Es totalmente
reconocida, la necesidad del involucramiento familiar en las escuelas, como
también las dificultades de su concreción ¿Cuáles son las causas de la falta de
participación? ¿Qué barreras hay de derribar? ¿Cómo mejorar la cultura
participativa? ¿Afecta el individualismo?
¿Por qué no se
involucran los padres y por qué no se favorece esta participación?
Martínez Cerón responde a estos interrogantes destacando
tres causas:
• la ausencia de una cultura participativa.
• el individualismo y ausencia de pertenencia a una
comunidad.
• la falta de información y formación.
En cuanto a la primera causa, Sarramona y Rodríguez Neira subrayan que la
participación es una característica fundamental de la democracia. Ahora
bien, para que la ciudadanía se implique ha de experimentar sus beneficios, no
puede consistir en una mera posibilidad.
Según Martínez Cerón un motivo de esta ausencia de cultura
participativa se debe a que aún “en
muchas escuelas no existe la convicción de que se debe aceptar que los padres y
madres entren en el centro. Se sigue pensando que son unos intrusos y que
invaden un terreno que no les pertenece” Esta realidad es fruto de la falta de formación del profesorado en el
amplio campo de la educación familiar en la que debe incluirse cómo atender a
los padres en los centros educativos, cómo formales para su participación y
cómo colaborar con ellos en la educación de sus hijos. Esta asignatura
pendiente del profesorado conlleva graves situaciones de desencuentro con las familias.
“(...) la creación de
una cultura participativa en los centros educativos pasa por mejorar la
implicación de las familias, mejorando los canales de comunicación,
coordinación e información, al mismo tiempo que se ofrezcan verdaderas
oportunidades de acceder a cuestiones de fondo que sobrepasan los límites de la
apariencia y lo superficial” (Murillo).
Construir una “cultura de participación” supone reconocer
por todos los miembros de la comunidad escolar que la participación es un valor
esencial para educar a una ciudadanía activa, informada y responsable. (Bolivar).
La segunda causa se ciñe a uno de los problemas más graves
de nuestra sociedad: el individualismo, el yo frente a todo bien colectivo.
(Ruiz Corbella).
Prima el bienestar particular, los derechos de cada
ciudadano, frente a los derechos de un colectivo, o los deberes para con él.
Lógicamente, este sentimiento individualista no favorece una cultura
participativa. Ahora bien, ese individualismo es capaz de ser superado si se
logra favorecer un sentimiento de pertenencia al grupo, a una comunidad. (…)
resulta esencial subrayar el sentido de pertenencia, ya que si se habla de
colaborar, participar, cooperar, etc. en la
construcción y desarrollo de un centro educativo, o de cualquier
comunidad, es lógico que se apoye en un sentimiento de pertenencia al mismo,
que cada uno se sienta parte de ese grupo y del proyecto que se está llevando a
cabo. Si no se crea esa identidad, será difícil que se quiera colaborar en el
desarrollo de proyectos comunes. Se podrá hablar de derechos, no de deberes, de
yuxtaposición de individualidades y no de un auténtico sentido de convivencia,
en el que no cabe el desarrollo de un Proyecto de Centro. (Pérez Corbella)
Lógicamente, será necesario desplegar y consolidar la
identidad en todos los órdenes. Sin este ese sentido de pertenencia, será
absurdo pretender una participación activa, ya que “no son las estructuras
formales básicas de una democracia las que dan fuerza y estabilidad a una
democracia, como se creyó durante mucho tiempo, sino las virtudes cívicas y
participación activa de sus ciudadanos los que dan vigor democrático a las
instituciones y las hacen sostenibles” (Bolivar).
“El sentido de
pertenencia no sólo nos brinda la posibilidad de identificarnos con las señas
de identidad propias de nuestra comunidad escolar, sino también de ser
portadores de ellas” (Martínez Cerón).
De aquí la relevancia
de que las familias participen en el desarrollo del Proyecto de Centro,
síntesis de influencias y resultado del equilibrio entre las exigencias del
sistema educativo y las demandas del contexto próximo, marco directriz que dará
coherencia a las actuaciones educativas de cada centro.(Pérez Corbella).
(…) De ahí que resulte
esencial que el Proyecto de Centro sea realmente un documento vivo y conocido
por todos, a la vez que favorecer la participación en su mejora, en su
evaluación y desarrollo. (Pérez Corbella).
La tercera causa que Martínez Cerón considera para la falta
de participación de los padres en la comunidad educativa es la ausencia o
deficiencia de información y formación. Tanto una como la otra son necesarias
para que esta participación se materialice. Ahora, entre las dos destaca la
información como elemento clave para poder intervenir en igualdad de
condiciones y comprender el sentido de esa acción. Si se desconocen los
contenidos básicos del funcionamiento de un centro (el Proyecto de Centro, su
organización, el sistema educativo, los contenidos curriculares y organizativos
de la etapa que cursan sus hijos, etc.), difícilmente podrá sentirse parte de
ese proyecto, difícilmente podrá involucrarse en el logro de los objetivos que
se hayan propuesto, difícilmente se podrá tomar decisiones. (Pérez Corbella).
Extraído de
La participación de las familias en el sistema educativo.
Nieves Sánchez Domínguez.
Tutor: José Carlos Fernández Sanchidrián.
Trabajo Fin de Máster en Profesor de Educación Secundaria
Obligatoria, Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanzas de Idiomas.
Especialidad Biología y Geología.
Universidad de Valladolid.
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