La responsabilidad es un hábito muy valorado en las escuelas, y también constituye un objetivo a lograr. Este tema está relacionado con el de los límites ¿Cómo contribuir a formar un sentido de ellos? ¿Cuál es el significado de las recompensas? ¿Cómo se lleva a cabo el aprendizaje de la responsabildad?
Enseñar a los niños a ser responsables requiere un ambiente
especial en el hogar y en la
escuela. Se trata de conseguir un ambiente que les ofrezca
información sobre las opciones entre las que deben escoger y las consecuencias
de cada una de ellas, y que les proporcione también los recursos necesarios
para elegir bien.
La responsabilidad es la habilidad para responder; se trata
de la capacidad para decidir apropiadamente y con eficacia, es decir, dentro de
los límites de las normas sociales y de las expectativas comúnmente aceptadas.
Por otro lado, una respuesta se considera efectiva cuando permite al niño
conseguir sus objetivos que reforzarán sus sentimientos de autoestima.
La responsabilidad conlleva, en cierta forma, ser
autosuficiente y saber defenderse. Estas son dotes propias de poder personal
que, según Gloria Marsellach Umbert en su artículo "La autoestima en niños
y adolescentes", significa tener seguridad y confianza en uno mismo y para
ello es necesario ser responsable además de saber elegir, llegar a conocerse a
uno mismo y adquirir y utilizar el poder en las propias relaciones y en la
vida.
Para un niño es normal tener cierto temor a los límites,
temor que desaparece conforme el niño va comprobando que límites y
consecuencias se integran en un sistema coherente. Padres y educadores pueden
contribuir a conformar el sentido de los límites de diferentes maneras:
·
Sabiendo claramente ellos mismos lo que esperan
de los niños.
·
Exponiendo sus expectativas de manera que los
niños las entiendan, incluyendo la asignación de responsabilidad acerca de
tareas y deberes.
·
Averiguando si el niño entiende estas
expectativas, bien haciéndolas repetir o bien guiándole mientras las cumple.
·
Estableciendo claramente los límites de tiempo
razonables para realizar tareas o debes escolares, sin ambigüedades.
·
Explicando al niño las consecuencias de no hacer
las cosas. Estas consecuencias deben aplicarse coherentemente, sin sentimientos
de culpabilidad o remordimientos y sin hacer sufrir al niño. La coherencia es
más importante que la severidad.
·
Redactando y colocando un cartel con todas las
reglas y las obligaciones, de modo que no pueda alegarse como excusa "el
olvido"
·
Participando padres y madres (cuando sea
posible) en la explicación de las reglas al niño. Así sabrá que ambos las
apoyan y mantienen.
·
Consiguiendo que todos los niños de la familia o
de la clase tengan responsabilidades equiparables, con los ajustes necesarios
en función de su edad y de sus habilidades particulares.
Un niño es responsable cuando sus actos coordinan, de forma
creativa, sus propios objetivos con las necesidades de los demás. Para ello,
los adultos tienen que ayudar al niño a obtener este equilibrio, a definir sus
propios valores y a resolver las dificultades en función de sus propios
sentimientos.
El niño que posea sentido de la responsabilidad cosechará
éxitos cada vez con mayor frecuencia, y se beneficiará de las consecuencias
positivas de esos éxitos.
Muchos padres creen que las recompensas por buen
comportamiento son una especie de "soborno", pero las recompensas de
orden material (dinero, juguetes...) sólo se convierten en sobornos si son la
única técnica que se utiliza para motivar a un niño.
Recompensas son aquellas cosas que el niño valora, cosas que
desea o que necesita. Existen también recompensas que no son materiales que
conviene recordar:
·
Hágale saber al niño, de palabra, mediante
elogios, qué cosas ha hecho bien: "has limpiado tu armario estupendamente"
·
Proporciónele ese reconocimiento de forma
espontánea, periódicamente, relacionándolo con los logros del niño: "¿Qué
te parecería ir a comprarte un helado? La verdad es que has hecho un trabajo
muy duro limpiando el cuarto de baño"
·
Apoye al niño cuando lo necesite: "Como me
ayudaste ayer a limpiar el jardín, bien puedo yo ahora ayudarte a hacer los
deberes"
·
Muestre interés por lo que hace el niño y
anímele: "Ya que tienes que ir a una reunión de los boyscouts esta noche,
yo me ocupo de lavar los platos"
·
Comparta con el niño algunas tareas de tanto en
tanto, como reconocimiento a sus esfuerzos: "La verdad es que ayer dejaste
tu habitación limpísima: ¿qué te parece si te ayudo a limpiarla hoy?
En ocasiones las responsabilidades de los niños producirán
cierta incomodidad a los adultos. Los niños necesitan que los adultos sean
pacientes y tolerantes.
El aprendizaje de la
responsabilidad
A los niños que no sean considerados responsables de sus
actos les será más difícil aprender de sus experiencias. Enseñar a los niños a
ser responsables no quiere decir enseñarles a sentirse culpables. Los que
tengan sentido de la responsabilidad poseerán los medios, las actitudes y los
recursos necesarios para valorar con eficacia las diferentes situaciones y
decidir de forma consecuente para ellos y para los que se encuentran a su
alrededor.
