jueves, 23 de agosto de 2012

El éxito escolar como un fenómeno multidimensional

Nos toca vivir una época con más dudas que certidumbres, entre nuestras preguntas está ¿Qué escuela queremos? En función de una respuesta ¿Qué significa “éxito” en la escuela? ¿Qué aportes hacer desde la familia?



Hemos podido comprobar que son muchas y variadas las situaciones que influyen en el éxito escolar, situaciones que especialmente son difíciles de afrontar en el momento actual debido a los continuos cambios sociales que se producen.

 Así, partiendo de que la educación es tarea de todos y que debe estar dirigida a preparar al alumnado para la vida en una sociedad futura, que a buen seguro será diferente a la actual, deberíamos plantearnos al menos la eficacia de los modos tradicionales que tenemos de concebir la escuela y su función educadora.


Aunque todos hemos contribuido siempre a la educación de los hijos (padres, escuela, amigos, televisión,..), ha habido momentos y lugares en los que el protagonismo lo ha tomado una sola institución. Así, por ejemplo, durante mucho tiempo, se concibió que el sentido o la utilidad de la escuela era instruir técnicamente en aquellos conocimientos que posibilitaran la inserción social y laboral de los estudiantes, ya que las primeras influencias educativas y socializadoras durante la niñez era una misión familiar. Esta escuela procuraba enseñanzas estables y homogéneas para todos los jóvenes, pues con ello era suficiente para tener éxito, dado que los roles laborales que demandaba la sociedad no sufrían cambios. Sin embargo nuestra sociedad actualmente es diversa y cambiante, aquello que tiene valor en un momento determinado no tiene por qué tenerlo siempre y aquello que es válido y adecuado para algunos no tiene por qué serlo para todos. De hecho, se reconoce como esencial, en una educación ciudadana para la sociedad del conocimiento, la capacidad de adaptarse a situaciones cambiantes, el fomento de la creatividad y el aprendizaje a lo largo de la vida.


Esta situación nos alerta de la necesidad de configurar escuelas más abiertas e integradas en la comunidad. Se precisa de una educación más flexible y atenta a las distintas situaciones y necesidades de los usuarios, una escuela que sea vivida y compartida por todos y todas.


En este sentido, son diversas las iniciativas a nivel nacional e internacional que defienden la necesidad de cambios en el modo de gestionar y desarrollar la educación. De hecho, se están desplegando distintas experiencias educativas que demuestran ser eficaces para la consecución de éxito escolar. Aunque son diferentes los elementos y actuaciones que se desarrollan tratando de buscar éxito escolar (creación de climas positivos de aprendizaje, atención educativa inclusiva, aprendizajes auto-regulados o activos del propio alumnado, roles del docente como mediador y facilitador, la gestión positiva de los conflictos del aula, establecer grupos de trabajo interactivos, atender al funcionamiento de los grupos, colaboración entre el profesorado,….), existe un denominador común en todas ellas: la idoneidad de los procesos de democratización de la educación en las escuelas y las prácticas educativas abiertas a toda la comunidad. Esto requiere la existencia de comunidades educativas comprometidas con la tarea de educar.
 

Se ha demostrado que en los centros escolares donde existe una relación colaborativa con las familias, no sólo se alcanza un mayor éxito académico del alumnado, sino que se obtienen beneficios y mejoras para todos (familias, centro, profesorado, etc.). De hecho, la normativa vigente reconoce el derecho de las familias a estar informadas sobre el progreso del aprendizaje e integración socioeducativa de sus hijos y a participar en el proceso de enseñanza y aprendizaje para mejorar el rendimiento de los mismos1.
 

Hay muchos padres y madres que se esfuerzan diariamente por ayudar a sus hijos en sus tareas escolares y aprendizajes, pero, en general, en nuestro país, sería deseable una mayor participación e implicación educativa familiar, es decir, se necesita de una mayor colaboración entre la familia y la escuela a la hora de coordinarse para educar.


Si bien es cierto que existen canales tradicionales de participación de las familias en la escuela como el consejo escolar y las asociaciones de padres y madres, la realidad es que su contribución al éxito escolar debe mejorarse como ya veremos más adelante.



