martes, 26 de julio de 2011

El placer de la lectura

Si nos preguntamos ¿Cómo mejorar las Escuelas? Un arma que tenemos al alcance de la mano es el libro. Más allá de ser una herramienta que transformó la humanidad, sigue siendo el mejor camino para aprender. En síntesis, los mejores sistemas educativos no son los que tienen más computadoras, sino los que usan más libros.
Para encontrar placer en la lectura                   
            Escribió el escritor español Benjamín Prado: "Hay hombres que nunca han visto una ballena blanca y mujeres que nunca han desenterrado tesoros. Hay niñas que nunca pisarán la luna y niños que nunca han oído cantar a las sirenas. (...)".

Si nos guiamos por los resultados de recientes investigaciones sociológicas que demuestran que el interés por la lectura ha disminuido considerablemente con relación con otras épocas y que ha sido superado por la motivación por actividades al aire libre o por la dependencia a series de televisión, películas o videojuegos, entonces sí debemos preocuparnos por esos que crecerán un tanto alejados de la magia que se desprende de las páginas de un libro.

¿Cómo desarrollar el hábito de lectura desde edades tempranas? La familia desempeña un papel primordial en ese primer contacto y motivación de los pequeños con las historias contadas a través de imágenes en un inicio y luego con los cuentos cortos, que incluso pueden verlos e identificarlos en los dibujos animados.

Sin embargo, la escuela emerge como el espacio más influyente en la formación y consolidación de ese hábito placentero de lectura, no solo porque no todas las familias tienen iguales condiciones y características socio-culturales para hacerlo, sino porque en la edad escolar los estudiantes les otorgan prioridad y atención a la figura del maestro y a las tareas vinculadas con la enseñanza.

Precisamente la clave está en aprovechar ese espacio y sus potencialidades, algo a lo que el personal docente debe encaminar sus iniciativas, enfatizó el doctor en Ciencias Pedagógicas y profesor de Español-Literatura Juan Ramón Montaño, durante su ponencia Leer en Cuba hoy. Certezas e incertidumbres sobre la enseñanza y la promoción de la lectura en la escuela cubana actual, en el marco del Taller Científico La motivación de lectura en niños y jóvenes. Retos y perspectivas, celebrado en la primera semana del mes de mayo.

"La presencia de medios tecnológicos en el hogar y, sobre todo, en el trabajo que se hace en el ambiente escolar es muy fuerte, lo cual incide, en alguna medida, en que la lectura es una de las últimas opciones a la que los adolescentes y jóvenes acuden en su tiempo libre. La televisión, la música, la computación, el baile, las actividades deportivas son rivales a los que la familia y, en su defecto, el maestro, debe enfrentarse con creatividad."

No se trata de mantenerse aislado de la tecnología, insiste Montaño, sino de que leer un libro deje de considerarse aburrido por muchos y pueda hallarse en la lectura un placer inigualable. La ortografía, los conocimientos, la cultura general, la imaginación son mundos a los que un libro abre las puertas.

"El estudio de factores asociados al hábito de lectura ratifica su relación proporcional con el rendimiento académico, a su vez que evidencia que tienen menos problemas en el aprendizaje los hijos de padres lectores a los que estos les hayan inculcado este hábito o los alumnos de profesores que sistemáticamente propician actividades vinculadas a la lectura además de las relacionadas con el canon oficial, es decir, con el programa de estudios del nivel y grado en cuestión", agregó.
El profesor compartió algunos de los resultados de los dos recientes estudios regionales comparativos y explicativos de la evaluación de la calidad de la educación, conocidos como PERCE y SERCE, en los que Cuba resultó ser el país de mejores resultados. Ocupamos, expresó, el primer lugar en las estadísticas referidas al tercer y sexto grado y tenemos la mayor cantidad de estudiantes con un nivel alto de lectura, sobre todo en la enseñanza primaria. Es válido destacar que en estos estudios se equipara al estudiante cubano de menor rendimiento con el estudiante promedio de Latinoamérica y el Caribe, lo cual puede considerarse un elogio, sin grandilocuencias, a nuestro sistema de educación.

"Sin embargo, sabemos que a partir de esos puntos de comparación nuestra realidad es superior. Lo realmente desafiante es superarla cada día en el seno de nuestras instituciones educativas, a sabiendas de que esas cifras también ilustraron que la motivación por la lectura disminuye considerablemente en la etapa de la secundaria básica y aumenta ligeramente en la etapa preuniversitaria, lo cual indica que en ambos niveles de enseñanza, sobre todo en el primero, hay que enfatizar aún más las iniciativas en pos de crear ese hábito de lectura.

"Es muy triste después encontrar en las aulas universitarias estudiantes que no han leído determinados títulos, que presentan una lastimosa ortografía y pobreza en su vocabulario, que no saben resumir o redactar con coherencia, ganancias indirectas que ofrece la lectura, más allá del entretenimiento y el desarrollo de la imaginación", explicó el también metodólogo del Ministerio de Educación.

La equidad de género en el acceso y obtención de saberes; las condiciones casi igualitarias en las escuelas rurales y urbanas; el clima social de lectura favorable a partir de la existencia de eventos literarios, ferias internacionales del libro, revistas, periódicos, movimientos de carteles son batallas ya ganadas en nuestro país, gracias a la voluntad del gobierno, que desde el triunfo de la Revolución le dio prioridad a la educación, abundó el profesor

"Hacia lo que debemos dirigir nuestras acciones ahora, con constancia y empeño, es a la eliminación de las incongruencias entre enseñanza y promoción literaria, consecuencia inmediata de llevar a los extremos la obligación y el placer. El método que empleamos en nuestra enseñanza, en el que prima más lo oral que lo escrito y en el que los estudiantes solo leen aquello que el profesor les pide o exige para el cumplimiento de determinadas tareas, debe enriquecerse con recomendaciones adicionales de los docentes.

"¿Por qué un estudiante debe esperar a que su profesor le oriente la lectura del Diario de Ana Frank, por ejemplo? Si el maestro no lo hace porque no concibió una actividad evaluativa para comprobar su lectura, no se lo exigió a los estudiantes y estos no lo leyeron, se perdieron entonces una historia de sensibilidad y humanismo. Claro está, los estudiantes deben tener iniciativa propia y leer todo cuanto les interese, fuera de las orientaciones escolares, pero el docente no puede desaprovechar el potencial que su profesión tiene para estimularlos. Por supuesto, es menester que ellos reciban durante su formación una preparación más profunda y rigurosa, porque en la medida en que tengamos profesores lectores también tendremos alumnos lectores", concluyó Montaño.                 


Autora
ANA MARÍA DOMÍNGUEZ CRUZ
Fuente
Cubaahora.cu

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