Uno de los aspectos básicos de la enseñanza de
responsabilidad a los niños es la cuestión: "¿Quién es el responsable de
acordarse de las cosas?" Los niños pueden saber hacer las cosas y desear
agradar a los padres pero si no han tomado sobre sí la responsabilidad de
acordarse, no pueden ser responsables. Hay algunos artificios que estimulan al
niño a recordar, tretas que pueden abandonarse conforme el niño crece y va
siendo capaz de asumir mayores responsabilidades:
1. Escriba las
cosas y colóquelas en lugar visible.
2. No les
recuerde las cosas a los niños una vez esté seguro de que le han escuchado y
entendido. Recordar las cosas a los niños se convierte en una mala costumbre de
la cual los niños pasan a depender.
3. Establezca
costumbres lo más regulares posible. Cuando las cosas ocurren de forma
predecible y regular, se incrementa la capacidad de recordar de los niños.
4. No le dé
miedo castigar al niño que se "olvida".
5. Acuérdese de
lo que usted ha dicho. Si los padres lo olvidan, están otorgando al niño,
tácitamente, permiso para hacer lo mismo.
Una vez que a los niños se les ha asignado ciertas
obligaciones, los padres no deben confundirles ni fomentar la irresponsabilidad
volviéndose a hacer cargo de las tareas encomendadas. Los padres relevan a sus
hijos de sus responsabilidades si...
...les recuerdan las
cosas cuando ellos "se olvidan"
...lo hacen ellos
mismos porque "es más sencillo"
...subestiman la
capacidad de los hijos.
...aceptan que los
niños se califiquen a sí mismos de incompetentes o irresponsables.
... hacen cosas por
sus hijos para que ellos les quieran o para que no les hieran en sus
sentimientos.
...creen que sólo los
padres que trabajan duramente y hacen un montón de cosas por los hijos son
"buenos" padres.
¿Cómo enseñar a los
niños a ser responsables?
Para enseñar a los niños a ser responsables tiene que
existir un programa claro de recompensas y alabanzas que ofrezca respuesta a su
comportamiento (aspecto este al que hemos hecho referencia anteriormente). Por
otro lado, el niño seguirá siendo irresponsable si la respuesta que obtiene es
la crítica excesiva, la exposición al ridículo o a la vergüenza. Los
niños a los que se recompensa por ser responsables van desarrollando
gradualmente la conciencia de que la responsabilidad y los buenos sentimientos
están relacionados; y, con el tiempo, disminuye su necesidad de recompensas
externas.
Las siguientes pautas nos pueden ayudar a responder la
pregunta planteada en este apartado:
1. Desarrolle la sensación de poder del niño.
Cuando se tiene sensación de poder se poseen los recursos,
oportunidades y capacidades necesarias para influir sobre las circunstancias de
la propia vida. Enseñar a los niños a ser responsables incrementa su sensación
de poder.
2. Ayude a los niños a tomar decisiones.
Los niños que han aprendido a ser responsables toman mejores
decisiones que los que no han aprendido a serlo. Podemos contribuir a aumentar
la capacidad del niño para tomar decisiones si ayudamos a:
• Resolver los problemas que crea la necesidad de tomar una
decisión.
• Buscar otras soluciones.
• Seleccionar una de las alternativas mediante la valoración
de sus consecuencias.
• Valorar la eficacia de las decisiones por medio de una
discusión posterior.
3. Establezca normas y límites.
4. Utilice tareas y obligaciones para crear
responsabilidad.
Tareas y obligaciones son cosas concretas: se puede
especificar cómo, cuándo y quién debe hacerlas. Esto ayuda a desarrollar la
capacidad de organización y manejar los propios recursos.
5. Sea coherente.
Es la mejor forma de indicar al niño que los adultos dicen
las cosas en serio. Los adultos coherentes ayudan a los niños a sentirse
seguros. Cuando no existen normas claras y evidentes, no hay manera de ser
coherente.
6. No sea arbitrario.
Ser arbitrario significa hacer algo diferente de lo que se
había dicho o hacer algo sobre lo que no se había advertido. Para evitar ser
arbitrarios debemos aclarar lo que queremos, comunicar estas expectativas de
forma sencilla y directa, y concretar cuáles son las consecuencias esperables
si el niño actúa en consonancia o no con esas expectativas.
7. Dé recompensas por ser responsable.
Un niño es
responsable si...
...realiza sus tareas
normales sin que haya que recordárselo en todo momento.
...puede razonar lo
que hace.
...no echa la culpa a
los demás sistemáticamente.
...es capaz de
escoger entre diferentes alternativas.
...puede jugar y
trabajar a solas sin angustia.
...puede tomar
decisiones que difieran de las que otros toman en el grupo en que se mueve
(amigos, pandilla, familia, etc.)
...posee diferentes
objetivos e intereses que pueden absorber su atención.
...respeta y reconoce
los límites impuestos por los padres sin discusiones inútiles o gratuitas.
...puede concentrar
su atención en tareas complicadas (dependiendo de su edad) durante cierto
tiempo, sin llegar a situaciones de frustración.
...lleva a cabo lo
que dice que va a hacer.
...reconoce sus
errores.
Fuente
Escuela de Padres
MEC
Ministerio de Educación de España
1 comentario:
Enseñar a los niños y adolescentes a responsabilizarse y a tomar decisiones (obviamente también a responsabilizarse de las consecuencias de sus decisiones) es importantísimo de cara a la vida adulta.
En estos tiempos estamos viendo casi una generación perdida en este campo (a los niños y no tan niños se lo damos todo mascado... hasta que salen a la vida adulta)...
Hemos visto
http://hemosvisto.blogspot.com
Publicar un comentario