la forma en que nuestros hijos emplean el tiempo libre, también cumple una función formadora, porque crea hábitos motores y socializadores que les permiten relacionarse, aprender a departir en un ambiente sano.
Los tiempos han cambiado, la vida transcurre espoleada por la inmediatez que nos impone trabajar y a la vez resolver cosas perentorias para el hogar y la familia, e inmersos en esa vorágine no siempre le concedemos el espacio requerido a la recreación de los pequeños. En cambio —hasta por comodidad— preferimos retenerlos en casa viendo la televisión o pendiente durante horas de otro de los inventos del mundo moderno: los videojuegos.
Es más fácil sentar a un niño delante de una pantalla que acompañarlo al parque para que libere sus energías corriendo detrás de un balón o saltando una suiza, alternando con sus amiguitos. Muchas veces los adultos pretextamos: "¡Vengo muy cansado del trabajo, además, en la casa juegas sin peligro alguno!".
Los padres velan por la seguridad de sus hijos, pero también han de vivir junto a ellos esos momentos de esparcimiento, para enseñarlos, alentarlos y escucharlos, así sentirán el calor forjador de la unión.
Es innegable cuánto aporta al intelecto del infante ejercitarse con una computadora, pero tampoco está en tela de juicio el beneficio que a su salud física y mental ofrecen otras actividades, porque el estudio y la recreación ocupan un lugar destacado en su programa diario. Inclinarlos hacia el deporte les garantizará un futuro de nobleza, compañerismo, y los proveerá de una capacidad volitiva que los preparará mejor para la vida. Bien podríamos preguntarnos cuántos de nuestros laureados deportistas comenzaron su carrera simplemente jugando.
¿ENTONCES QUÉ?
Las formas de diversión de la niñez varían en relación con la época de sus progenitores. La cuadra donde resido siempre mostró dos características: la humildad de sus habitantes y una cantidad considerable de niños que jugaban en la calle a los escondidos, a los agarrados, o a "las casitas". Cuando se aburrían, empezaban a relatar sus más recientes aventuras (o maldades) hasta llegada la hora de dormir. Pocos contaban con juguetes, inalcanzables para el bolsillo de su familia, mas ello no les impidió disfrutar y crecer luego, en su mayoría, como profesionales de bien.
Ahora los juguetes están caros en las tiendas y hay que pagarlos en CUC. Pero ¿por ello disminuirá la atención al entretenimiento como parte de la formación de nuestros hijos?
Llevarlos a una función de títeres, un paseo por el Zoológico, una visita al Acuario Nacional, presenciar una función de La Colmenita, leerles un libro, asesorarlos en sus deberes escolares, incitarlos a practicar alguna actividad deportiva o cultural, contribuyen a moldear su espíritu. Asumir este reto entraña desterrar de nuestras mentes el "no tengo tiempo".
No se niega el valor intrínseco de un juguete, como tampoco existe nada en contra de la computadora y la televisión, más en el caso de la nuestra con su importante programación infantil. Sin embargo, por qué no explotar otras posibilidades. Ya en algunos lugares como en el municipio de Santo Domingo (Villa Clara), se aprecian modestos esfuerzos por impulsar industrias deportivas locales, que tributan equipos y uniformes —todavía en pequeñas cantidades— para varias disciplinas. Esa vía, que no descarta la fabricación de productos lúdicos, pudiera ser el inicio de un camino abierto a la imaginación.
Abandonamos ideas que requieren de pocos recursos para su realización. Pregúntenle a un niño de hoy qué es un Plan de la Calle y comprobarán su desconocimiento sobre esa iniciativa en la que los CDR reunían a los pequeñines de su entorno y pasaban una mañana agradable junto a familiares y amiguitos. ¿Qué impide ir a un campo deportivo y realizar competencias para determinar quién es el más rápido, el más hábil, el más fuerte? Ahí quizá habrá una fuente favorecedora del bienestar, y quién sabe si proveedora de talentos para empeños mayores en el alto rendimiento.
TIEMPO IRRECUPERABLE
La niñez, como las demás etapas, pasa, y disfrutar de nuestros hijos concede una satisfacción inapreciable. Después, cuando crecen y deciden su derrotero, si no los apoyamos al máximo cuando debimos, nos quedará el sabor de una obra incompleta.
No recogeremos mañana lo que no sembremos hoy. El amor, la dedicación, el esfuerzo cotidiano —salvo excepciones— se revierten en reconocimiento y consideración. Favorecer la comprensión, la confraternidad entre todos los integrantes de la familia propiciará a los benjamines de la casa un futuro enaltecedor, para ello sus padres sortearán cualquier obstáculo interpuesto entre cielo y tierra.
Fuente
Autor
ALFONSO NACIANCENO