Beneficios de la relación colaborativa entre la familia y el centro educativo para el éxito escolar

ÉXITO ESCOLAR
FAMILIAS
• Mejora la comunicación con los docentes
• Mejora la comunicación con los hijos/as
• Mejora la comprensión de los programas escolares
• Actitud positiva hacia la escuela y su personal
• Aumenta la autoconfianza y la autoestima
• Aumentan las habilidades sociales
• Aumenta el compromiso social y comunitario

PARA EL ALUMNADO
• Aumenta el rendimiento académico
• Mejora la actitud hacia la escuela
• Adquiere más habilidades sociales
• Aumenta la probabilidad de cursar estudios post-obligatorios
• Tiene mejores hábitos de estudio
• Disminuyen los comportamientos conflictivos
• Disminuye el absentismo y el abandono escolar

 CENTRO EDUCATIVO

• Más competente y eficaz
• Enseñanza más centrada en el niño/a
• Mejor relación con las familias y la comunidad
• Profesorado más satisfecho y comprometido
• Instituciones que enseñan y aprenden



Unas veces son las creencias y rutinas familiares las que dificultan la implicación en la escuela, otras, sin embargo, surgen de la propia sociedad que no posibilita una conciliación laboral que permita a las familias atender las situaciones escolares de los hijos,… y, a veces, es el propio funcionamiento escolar o la actitud de los docentes lo que no fomenta el que las familias participen en el centro.


De esto modo, la situación que tenemos actualmente, dista mucho de ser un sendero cómodo, limpio y señalizado por el que transitar, más bien se trata de un camino borroso, que hemos descuidado y que se ha difuminado entre la maleza torcida que ha crecido con el tiempo y la pasividad de algunos para desbrozarla. Si queremos llegar al destino que hay al otro lado del camino, hemos de tomar decisiones, ponernos manos a la obra y esforzarnos por despejarlo y señalizarlo. Hay que trabajar por aquello que uno quiere y no darse por vencido como ocurría en el cuento de las dos ranas.




CREENCIAS CREAN REALIDADES
Dice una historia que dos ranas cayeron en un enorme cubo de nata de una lechería. Una le dijo a la otra:
-Es mejor que nos demos por vencidas, estamos perdidas. No podremos salir de aquí.
-Sigue nadando –le dijo su compañera-. Conseguiremos salir de alguna forma.
-Es inútil –chilló la otra-. Es demasiado espeso para nadar, demasiado blando para saltar, y demasiado resbaladizo para arrastrase. Ya que de todas formas voy a morir, es mejor que sea ahora.
Y dejándose caer, murió ahogada. Su amiga, en cambio, siguió moviéndose intentando nadar, sin rendirse. Cuando se hizo de día se halló encima de un bloque de mantequilla que ella misma había batido. Y allí se quedó, sonriente un buen rato, mientras se comía las moscas que llegaban en bandadas en todas las direcciones. Creer que puedes conseguir algo, es el primer paso para que así suceda.
Jaume Soler y M. Mercè Conangla

Aplícate el cuento



Igual que estas dos ranas se encontraron, sin buscarlo, en un apuro que iba a condicionar definitivamente su existencia, los padres y madres nos encontramos con diversas dificultades para ejercer una participación educativa. Ahora que sabemos que es necesaria la colaboración y el esfuerzo compartido para conseguir éxito escolar y mejorar la educación, debemos decidir si nadamos para intentar cambiar la situación o nos dejamos ahogar dándonos por vencidos. Los que ya vienen luchando en este medio adverso son aquellos padres y madres participantes en el AMPA que, día a día, se empeñan en aportar su granito de arena a la educación de sus hijos. Esta publicación tratará de ofrecer consejos que les motiven a seguir con el esfuerzo, además de claves y ejemplos que ayuden a convencer al resto de padres y sugerencias que propicien estilos y sinergias que consigan transformar la nata en mantequilla con mayor celeridad.







Extraído de
EL ÉXITO ESCOLAR
¿Cómo pueden contribuir las familias del alumnado?
Santiago Ramírez Fernández
Antonio García Guzmán
Christian Alexis Sánchez Núñez
Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos





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