Si nos preguntamos ¿Qué escuela queremos? Seguramente será aquella que permite y estimula la participación de los padres. La importancia de la familia en los aprendizajes escolares de los alumnos está reconocida, además de la necesaria participación en la institución escolar, son determinantes en la formación de hábitos. En los siguientes párrafos, se destaca este último aspecto.
No hay duda de que un gran maestro puede marcar una diferencia enorme en los logros de un alumno, y necesitamos reclutar, capacitar y recompensar a más de tales maestros. Sin embargo, algunos estudios nuevos están mostrando que también necesitamos mejores padres. Padres más centrados en la educación de sus hijos pueden marcar una enorme diferencia en los logros de un alumno.
Cada tres años, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, u OCDE, aplica exámenes como parte del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos o PISA, por sus siglas en inglés, con los cuales se examina a muchachos de 15 años de los principales países industrializados del mundo sobre comprensión de la lectura y capacidad para aplicar lo aprendido en matemáticas y ciencia para resolver problemas reales, las habilidades más importantes para tener éxito en la universidad y en la vida. Los estadounidenses de 15 años no se han distinguido en los exámenes PISA en comparación con alumnos de Singapur, Finlandia y Shangai.
Para comprender mejor por qué algunos estudiantes florecen al presentar las pruebas PISA y otros no, los países dela OCDE alentaron a Andreas Schleicher, quien las supervisa por parte de la Organización , a ver más allá de los salones de clase.
Así es que a partir de 2006 y empezando con cuatro países para después agregar 14 más en 2009, el equipo PISA fue con los padres de cinco mil estudiantes y les preguntó “cómo educaron a sus hijos y después comparamos eso con los resultados del examen” para cada uno de esos años, me explicó Schleicher. Hace apenas un mes, el equipo PISA publicó las tres conclusiones principales de su estudio:
“Los alumnos de 15 años, cuyos padres leen libros a menudo con ellos durante el primer año de primaria, muestran marcadamente calificaciones más altas en el PISA 2009 que el de los hijos cuyos padres leen poco frecuentemente o nada. La ventaja en el desempeño entre los alumnos cuyos padres les leen en sus primeros años de escuela es evidente, sin importar los antecedentes socioeconómicos de la familia. El compromiso de los padres con sus hijos de 15 años se asocia en forma contundente con un mejor desempeño en los PISA”.
Schleicher me explicó que “sólo preguntarle a tu hijo cómo le fue en la escuela y mostrar un interés genuino en lo que está aprendiendo puede tener el mismo impacto que muchas horas de clases particulares. Es algo que cada padre puede hacer, sin importar cuál sea su nivel académico o antecedentes sociales”.
Por ejemplo, el estudio PISA revela que “los estudiantes cuyos padres informaron que habían leído un libro con su hijo ‘a diario o casi todos los días’ o ‘una o dos veces por semana’ durante el primer año de primaria, tienen calificaciones marcadamente más altas en el PISA 2009 que aquellos cuyos padres reportaron haber leído un libro con su hijo ‘nunca o casi nunca’ o ‘una o dos veces al mes’. En promedio, la diferencia en la calificación es de 25 puntos, el equivalente de bastante más de la mitad de un año escolar”.
Sí, los alumnos de hogares acomodados tienen más posibilidades de tener padres más involucrados. “No obstante”, encontró el equipo PISA, “aun cuando se compara a estudiantes con antecedentes socioeconómicos similares, aquellos cuyos padres les leían libros regularmente cuando estaban en primer año de primaria tuvieron, en promedio, 14 puntos más en la calificación que los alumnos cuyos padres no lo hicieron”.
También importa el tipo de participación de los padres. “Por ejemplo”, nota el estudio PISA, “en promedio, la diferencia en puntos de las calificaciones en lectura asociada con la participación de los padres es más grande cuando estos leen un libro con su hijo, cuando hablan de cosas que hicieron durante el día y cuando cuentan cuentos a sus hijos” La diferencia en las calificaciones es menor cuando la participación de los padres tiene la forma de simplemente jugar con sus hijos.
Estos hallazgos de PISA se reflejan en un estudio reciente del Centro parala Educación Pública de la Asociación Nacional de Consejos Escolares de Estados Unidos, y escrito por su directora, Patte Barth, para el número más reciente de la revista The American School Board Journal. El estudio, titulado “De regreso a clases. Cómo la participación de los padres afecta el rendimiento de los alumnos” encontró “algo sorprendente”, escribió Barth:
“La participación de los padres puede adoptar muchas formas, pero sólo unas cuantas se relacionan con un desempeño más alto de los alumnos. De los padres que trabajan, las acciones de quienes apoyan el aprendizaje de los hijos en la casa tienen más probabilidades de impactar el rendimiento académico en la escuela”.
