jueves, 30 de agosto de 2012

¿Cómo puedo ayudar, desde casa, a promover el éxito escolar?


Mucho se puede hacer desde casa, para lograr éxito escolar ¿Podemos pensar en una receta única? ¿Es importante el temperamento del niño? ¿Cómo actuar? ¿Qué significan los “limites”? ¿Qué característica deben tener?

¡Los comienzos son muy importantes!
Vamos a centrarnos en ver si nuestra actuación como padres o madres, desde que el niño es un bebé, tiene o no una importancia futura en que nuestro hijo o hija tenga éxito en la escuela. Analizaremos brevemente con qué equipamiento viene el niño al mundo y cómo podemos contribuir a potenciar sus fortalezas y corregir sus limitaciones.

Conversación entre dos madres hablando de la “forma de ser” de sus hijos cuando eran pequeños
MADRE1: Mi hijo, desde muy pequeño, desde que era bebé, ha sido un niño muy tranquilo, dormía bien, no daba problemas al comer y se entretenía mucho tiempo con cualquier juguete que le dabas. No fue un niño llorón ni de muchas rabietas; ahora sí, a él los sitios donde había mucha gente le agobiaba, prefería ambientes tranquilos, ha sido más bien tímido, todavía lo es aunque ya menos. Le encantaba que le contará cuentos, que jugáramos con él, no se cansaba, siempre estaba muy atento a las cosas y se podía jugar estupendamente con él. Ha sido siempre muy curioso.

MADRE 2: Pues el mío mayor era así también, ahora el segundo, ese ha sido un trasto. No paraba, todo el día inventando cosas, corriendo y subiéndose por todas partes. No tenía paciencia para hacer nada, se cansaba enseguida de cualquier actividad y si la tenía que hacer sólo menos aguantaba. De bebé nos ha dado unas noches….., le costaba conciliar el sueño, no dormía seguido, malísimo para comer. En cambio es mucho más sociable que el hermano, tiene mucha simpatía, derrocha optimismo y se gana a la gente. No sé cómo siendo hermanos y habiéndolos criado igual pueden ser tan diferentes.

Seguro que le resulta familiar la conversación anterior e incluso habrá participado en charlas informales como ésta en las que describimos una serie de comportamientos habituales en nuestros hijos e hijas pequeños que reflejan un particular modo de actuar y de reaccionar emocionalmente ante las cosas. A este estilo propio de sentir y de actuar con que nacemos y que manifiesta el bebé desde muy pequeño es a lo que llamamos temperamento.

¿Con qué aspectos de la personalidad está relacionado fundamentalmente el temperamento?
Los distintos temperamentos que observamos en los niños son producto de la combinación de una serie de rasgos relacionados con sus funciones biológicas (alimentación y sueño), su nivel de actividad, su modo de reaccionar emocionalmente, su capacidad de adaptarse a los cambios y de interesar por nuevos estímulos y su sociabilidad. Así encontramos niños y niñas a quienes les cuesta relacionarse con los demás, prefieren estar solos a estar con otros y se retraen ante cualquier posibilidad de contacto social. Sin embargo otros niños son más sociables, buscan la interacción con otras personas y disfrutan compartiendo múltiples actividades. Del mismo modo, hay niños inquietos, con poca capacidad de atención, que resisten poco tiempo haciendo una misma
tarea y cambian constantemente de actividad, que responden rápidamente a los distintos estímulos y que no les da miedo enfrentarse a lo nuevo y otros niños son más tranquilos, persisten durante m tiempo en una misma actividad, mantienen la atención durante espacios más largos de tiempo, les cuesta adaptarse a los cambios y responden negativamente a lo desconocido. También apreciamos diferencias entre niños con tendencia a la alegría, con un humor positivo y que soportan niveles altos de estimulación y otros con más propensión a la tristeza y el enfado y que suelen sentir malestar, incluso, con menores niveles de estimulación que los anteriores. Podríamos seguir comentando otros tipos de conducta que son expresión del temperamento de cada niño, pero que, como hemos dicho al principio, siempre están relacionadas con sus niveles de actividad, su sociabilidad, sus reacciones emocionales y su manera de interpretar y actuar sobre las cosas. <!--[if !vml]--><!--[endif]-->

¿Influirá el temperamento con el que nace el niño o niña en la consecución del éxito escolar?
Muchas de estas conductas que hemos comentado, derivadas del temperamento heredado, son favorecedoras y facilitadoras de los aprendizajes y ayudan a transitar por la escuela con mayor garantía de éxito. Todos sabemos, por ejemplo, de la importancia que tiene la atención, el ritmo de trabajo y la constancia para que un niño aprenda. Sin embargo, hay aspectos del temperamento que pueden originar dificultades a la hora de tener éxito en la escuela. Por ejemplo, niveles altos de impulsividad pueden llevarle a no centrarse en sus tareas, y rehuir el contacto social puede afectar al desarrollo del niño, ya que la mayoría de los aprendizajes se realizan interactuando con otras personas.

¿Es determinante el temperamento o podemos hacer algo para construir una personalidad con más recursos favorables para el éxito en la escuela?
Como hemos visto, el temperamento con el que viene cada niño al mundo lo predispone a pensar, sentir y actuar de una determinada manera, pero estar predispuesto no significa que necesariamente se produzcan estos comportamientos en una sola dirección y no se puedan moldear mediante la educación. El temperamento nos dota de una serie de posibilidades y de limitaciones que van a favorecer o dificultar los aprendizajes. Por tanto, desde el minuto uno, los padres y madres debemos dedicar tiempo a conocer el temperamento de nuestros hijos, a saber las necesidades y preferencias de éstos, adaptarnos a él y comenzar a proporcionar experiencias y pautas estables de conducta que repetidas en una y otra ocasión se conviertan en hábitos favorables que aumenten sus recursos y compensen aquello que el temperamento no facilita.

Son muchos los aspectos que tendríamos que considerar aquí, pero nos vamos a centrar en tres cuestiones que nos parecen muy importantes para los comienzos: el establecimiento de vínculos afectivos y de un ambiente estimulante, el estilo de crianza y el fijar límites a los niños y niñas.

a. Vínculo afectivo y ambiente estimulante
Los primeros años de vida de un niño deben basarse en la creación de un vínculo afectivo positivo con la persona que lo cuida (apego), que le dé seguridad, y la creación de un ambiente estimulante que le permita experimentar sensaciones múltiples, despierte su curiosidad por lo que tiene a su alrededor y desarrolle al máximo las capacidades innatas que trae. Una seguridad básica y un ambiente familiar estimulante pueden tener una influencia notable en los futuros logros escolares. Veamos comportamientos apropiados para desarrollar estos dos aspectos:

1. Mantener, desde el primer momento, un contacto ocular con nuestro hijo, hablarle con dulzura y cariño, abrazarlo, besarlo, acariciarlo, etc.
2. Ser sensibles a las señales del niño, atendiendo con prontitud y de forma apropiada a sus necesidades. No escatimar tiempo en estos momentos.
3. Compartir juegos y otras actividades cotidianas con los niños: leer un cuento juntos, ir al parque, hacer un puzle, dibujar o pintar, ir al campo y disfrutar de actividades al aire libre, etc.
4. Realizar actividades guiadas, aquellas en las que como padre enseñamos algo al niño. Por ejemplo a lavarse los dientes, a vestirse, a recoger, etc.
5. Escuchar y conversar con sus hijos sobre lo que le acontece en la vida, los programas televisivos que ven, sobre sus actividades cotidianas, sobres sus juegos, etc.

Todo esto favorece el que el niño o niña se desarrolle en un ambiente seguro, mejore su autoestima y su autoconocimiento, confíe más en las personas, establezca relaciones óptimas con otras personas en el futuro, mejore la atención y la concentración, sea constante en terminar lo que empieza, descubra el gusto por aprender, esté motivado para descubrir nuevas cosas, etc.

b. Estilo de crianza
Las investigaciones realizadas sobre los estilos de crianza parecen corroborar que los padres o madres que transmiten calidez, que son afectuosos con sus hijos, que les prestan atención, les escuchan, comparten juegos, etc. y al mismo tiempo establecen límites ajustados a su edad, mantienen una cierta vigilancia y control y exigen lo que son capaces de dar, proporcionan el mejor ambiente para el desarrollo del niño: favorece su autoestima, el niño resiste y se recupera mejor de las dificultades, y mejora las habilidades emocionales y sociales, todo ello tan necesario para aprender. Algunas conductas que pueden ejercitar los padres y madres para favorecer este estilo de crianza responsable serían estas:

1. Cuidarlo con ternura, dedicándoles tiempo, caricias, amor y una presencia estable.
2. Compartir numerosos momentos de juegos, de vivencias, de experiencias, en un ambiente tranquilo y afectivo.
3. Permitir al niño o niña que se equivoque, no anticiparse a sus errores y hacerles ver que poco a poco irán saliendo mejor las cosas. Enfrentarse a las dificultades hace que se apropien de recursos y estrategias útiles para el futuro y pierdan el miedo a probar cosas nuevas y a aprender. Se vuelven también más constantes.
4. Evitar hacer aquellas tareas que el niño o niña ya pueda realizar por sí solo. Valorar y elogiar su esfuerzo, su trabajo y su colaboración. De esta manera se esforzarán por hacer las cosas bien y serán más responsables.
5. Ayudarle a resolver las situaciones conflictivas a través del diálogo y de sus propios recursos.

c. Fijar límites
Los niños y niñas necesitan explorar el mundo para conocerlo y adaptarse a él, pero también necesitan unos límites que les guíen en esta tarea, que les proporcionen seguridad, que les indiquen hasta dónde pueden llegar para que la convivencia no se perturbe y no perdamos el respeto por los demás y por las cosas. Unos límites razonables y equilibrados favorecen el aprendizaje y educan en la responsabilidad. Estaremos sentando las bases para un futuro en el que el niño tendrá que asumir unas normas establecidas en la escuela, tendrá que respetar a los que convivan con él en su centro, tendrá que cumplir unos horarios de estudio, tendrá que renunciar a determinados deseos en algunos momentos para cumplir con sus obligaciones académicas, tolerará mejor las frustraciones, mejorará su autocontrol, etc. Veamos algunos consejos para establecer límites a los niños y niñas.

Algunas consideraciones a la hora de fijar límites y establecer normas
1. Los límites no deben ser demasiado restrictivos ni demasiado amplios.
Un control excesivo sobre el niño suele provocar que éste se rebele ante la falta de libertad y se le impide, al mismo tiempo, la oportunidad de crecer y aprender. Por su parte, límites demasiado amplios no educan en la responsabilidad y promueven que el niño exceda los límites con mucha frecuencia.
2. Los límites deben tender a guardar un equilibrio.
Que sean lo suficientemente firmes para guiar a nuestros hijos, proporcionarles seguridad y enseñarles a ser responsables y lo suficientemente flexibles para que ejerzan su libertad, su poder y su control sobre las cosas.
3. Las normas y límites deben ser claras y comprensibles.
Los niños necesitan saber qué comportamientos se espera de ellos, hasta dónde pueden llegar y qué ocurrirá si se exceden en sus pretensiones. Esto ayudará a entender cuál es el camino de las conductas aceptables.

4. Los límites hay que revisarlos cada cierto tiempo.
El desarrollo del niño irá marcando los tiempos de revisión de los límites establecidos para que hagamos los cambios oportunos en cada momento, otorgando un mayor espacio de libertad y responsabilidad.
5. La enseñanza de las normas es efectiva si el mensaje que transmites es coherente con tus actuaciones.
Si decimos: “Baja el volumen de la televisión, sino tendré que apagarla”. Si el niño no obedece, debemos ser firmes y apagar la tele.
6. Los límites no pueden variar según las circunstancias.
Hay veces que estamos muy ocupados o de buen humor y lo que no permitimos en otras ocasiones lo permitimos en ese momento y le decimos: “Vete a jugar ahora y luego haces los deberes” cuando días antes le hemos gritado porque quería jugar antes de trabajar.
7. Es conveniente fijar y dar a conocer las normas antes de aplicarlas.
Es conveniente que nuestros hijos e hijas conozcan con antelación las normas y se les debe escuchar antes de establecer las limitaciones. Algunas pueden adoptarse en común y otras tendremos que fijarlas nosotros.
8. Construir las normas en positivo.
Es preferible decir “Hay que hacer las tareas del colegio antes de ver los dibujos en la tele por la tarde” que decir “No ves los dibujos hasta que no realices tus tareas del colegio”.

Extraído de
EL ÉXITO ESCOLAR
¿Cómo pueden contribuir las familias del alumnado?
Santiago Ramírez Fernández
Antonio García Guzmán
Christian Alexis Sánchez Núñez
Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos


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