“Supervisar la tarea; asegurarse que los niños vayan a la escuela; recompensar sus esfuerzos, y hablar sobre la idea de ir a la universidad. Estas acciones están vinculadas a una mejor asistencia, mejores calificaciones, mejor puntaje en los exámenes y preparación para la universidad”, escribió Barth. “El estudio encontró que hacer que los padres se involucren en el aprendizaje de sus hijos en la casa es un motor más poderoso para el rendimiento que los que asisten a las reuniones de padres de familia y del consejo escolar; ser voluntarios en el salón de clases, participar en recaudaciones de fondos y presentarse las noches de regreso a la escuela”.
Sin duda que no hay sustituto para un buen maestro. No hay nada más valioso que una gran instrucción en el salón de clases. Sin embargo, ya no dejemos toda la carga a los profesores. También necesitamos mejores padres.
Mejores padres pueden hacer que cada maestro sea más efectivo.
Para comprender mejor por qué algunos estudiantes florecen al presentar las pruebas PISA y otros no, los países de
Así es que a partir de 2006 y empezando con cuatro países para después agregar 14 más en 2009, el equipo PISA fue con los padres de cinco mil estudiantes y les preguntó “cómo educaron a sus hijos y después comparamos eso con los resultados del examen” para cada uno de esos años, me explicó Schleicher. Hace apenas un mes, el equipo PISA publicó las tres conclusiones principales de su estudio:
“Los alumnos de 15 años, cuyos padres leen libros a menudo con ellos durante el primer año de primaria, muestran marcadamente calificaciones más altas en el PISA 2009 que el de los hijos cuyos padres leen poco frecuentemente o nada. La ventaja en el desempeño entre los alumnos cuyos padres les leen en sus primeros años de escuela es evidente, sin importar los antecedentes socioeconómicos de la familia. El compromiso de los padres con sus hijos de 15 años se asocia en forma contundente con un mejor desempeño en los PISA”.
Schleicher me explicó que “sólo preguntarle a tu hijo cómo le fue en la escuela y mostrar un interés genuino en lo que está aprendiendo puede tener el mismo impacto que muchas horas de clases particulares. Es algo que cada padre puede hacer, sin importar cuál sea su nivel académico o antecedentes sociales”.
Por ejemplo, el estudio PISA revela que “los estudiantes cuyos padres informaron que habían leído un libro con su hijo ‘a diario o casi todos los días’ o ‘una o dos veces por semana’ durante el primer año de primaria, tienen calificaciones marcadamente más altas en el PISA 2009 que aquellos cuyos padres reportaron haber leído un libro con su hijo ‘nunca o casi nunca’ o ‘una o dos veces al mes’. En promedio, la diferencia en la calificación es de 25 puntos, el equivalente de bastante más de la mitad de un año escolar”.
Sí, los alumnos de hogares acomodados tienen más posibilidades de tener padres más involucrados. “No obstante”, encontró el equipo PISA, “aun cuando se compara a estudiantes con antecedentes socioeconómicos similares, aquellos cuyos padres les leían libros regularmente cuando estaban en primer año de primaria tuvieron, en promedio, 14 puntos más en la calificación que los alumnos cuyos padres no lo hicieron”.
También importa el tipo de participación de los padres. “Por ejemplo”, nota el estudio PISA, “en promedio, la diferencia en puntos de las calificaciones en lectura asociada con la participación de los padres es más grande cuando estos leen un libro con su hijo, cuando hablan de cosas que hicieron durante el día y cuando cuentan cuentos a sus hijos” La diferencia en las calificaciones es menor cuando la participación de los padres tiene la forma de simplemente jugar con sus hijos.
Estos hallazgos de PISA se reflejan en un estudio reciente del Centro para
“La participación de los padres puede adoptar muchas formas, pero sólo unas cuantas se relacionan con un desempeño más alto de los alumnos. De los padres que trabajan, las acciones de quienes apoyan el aprendizaje de los hijos en la casa tienen más probabilidades de impactar el rendimiento académico en la escuela”.
“Supervisar la tarea; asegurarse que los niños vayan a la escuela; recompensar sus esfuerzos, y hablar sobre la idea de ir a la universidad. Estas acciones están vinculadas a una mejor asistencia, mejores calificaciones, mejor puntaje en los exámenes y preparación para la universidad”, escribió Barth. “El estudio encontró que hacer que los padres se involucren en el aprendizaje de sus hijos en la casa es un motor más poderoso para el rendimiento que los que asisten a las reuniones de padres de familia y del consejo escolar; ser voluntarios en el salón de clases, participar en recaudaciones de fondos y presentarse las noches de regreso a la escuela”.
Sin duda que no hay sustituto para un buen maestro. No hay nada más valioso que una gran instrucción en el salón de clases. Sin embargo, ya no dejemos toda la carga a los profesores. También necesitamos mejores padres.
Mejores padres pueden hacer que cada maestro sea más efectivo.
Por Thomas L. Friedman
Servicio de noticias de The New York Times
Fuente
LosAndes.com Publicaciones recomendadas
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